A pesar de estar curados de espanto sobre sus viscerales reacciones, causa perplejidad el alboroto que la elección de cinco diputados de <Podemos> ha generado en la derecha política y mediática.
Los
portavoces habituales de la derechona se ha sentido provocados, esa es la
palabra, provocados, porque un millón doscientos cincuenta mil ciudadanos han
elegido a 5 personas de "Podemos" para representarlas en Estrasburgo.
Allí, en un parlamento que está bastante lejos de Madrid, que es donde anida lo
más selecto de la derecha española, esas cinco personas desempeñarán su labor
de diputados, seguramente de forma crítica respecto al rumbo neoliberal
impuesto por las mayorías conservadoras que dominan la cámara, pero eso no justifica,
o quizá sí, esa animadversión y ese juicio de (malas) intenciones que han
dispensado a Pablo Iglesias.
La
reacción era esperable en los medios de desinformación y propaganda de la
derecha más cerril, en el TDT Party, en la Gaceta y La razón, pero el ABC, que
parece un medio más serio, no digo más liberal y tolerante, pues nunca lo ha
sido, sino menos extremado, también se ha sumado al coro con argumentos de lo
más peregrino.
Pablo
Iglesias ha sido comparado con personajes, vivos y muertos, colocados en los
polos opuestos del espectro político. Unos lo asimilan a Chávez y a Maduro,
otros, más anticastristas lo asemejan a Fidel Castro, hay quien lo compara con
Hitler y quien lo hace con Le Pen. Incluso Arriola, el estratega electoral del
Partido Popular, se ha dignado opinar sobre un friki; para muchos es un antisistema, para otros un radical, pero
todos aducen que postula una dictadura y alguno habla del modelo soviético.
Se debería esperar que una
derecha que alardea de liberal y democrática se sintiera provocada por el auge
de la ultraderecha en Europa, cuyo respaldo electoral ha sido mayor que el de
<Podemos>, pero parece que el espectacular crecimiento de los partidos
ultranacionalistas y xenófobos no les inquieta tanto como la minúscula representación
de 5 nuevos diputados izquierdistas sobre los 213 del grupo Popular Europeo y
los 751 diputados que tiene la cámara europea. En el caso de España esta proporción aumenta,
pues son 5 diputados sobre 54, que representan a un millón doscientos cincuenta mil frikis.
¿Están
locos los voceros de la derecha? No, sólo están preocupados, pues perciben el
peligro, no para la democracia, al contrario, sino para lo que ellos
representan y defienden. Se sienten atacados y no andan errados, pues el
programa de "Podemos", que habla de controlar a la clase política,
perseguir la corrupción y el fraude fiscal, de auditar la deuda, defender el
Estado del bienestar, de repartir el empleo, de la semana laboral de 35 horas o
de la renta básica, entre otras cosas, representa un ataque en toda regla a los
valores, los medios y los fines de la derecha.
Su
instinto de casta les avisa del peligro que supone para su conducta habitual la
exigencia de más control sobre los representantes políticos para acabar
con abusos y privilegios; sus posiciones
de clase les advierten sobre la intención de limitar el poder del capital en
empresas e instituciones, y sus resabios franquistas les previenen contra el
emergente poder democrático que surge directamente de la indignación de la
calle, al margen del actual sistema de partidos. Y todo eso se juzga
intolerable.
Nueva Tribuna, 29-5-2014.
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