Estamos
en tiempo de difuntos; tiempo de aparecidos y de noches lúgubres (en versión de
José Cadalso o de Alfonso Sastre), cuando las ánimas regresan y se comunican con sus
deudos, cuando hay contacto con el otro
lado, como dicen los parapsicólogos y amigos de lo preternatural. Pero las
fúnebres ceremonias del día de todos los Santos, que tanto inspiraron a los
escritores románticos, y los ritos dedicados a las ánimas (dicen que benditas)
del Purgatorio, están dando paso, para escándalo de los obispos, al más
moderno, o postmoderno, ritual de Jalougüin, una especie de carnaval con
abundante gore postizo.
La lectura de la leyenda del
Monte de las Ánimas o del organista maese Pérez, la representación del Tenorio
y de otras obras de tipo romántico están siendo reemplazadas por happenings de jóvenes góticos para hacer
botellón vestidos de negro, por patuleas de ojerosos adolescentes y gavillas de
pequeños vampiros y niñas endemoniadas o embrujadas, que recorren la vecindad
pidiendo truco o trato para hacer acopio de las chucherías cuyo precio tanto
preocupa a Rajoy.
La
frase de la infantil petición para conseguir caramelos se ha convertido en una
consigna para hacer negocios sucios al amparo del poder político. Y la exitosa
invasión literaria de vampiros es pura imaginación, que se queda corta al lado
de la vampirización de recursos públicos por espurios intereses privados de
quienes tienen por misión, voluntaria pero bien remunerada, defenderlos.
En el PP se ha descubierto
que el gobierno valenciano mantiene tratos con tipos poco fiables como Correa y
el Bigotes y se ha descubierto el truco de amañar los contratos para
beneficiarles, presuntamente a cambio de ¿trajes, relojes y coches caros? Sólo son hipótesis Lo
mismo sucede en otras localidades, y recientemente en Santa Coloma, donde están
presuntamente imputados varios cargos del Partido Socialista. En este caso, han
reaparecido espíritus de otro tiempo, como Maciá Alavedra y el inevitable
Prenafeta, que salió de rositas con el caso Casinos, y cuya vocación por el
truco o mejor, por el chanchullo, le acompañará, probablemente, hasta la tumba y aún más allá.
Para
echar una mano a los posibles muertos políticos de su partido, que han
sucumbido a la tentación del truco o trato, privilegiado pero ilegal, en las
páginas de la revista (de otra) Época
ha reaparecido el espíritu de Álvarez Cascos recordando a los muertos del GAL.
También ha reaparecido Solchaga, un ser de otro mundo (del mundo de la beautiful people de los años buenos del
felipismo), añorando aquella época también pródiga en trucos y tratos (Malesa,
Filesa, Time Export, Renfe, Guerra, Roldán). Solchaga es un personaje muy de
Jalougüin, pues dejó en los huesos el tejido industrial y enterró la banca
pública.
Pero
donde se advierte que celebran con más entusiasmo el Jalougüin es en la calle
de Génova. Tienen más posibles muertos, por haber sido demasiado vivos, y cuentan con recalcitrantes
cadáveres como Costa, un reaparecido, que, como un zombi, se niega a aceptar su
destitución, mientras su hermano, como un alma en pena, le defiende y ataca a
la dirección del partido. Entre tanto, quien verdaderamente tenía la facultad
de hacer realidad el truco o trato que ha alimentado a las fantasmales empresas
de Correa, sigue dedicado a la lírica y diciendo que todo es muy bonito y que
están muy a gusto todos juntos, que es la jaculatoria propia de un “curita”.
En
Madrid, en torno a la Caja (de Ahorros, no de muertos; aunque desde el punto de
vista político algunos habrá por su causa) se sigue librando una lucha soterrada
y fratricida. Con Gallardón en los huesos tras el fracaso olímpico, Aguirre
aspira a tener todo el poder y quiere difunto a Cobo, y nadie parece estar a
salvo de las dentelladas de la lideresa… Hay gore en Génova.
¡Ah! Y ha reaparecido el
espíritu de Rajoy anunciando que dentro de tres días se le va a acabar la
paciencia. Temblemos, es Jalougüin.
Nueva Tribuna, 30-10-2009.
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