Una
de las cosas que han quedado más claras en la campaña electoral que ahora
concluye, es el rasero utilizado por el Partido Popular para juzgar los actos
de sus adversarios políticos, distinto del empleado para juzgar a sus propios militantes.
Parece ocioso tener afirmarlo otra vez, pero ha quedado sobradamente constatado
en la campaña; esta dualidad forma parte de su esencia. El Partido que defiende
la estricta moral católica en temas de sexualidad y reproducción humanas, es
amoral en todo lo demás y emplea distintos raseros según le convenga.
El
partido cuyo máximo responsable defiende públicamente al Presidente de la
Comunidad Valenciana, sobre el que recaen sospechas de haber recibido regalos
de una empresa que ha conseguido docenas de contratos en Valencia y fuera de
Valencia, que apoya al Presidente de la Diputación de Castellón, ya imputado en
un caso de prevaricación y sospechoso de haber montado un régimen político poco
limpio en la provincia, que tiene abierto el caso “Guateque” en el ayuntamiento
de Madrid, por prevaricación en la concesión de licencias de apertura de
negocios, y en la Comunidad el caso de las escuchas ilegales dentro de su
propio partido, agravado por el precipitado cierre de la comisión de
investigación cuando la cosa se ponía fea, con “tamayazo” al fondo; que tiene
al presidente de la Diputación de Orense, José Luis Baltar, moviéndose por
Galicia a su antojo y enviando en sus nietos al colegio en coche oficial, ha
creído haber encontrado un caso de corrupción en el uso de un avión de las Fuerzas
Aéreas por el Presidente del Gobierno durante la campaña electoral. Hay que
indicar que tanto Aznar, como Rajoy, como Trillo, etc, han utilizado medios de
transporte oficiales en circunstancias similares, pero no es esto lo que ahora
interesa destacar, sino, en primer lugar, que la crítica que en apariencia se
dirige a Zapatero, se dirige en realidad hacia la figura del Presidente del
Gobierno como institución, pues se trata en realidad de definir sus funciones.
Lo cual, conduce a un absurdo.
La
opinión de Rajoy y sus secuaces sobre el uso de un avión Falcon lleva al dislate de proponer una presidencia del Gobierno
por horas. Según Rajoy, Zapatero cada día debe desdoblarse en una especie de
Dr. Jekill y mister Hyde. Mister Z ó Mister P. O militante del PSOE o Presidente
del Gobierno. ¿Cuándo es lo uno y cuándo es lo otro?
Según
las tesis marianistas, con el cargo
de Presidente, la pesada carga de gobernar se lleva, o sobrelleva, cada día por
tiempo limitado. El Presidente del Gobierno es una especia de costalero de
España, que, cuando acaba su jornada laboral, se libra de la carga y acude a
donde quiere, pero en vehículo privado. Para Rajoy, el cargo de Presidente del
Gobierno es por horas, algo así como asistenta, pero de luxe, y está sometido a un horario estricto: pongamos de 8 de la
mañana a 8 de la tarde. Por la mañana, el Presidente (P) atiende al Gobierno, y
por la tarde, al salir del curro, ya libre de la responsabilidad gubernamental,
el ciudadano Zapatero (Z) atiende al partido, lo cual quiere decir que entre
las 8 de noche y las 8 de la mañana este país no tiene Presidente, y si el
mismo rasero se aplica a todos los ministros, resulta que durante la noche España
carece de Gobierno.
Mariano
Rajoy, o quien le haya apuntado la idea (presuntamente González Pons), pasará a
la historia como formulador de paridas políticas, al tratar de añadir a las
tesis de Montesquieu sobre la división y limitación de poderes, la peregrina
teoría de limitar las horas en que se ejerce el poder.
Sospecho
que Rajoy quiere poner un reloj de fichar en La Moncloa.
Trasversales, junio 2009.
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