Los
noventa fueron una mala década para Wichita, igual que para el resto de
ciudades que todavía confiaban en la industria manufacturera y en los trabajadores
cualificados para su prosperidad. El problema no fue tanto el final de la
guerra fría, aunque algo afectó negativamente, sino que las compañías como
Boeing se vieron a sí mismas como “corporaciones virtuales” y se deshicieron de
la tradicional carga de fábricas gigantes y de ejércitos de empleados.
Recurriendo a expresiones como “flexibilidad” y “competitividad”,
subcontrataron y “externalizaron”, pidieron a las ciudades que compitieran con
las demás por nuevos proyectos, trasladaron producción al extranjero y buscaron
camorra con los sindicatos. Entre 1999 y 2002, el principal sindicato que
representaba a escala nacional a los trabajadores de Boeing perdió cerca de un
tercio de los afiliados en despidos; en Wichita la cifra se aproximaba a la
mitad.
Thomas Frank (2008): ¿Qué pasa con Kansas?.
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