Con la crisis económica de 2008, llegó el ataque de los bárbaros, que no eran gentes incultas, sino financieros y empleados suyos, graduados en selectas escuelas de negocios y universidades de prestigio, que formularon, con prisa y sin atisbo de piedad, el programa solicitado por los acreedores de la banca y que aplicaron con disciplina serviles gobiernos. Países enteros se entregaron al brutal saqueo decidido por el FMI, la OCDE, Berlín y Bruselas para sanear con dinero público las cuentas de bancos privados, haciendo recaer sobre la población, acusada de vivir por encima de sus posibilidades, los funestos efectos de la codicia de unos pocos. “La codicia es buena” (greed is good) afirmaba Gordon Gekko, en la película “Wall Street”, como eje de su filosofía de vida, dedicada a vaciar los bolsillos de la gente para llenar el suyo.
Las izquierdas, acomodadas a la marcha
del país, no supieron reaccionar. Enarbolando banderas desteñidas, vivían
acomodadas al mundo existente y eran incapaces de acometer cambios profundos en
su estrategia. Ideologías confusas, programas caducos y estructuras fosilizadas
las habían convertido en parte del mobiliario institucional. El PSOE, agotada
su contradictoria etapa reformista, estaba perdido en la tercera vía (muerta);
un comunismo retórico y arcaico y una estructura rígida habían convertido Izquierda
Unida en un partido incapaz de sobrevivir fuera de las instituciones.
Por fortuna, había gente, especialmente los
jóvenes, que rechazaba tal estado de cosas y estaba dispuesta a resistir las
embestidas del capital más salvaje. Eso fue el movimiento del 15-M en Madrid,
extendido luego a otras ciudades y países, que respondía tanto a lo que ya
había, al deterioro presente, como al deterioro presentido, anticipando lo que llegaría
con el gobierno de Rajoy.
En un breve resumen, estos son los hitos
de la época. En 2008 revienta la burbuja inmobiliaria, en julio cae Martinsa-Fadesa,
la primera de las empresas constructoras; el 10 de octubre la Bolsa cae más del
9%; el Banco de España ratifica el retroceso; en noviembre se lanza el Plan E
contra el desempleo; la Encuesta de Población Activa anuncia 800.000 nuevos parados;
comienza la recesión: caen los precios y las ventas de pisos.
En mayo de 2010, presionado por la Unión
Europea, Zapatero da un giro a su política. El 29 de septiembre hay una huelga
general contra la reforma laboral y el anuncio de la reforma de las pensiones,
y otra, el 27 de enero de 2011, en Cataluña, el País Vasco, Galicia y Navarra. El
15 de mayo de 2011, una manifestación concluye en una acampada en la Puerta del
Sol -“No es una crisis, es una estafa”-. El 27 de septiembre, PSOE y PP aprueban
la reforma “exprés” del artículo 135 de la Constitución, que antepone la devolución
de la deuda a las necesidades sociales. El 20 de noviembre, el PP resulta
vencedor en las elecciones generales. En diciembre, el gobierno de Rajoy
anuncia los primeros recortes, que tendrán como respuesta la movilización de
las mareas, distinguidas por sus colores.
El 29 de marzo de 2012, se celebra una
huelga general contra la reforma laboral de Rajoy. El 10 de julio, la “marcha
negra” de los mineros llega a Madrid y el día 11 hay una gran manifestación de
acompañamiento hasta el Ministerio de Industria. El 14 de noviembre de 2012, se
celebra en Europa el primer paro internacional del siglo XXI. El 23 de febrero
de 2013, todas las mareas de unen en la marcha con el lema: “Marea ciudadana
contra el golpe de los mercados”.
El 21 de marzo de 2015, tiene lugar la “Marcha
de la dignidad” y el 22 de octubre la Euromarcha. El 30 de marzo de 2015, el Congreso
aprueba la Ley Orgánica 4/15, conocida como la “ley mordaza”.
En 2008, año en que se declara la crisis, se producen en España 16.118 manifestaciones de protesta; en 2010 son 21.941; en 2011, 21.297; en 2012 ascienden a 44.233, en 2013 son 43.170, en 2014 descienden a 36.679.