La
derechona ha levantado la veda para cobrarse dos piezas de caza mayor. Nada
menos que la neutralización de Garzón y la dimisión del ministro de Justicia,
dos cazadores imprudentes (¿acaso no saben con quién se juegan los cuartos?)
que se han comportado como turistas en un país donde las apariencias cuentan
mucho.
En
el PP carecen de pruebas y de indicios para aventurar que en esa célebre
montería Garzón y Bermejo hubieran hablado del sumario que está instruyendo el
primero. Pero en la derecha son así: los suyos son siempre presuntos inocentes,
mientras los demás siempre son culpables sin presunción; no necesitan pruebas
para acusar; siguen siendo fieles a una vieja táctica que estableció Aznar
siguiendo a Franco, que, como todo el mundo sabe, era un notable acusador sin
pruebas y un gran cazador. Franco mataba bien por tierra, mar y aire. Vivió
siempre con la caña en una mano y el dedo en el gatillo. Nada se le resistía:
ni los salmones, ni las palomas ni los venados; incluso cazó un cachalote desde
el Azor, simbólico yate institucional
con nombre de ave de presa, que en su día atrapó a Felipe González (otro
imprudente).
La
derecha, por tradición, tiene una gran experiencia cinegética. Desde los viejos
usos de la nobleza más rancia hasta una costumbre del franquismo, que
institucionalizó las cacerías como plataformas para hacer negocios. Entonces no
se hablaba de tráfico de influencias (casi todo lo era), sino directamente de
enchufes y de hacer buenos negocios al amparo de los prebostes del régimen, que
esas eran las piezas buscadas, la verdadera caza mayor.
Ahora,
los ojeadores de la derecha han localizado dos grandes presas a las que abatir
antes de rendirse a la evidencia de que deben asumir responsabilidades
políticas y penales por la trama de corrupción que les salpica, depurar el
partido y perder de vista a las amistades peligrosas. Pero, por el momento, han
decidido no hacerlo; la reacción previsible en unos cazadores ha sido soltar a
las realas para acorralar a las presas.
En
el (presunto, todo es presunto en el PP) partido del orden, de la moral y de la
gente normal, para salvarse no han dudado en descreditar una institución como
la administración de justicia, bastante descreditada ya por propia iniciativa,
y en montar un circo en el Congreso y otro en la Asamblea de Madrid.
No hay que esperar mucho de
la comisión de investigación de la Comunidad de Madrid, cuyo presidente ha
tenido que dimitir, o ser depuesto, por estar salpicado por los presuntos
delitos que la comisión debe investigar, pero bastará aguardar unos meses,
llenos de bronca, eso sí, para ver lo
que sale del complejo y extenso sumario que instruye Garzón. Y ver en qué
quedan tantos presuntos…
20-2-2009
20-2-2009
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