miércoles, 31 de mayo de 2017

Así estamos 3. Enemigo de los pobres.

Good morning, Spain, que es different

Por el lado negativo, el Gobierno sigue mostrando sus preferencias como enemigo declarado de los económicamente más débiles.
Asistimos al publicitado espejismo de la recuperación de la economía, cuyo crecimiento se reparte de manera desigual -la brecha entre ricos y pobres, que separa el 20% de personas con los ingresos más altos del 20% que los tiene más bajos, ha crecido el 28% (en la eurozona la media ha sido del 5%)-, que muestra un modelo productivo muy vulnerable a las variables exteriores, asistido por las muletas del Estado y el esfuerzo de los asalariados; un capitalismo de bajos salarios, elevada tasa de paro, horas extras no retribuidas, largas jornadas, precariedad laboral, rebaja de impuestos al capital (el 84% de la recaudación procede de las familias; sólo el 13% procede de las empresas) y tolerancia con la evasión fiscal.
Las medidas de austeridad -sigue el recorte en los Presupuestos- no buscan tanto rebajar la deuda pública (que sigue igual) como la privada y sobre todo rebajar los niveles de vida y consumo de esos españoles que tanto preocupan a Rajoy e instaurar un capitalismo aún más salvaje, en el que la precariedad y la pobreza sirvan para disciplinar a los trabajadores (que también son españoles) haciendo del empleo una precaria pero apetecible meta, un premio aleatorio en manos patronales, que puede ser concedido o arrebatado según la voluntad del empleador, al interpretar de modo unilateral los leoninos contratos salidos de la reforma laboral de 2012. Con ellos, siete millones de trabajadores están bajo el umbral de la pobreza, que el INE sitúa en una renta de 8.000 euros anuales (666 euros al mes).
El ministro de Economía asegura que desde el 19% de la población activa en 2016, el paro descenderá al 11% en 2020 (ya veremos). Recordemos que en 2007 era el 8%. Con una tasa de temporalidad del 26% (entre los jóvenes, del 73%), España es el segundo país de la UE con la tasa más alta; la tasa media europea de temporalidad es del 14 por ciento.
La renta media de las familias ha pasado de 28.000 euros al año en 2007 a 22.000 en 2013, una pérdida del 20% en seis años. El 62% de los asalariados tiene unos ingresos inferiores a 22.400 euros anuales (14 pagas de 1.600 euros).
Según los niveles de renta, en 2007, el 60% de la población pertenecía a la clase media, el 27% a la clase baja y el 13% a la clase alta. Seis años después, la clase alta era el 9%, la clase media era el 52% (había perdido 8 puntos y estaba en 24 millones de personas) y la clase baja había pasado a representar el 39 % de la sociedad en 2013. Casi 3,5 millones de personas han dejado de pertenecer a la clase media para descender en la escala social, mientras una parte importante de la clase trabajadora, la peor formada profesionalmente, se ha precipitado en las simas de la precariedad y la exclusión como permanentes condiciones de vida. España sufre un rápido proceso de proletarización y precarización.
Entre 2009 y 2015, la renta media de los hogares se redujo un 13%; hay 1.400.000 hogares con todos sus miembros en paro, 720.000 hogares carecen de cualquier ingreso (en 2007 eran 400.000, según Intermon); 500.000 sufren pobreza severa y uno de cada diez sufre pobreza energética. Entre 2008 y 2015, el 20% de los hogares más pobres, tras hacer frente a los gastos de vivienda (hipoteca, alquiler, crédito), ha perdido el 44% de la renta disponible. El 50% de los parados carece de subsidio de desempleo. Según la red Europea contra la pobreza y la exclusión (EAPN), tres millones y medio de personas sobreviven con menos de 350 euros al mes. Casi dos millones de niños pasan hambre o reciben una nutrición insuficiente y 580.000 estarán solos en casa este verano, por los horarios laborales de sus padres y la falta de ingresos para buscar una alternativa.
El mismo gobierno que ha provocado el desastre y que se ofrece ahora como la solución, ha introducido en el Estado el sesgo autoritario necesario -ley mordaza (10.000 multas en 6 meses), criminalización del sindicalismo, reforma del Código Penal- para proteger al Partido Popular de la acción de la justicia por la corrupción que le afecta y para provocar en la sociedad española una brutal recomposición, producto de un diseño de ingeniería social de inspiración financiera, sin que eso haya suscitado hasta ahora una correlativa reacción por parte de los grupos sociales afectados, ante lo cual cabe preguntarse por qué.
¿Cuáles son las causas de la templada respuesta a la agresión perpetrada? ¿Cuáles son las causas de la pasividad ciudadana? ¿Por qué razones la creciente polarización económica y social se ha trasladado tan débilmente a la representación política?

martes, 30 de mayo de 2017

Así estamos 2. El amigo de los ricos

Good morning, Spain, que es different

El Gobierno sigue mostrando su preferencia por las clases altas, pues reparte de forma desigual los resultados de la “recuperación” y dirige la riqueza hacia arriba: reduce los ingresos públicos -desde 2007 ha habido un recorte de 25.000 millones de euros- (España, con una presión fiscal del 38% del PIB, está 8 puntos por debajo de la media europea), y mientras el IRPF (el impuesto personal por trabajar) y el IVA (el impuesto directo por consumir) han recuperado en 2016, con menos habitantes, menos cotizantes y menos consumo, el nivel de recaudación de 2007, el impuesto de sociedades, que grava el beneficio del capital, ha quedado por debajo del 50% de entonces (45.000 millones de euros ingresados en 2007; 22.000 millones en 2016). Como efecto de la reducción de ingresos (la gran coartada), mengua el dinero público destinado a gasto social.
El número de millonarios ha aumentado durante la crisis y ha crecido la cuantía de las grandes fortunas. Hay 40 familias que poseen un patrimonio superior a mil millones de euros. En 2016, el patrimonio de las 100 familias más ricas del país sumaba 198.425 millones de euros, 9.175 millones más que en 2015. La suma de las cinco mayores fortunas -Amancio Ortega es el primero- asciende a 99.212 millones de euros. La fortuna de tres personas equivale a la riqueza que posee el 30% más pobre del país (14 millones de personas). El último año se han generado 7.000 nuevos millonarios, casi 20 al día, según Intermon. 
La riqueza escapa de las rentas medias y bajas y se refugia en las altas: el 10% de la población más rica atesora el 56% de la riqueza nacional, el 30% de las rentas más bajas ha perdido el 20% de sus ingresos, mientras las rentas medias han perdido casi un 7% y las altas solo han ganado.
Hemos rescatado bancos por valor de 61.000 millones de euros (Bankia se ha llevado 23.000 millones), pero la cantidad comprometida es de 122.000 millones entre aportaciones privadas y públicas (es de temer que nunca conozcamos la cifra real desembolsada), no obstante se anuncia una ayuda de 1.100 millones más en este año.
El Gobierno ha indemnizado pronto y bien, con 1.350 millones de euros, a ACS por suspender el proyecto “Castor”, que tendrá un coste final de 2.400 millones para los usuarios, y reserva 3.500 millones para rescatar 8 autopistas de peaje, porque las empresas concesionarias no han ganado lo que pensaban, mientras España figura a la cola de Europa en inversión pública (un 58% menos que en 2009; en 2016, en I+D+i se gastó la tercera parte del presupuesto ya recortado).
El Estado ha subvencionado durante la crisis a grandes empresas (entre ellas a las de telefonía y al sector del automóvil) y beneficiado al monopolio eléctrico con el “impuesto al sol” y autorizando drásticas subidas de tarifas en el consumo doméstico. Por lo cual, con estos y otros muchos ejemplos, cabe deducir que, en España, tenemos (“padecemos”) una clase empresarial con actitudes feudales respecto a los trabajadores, que necesita mimos para actuar y sólo invierte con halagos y pocos riesgos, y que soportamos un capitalismo de amigotes que precisa la favorable disposición del Gobierno para funcionar con mediocre rendimiento pero con gran eficacia para recuperar beneficios.  

¿Qué es una línea política?


El otro día, rebuscando entre papeles, di con un ejemplar de la Línea Política de Octubre. Lo leí, releí, y saqué unos datos que me hacían falta sobre las clases sociales de aquellos años. 
Ya la había ojeado cuando preparaba la ponencia para el congreso “Las otras protagonistas de la Transición” (ahora estoy metido con una especie de continuación de ese texto), pero esta vez me entretuve más y según leía se me ocurrió la idea de publicarla, no como solución a problemas de ahora, sino como un ejemplo pedagógico de lo que se puede hacer para conocer la realidad y luego poder transformar la sociedad.
Viendo la desorientación política de las clases subalternas ante una agresión brutal a sus condiciones de vida y trabajo y viendo los jiribeques que hacen unos y otros partidos para colocarse en las instituciones y simular que hacen algo en su favor, pensé que en la Línea Política podía haber un modelo muy pedagógico útil para animar a alguien, seguramente pocos, a hacer algo serio para conocer la sociedad española en los parámetros actuales y animarse a cambiarla.  
La larga irrelevancia y agonía final de IU, la profunda crisis del PSOE y la futilidad y la inconsistencia de Podemos me llevan a pensar que algo tiene que ver todo ello con el desconocimiento de la sociedad española de hoy día por parte de estos partidos, salvo lo que digan las encuestas, los sondeos de opinión y los medios de información de masas, que suelen ser su principal cuando no su única referencia. De ahí que considere que el contenido de esas “viejas páginas” puede ser de utilidad como aviso de lo que no se hace y referencia de lo que se debe y puede hacer. No pienso que los resultados de los análisis de entonces tengan gran utilidad para hacer frente a las necesidades políticas de hoy, tan grandes son los cambios habidos, pero me parecen valiosos como análisis, como forma de acercarse y acotar la realidad, desde los aspectos más generales -Las bases teóricas- hasta los aspectos más concretos de la táctica, los programas de lucha y las campañas de resistencia a las diversas formas de la ofensiva burguesa.
La Línea presenta una gradación que va desde lo más general y alejado de la práctica inmediata hasta lo más concreto del activismo, que son las consignas, y desde la situación nacional al análisis internacional, y ofrece, además, una visión sintética de los grandes problemas económicos y políticos de aquellos años. Ofrece una visión del país (una especie de radiografía), del mundo y una posición ética y política ante él. Orienta, guía. Leyéndola, el lector obtiene, en forma resumida, una idea de cuál era la situación política de España en aquel momento, cuáles eran los grandes problemas, los grandes retos, y cuáles eran las principales fuerzas actuantes.
Me parece que a día de hoy faltan en los discursos políticos alusiones a las clases sociales y a su relación con los partidos políticos, a la correlación de fuerzas. Y nadie se formula estas preguntas: ¿cómo es la sociedad española? ¿Qué fuerzas sociales actúan en ella y cómo la determinan? ¿Quién manda y cómo manda? ¿Es realmente democrático este régimen político? ¿Cómo es el Estado y a quién sirve? ¿A quién representan los partidos políticos? ¿Cómo es posible cambiar las cosas? ¿Con quién contar para cambiarlas? Y otras muchas del mismo estilo, que son previas, creo yo, a cualquier intento de querer cambiar el estado actual de las cosas.
De ahí vendrían otras preguntas, como ¿qué es una línea política? ¿Para qué sirve? ¿Es necesario un instrumento político como un partido para actuar sobre la sociedad? ¿Qué instrumento, qué partido? ¿Qué es la estrategia? ¿Qué es la táctica? ¿Qué es la línea de masas? Es decir, instrumentos políticos necesarios que han quedado arrumbados como viejos cachivaches sin utilidad al ser asociados al leninismo, a los partidos comunistas y a conceptos como revolución, proletariado, burguesía, clases sociales, etc, etc, que han sido desterrados del lenguaje académico, del periodístico y también del político.
Estoy pensando en una edición de La línea con una amplia y pedagógica introducción) con un gran aparato de notas y con los apéndices necesarios para publicar una obra no sólo inteligible sino atrayente e instructiva, y a ser posible, agradable de ver y leer (también un producto atractivo en el mercado editorial).
Con ello no estoy proponiendo una nueva biblia que salve a ningún político de su indigencia intelectual (aunque tampoco vendría mal) ni que sirva de palanca para mover el mundo, ni siquiera un barrio de Madrid, sino algo tan modesto como para ilustrar a unos pocos lectores interesados y tan valioso como para evitar que desaparezca en el fárrago de los papeles de un archivo, que, salvo algún inglés un poco loco, nadie va a consultar.  
Ya me dirás (mensaje por correo electrónico a Manolo Herranz).

domingo, 28 de mayo de 2017

Así estamos. 1. Corrupción

Good morning, Spain, que es different

Desde muchos puntos vista y en particular desde una posición democrática y solidaria, la coyuntura política que atravesamos en España es decepcionante; crece la riqueza, pero también lo hacen la pobreza y la desigualdad, y apesta el entorno del Gobierno.
La corrupción política, que junto a los estragos de la crisis económica es uno de los factores de deslegitimación del Régimen, sigue su curso imparable.
Por lo que se conoce de los grandes y pequeños casos que afectan al PP, se percibe un “modus operandi” que se repite, por lo que cabe pensar que se trata de un método centralizado aplicado localmente pero con el mismo propósito, que es financiar al partido y muchos de sus dirigentes.
Algunas fuentes señalan que la corrupción más el despilfarro de dinero público -los céleres “sobrecostes” por vulnerar las normas de contratación- pueden llegar al 20% del PIB. Pero tan grave como el ilegal extravío de dinero público hacia los bolsillos privados es vulnerar las reglas del juego democrático al concurrir con tretas a los comicios, como es financiar ilegalmente campañas electorales.
Como neoliberales, en el PP no dejan de hablar de competir y asumir riesgos, pero prefieren asegurar los resultados electorales haciendo trampas. Es más, haciendo trampas antes y después, pues delinquen para llegar a gobernar y una vez en el gobierno delinquen para tapar la corrupción. Este es el círculo vicioso en que está inmersa la derecha desde hace décadas, cuyo poder político se ha establecido sobre victorias electorales ilegítimas.
Los casos de corrupción han aumentado en cantidad, cualidad, extensión y gravedad. Los grandes (Bárcenas, Gurtel, Púnica, Lezo, Taula, etc) crecen y extienden sus ramificaciones y se ha descubierto de qué estaban rellenos los mandatos de Esperanza Aguirre y sus personas de confianza, tras su llegada a la Comunidad de Madrid aupada por el “tamayazo”, el mayor golpe civil al régimen democrático, perpetrado (con éxito) después del fallido golpe militar del 23-F.
Con la corrupción tampoco cesa la resistencia a depurar sus filas de indeseables y la tendencia de sus dirigentes a demorar o impedir la acción judicial utilizando las instituciones del Estado (ministerios del Interior, Justicia, judicatura y fiscalía) para buscar la impunidad a su conducta delictiva. Pero lo que podía hacerse con mayorías absolutas, ahora, con mayorías relativas en la cámara central y en las autonómicas, se vuelve más difícil.
La situación se vuelve incómoda para el PP, que ha diseñado una operación estratégica para paliar los efectos de la aplicación de la ley, que consiste en actuar de arriba hacia abajo, desde el Ministerio de Justicia y la Fiscalía General, para condicionar la actuación de jueces y fiscales. Pero la maniobra es tan grosera que ha merecido la comparecencia del Ministro de Justicia, Rafael Catalá, del Fiscal General del Estado, José Maza, y del Fiscal Anticorrupción, Manuel Moix (un fiscal no especializado en corrupción, pero “cojonudo”, según la opinión de alguien que está en la cárcel por corrupto), en la Comisión de Justicia y luego la reprobación, por primera vez, por el pleno del Congreso, con los votos afirmativos de todos los grupos (207 votos sobre 350) menos los del grupo Popular.   
Ninguno de los comparecientes pareció darse por aludido, ni tampoco Rajoy, que en la siguiente sesión del Congreso afirmó que mantiene su confianza en los reprobados. O sea, vale y, como primera providencia, mis leales, sin ningún rubor, colocan al recusado Enrique López en la sala de Apelación de la Audiencia Nacional y a Concepción Espejel -“Concha para los amigos” (del PP)-, en la presidencia de la Sala Penal, bajo cuya competencia caen los mayores casos de corrupción que afectan al partido del Gobierno. Y a otra cosa, mariposa.

jueves, 25 de mayo de 2017

¿Qué representa Puigdemont?

Good morning, Spain, que es different

El 35% del censo, el 48% de los votos válidos y el 53% de los diputados
El President de la Generalitat, miembro de una coalición política independentista, se presenta de ordinario como el representante de una Cataluña que fuera toda ella nacionalista, cuyo mandato, ir a la independencia, dice obedecer. Lo cual es mucho decir. Hagamos unas sencillas cuentas para ver, en realidad, a quienes representa y a quienes obedece.
En las elecciones del 27 de septiembre de 2015, que los nacionalistas consideraron plebiscitarias, los resultados fueron estos:
Partido
Votos
% censo
% válidos
diputs.
% diputs
JxSi
1.620.973
  29%
   39,54
  62
   46%
C’s
   734.910
  13%
   17,93
  25
   19%
PSC
   522.209
    9%
   12,74
  16
   12%
CSQP
   366.494
    7%
     8,94
  11
     8%
PP
   348.444
    6%
     8,50
  11
     8%
CUP
   336.375
    6%
     8,21
  10
     7%
Suma
3.929.405  
  71,30

135
 100%
Resto
   148.529

     3,63
-------
------


  
 


El censo fue de 5.510.713 electores; la abstención de 1.199.106, el 23%.

Diputados por provincias y partidos

Barna
Gerona
Lérida
Tarrag
Totales
JxSi
  32
  11
  10
  9
  62
C’s
  17
    2
    2
  4
  25
PSC
  12
   1            
    1
  2
  16
CSQP
    9
    1
    0
  1
  11
PP
    8
    1
    1
  1
  11
CUP
    7
    1
    1
  1
  10
Totales
  85
  17
  15
 18
135

Los votos a los programas independentistas de JxSi y de la CUP representaron el 35% del censo, el 48% de los votos válidos y el 53% de los escaños. Es decir, el diseño del sistema electoral favoreció a JxSi, el partido mayoritario y con más representación en el ámbito rural, sobre el resto, cuyo electorado se ubica sobre todo en Barcelona (véase el segundo cuadro). Por tanto, se puede tener la mayoría en el Parlament (62+10, sobre 135 escaños), pero no representar a la mayoría electoral, la cual corresponde a los no secesionistas, pues el 52% de los votos recibidos por estos es superior al 48%.
Esa es la representación real, electoral, social, de las fuerzas que acaudilla Puigdemont, aunque su representación personal es menor, dada la sucesiva serie de chambas que le han colocado de President. O sea que el President, personalmente poco representativo, excepto para el “Astut” que digitalmente le eligió, representa como mucho a algo menos de la mitad de los votantes, con lo cual lo de representar a la “nación catalana”, a Puigdemont le queda grande. Es una gratuita y falsaria atribución, un don que no le corresponde. Representa, como mucho a casi la mitad de los votantes catalanes, es decir, a “media nación”. Pero vamos un poco más lejos.
Por población, en 2015, Barcelona tenía 5.464.000 habitantes; Tarragona 792.000, Lérida 430.000 y Gerona 739.000. Lo lógico y democrático sería que hubiera una relación lo más proporcional posible entre los votantes y sus representantes, es decir que, para hacer efectivo el principio de un ciudadano un voto y que todos los votos valgan lo mismo, todas las provincias deberían tener el número de diputados más adecuado a su número de habitantes (los inscritos en el censo electoral, claro está; los menores no votan). Pero no es así. Veamos.

Electores y diputados por provincias
Provincia
Electores
Diputados
Dip. s/electores
Barcelona
4.124.254
   85
1/48.520
Gerona
   510.820
   17
1/30.048
Lérida
   313.729
   15
1/20.915
Tarragona
   561.910
   18
1/31.217

La última columna indica cuántos electores representa un diputado en cada una de las provincias. Así, un diputado de Barcelona representa más del doble de electores que un diputado de Lérida, y más de 1,5 veces el de electores de Gerona y Tarragona, pero su decisión en el Parlament vale lo mismo que el de ellos (un voto) tenga el respaldo social que tenga.
Para que los electores de Barcelona tuvieran la misma representación por cada diputado que los electores de Lérida, la provincia de Barcelona debería estar representada por 197 diputados en el Parlament, y no tiene ni los de la mitad de esa cifra (98). De nuevo el sesgo del sistema electoral beneficia a los partidos con más voto rural (JxSi, es decir CDC y ERC) en detrimento de los partidos con voto urbano, especialmente a los de Barcelona, la gran urbe, cuyos votantes se ven disminuidos en sus opciones políticas ante los votantes de ámbito rural, particularmente de las comarcas del interior, la Cataluña profunda, que es donde reside el voto más nacionalista, el verdadero apoyo de Puigdemont. Ese 35% del censo, que coincide, en el sondeo de Metroscopia (El País, 24/5/217), con el 35% de los que serían partidarios de la declaración unilateral de independencia. Un número importante de electores, pero lejos de la mayoría de la que alardea Puigdemont para justificar su proyecto de imponer el independentismo obligatorio.
Que no se olvide: con el 35% del censo, el 48% de los votos válidos y el 53% de los escaños el Gobierno catalán quiere proclamar de modo unilateral la independencia de Cataluña. Curiosa noción de lo que es la democracia.