viernes, 29 de julio de 2016

Compartir el pesimismo

Good morning, Spain, que es different
Para no referirme a lo inmediato, hoy quiero compartir lo que se podría llamar el pesimismo histórico, con unas letras que, antes de las elecciones, envié a un amigo, en respuesta a una nota suya, por si son de utilidad para alguien. 
La izquierda y la derecha son productos del país, tan típicos como los toros, los churros o las gambas al ajillo. Y este país, por su historia política, económica y académica, es poco racional; es emotivo, crédulo e ignorante; primitivo y espontáneo, pasional. Lo más granado del saber y la cultura se vio obligado a emigrar o fue directamente depurado por los vencedores de la guerra civil. La universidad se vació con la derrota de la República (que sucedió a otra dictadura que quiso mantener un régimen desgastado y corrompido) y fue rellenada con rábulas del Movimiento y carcas de la Iglesia, y eso, tras 40 años de monopolio del saber, dio sus resultados en gran parte de la clase política y económica que hizo la Transición, tanto la clase política que quiso como la que se opuso.  
La gran obra destructora de Franco durará más de cien años, que se dice pronto. Y una de las consecuencias es la mediocridad y la corrupción de élites políticas (y económicas), que deberían ser un ejemplo para la gente corriente.
Falta cultura en cantidades ingentes, cultura extensa, general, y sobre todo cultura política, y sobran culturitas y culturetas; faltan años de práctica ejerciendo la libertad de opinar y discutir; años de democracia, laicismo, tolerancia, pragmatismo y racionalidad en las élites que (mal) dirigen, no digo ya en quienes no lo hacen. 

Padecemos mucha ignorancia, despreocupación por lo que no sea evidente e inmediato, mucho fútbol y poca lectura. Sobran opiniones viscerales y propuestas maximalistas, sin reparar en los costes sociales y económicos; sobra decisionismo y resistencialismo. Y sobra acrítica emulación, afán por estar de vuelta sin haber llegado y por apuntarnos a lo último; sobra postín; somos postineros, en dinero, en posición y en un saber que no tenemos. Y sobra intransigencia respecto a las opiniones discrepantes; es difícil discutir sin disputar.
El caso de la monarquía es un claro ejemplo. Su restauración en 1975 fue problemática desde el punto de vista de la legitimidad, pero, bueno, se hizo, los partidos políticos la aceptaron, pero el problema vuelve a salir ahora, y no está resuelto, ni para mucha gente que hizo la Transición ni desde luego para los que nacieron después. Y podría resolverse con un referéndum, que, al menos hoy (más adelante no lo sé), daría la victoria a los monárquicos. Eso daría a la institución monárquica una legitimidad irrebatible. Pero con la derecha de este país no hay manera; porque es irracional y autoritaria, además de corrupta, y, por su pasado golpista, le importa poco la legitimidad; le basta con ejercer el poder.
Podemos. No es como IU, que desea permanecer en la oposición para siempre. Podemos aspira a gobernar, por tanto sólo puede crecer con un programa amplio, que será un populismo de izquierdas o algo parecido. No creo que sean un monstruo muy distinto de los que hay; les faltan tablas y hay que dejarles que aprendan y se den cuenta de que las movilizaciones se acaban y que las estructuras perduran. A lo mejor inventan algo nuevo, y mejor será que lo hagan manteniendo una relación estrecha con los ciudadanos sin dejarse encerrar en las instituciones, como les ha ocurrido a los demás.
El nacionalismo en Cataluña y en el País vasco es un caso típico de cerrilismo aldeano. Objetivamente son movimientos reaccionarios, sobre todo el caso de ETA y su entorno, que es un producto del siglo XIX, es carlismo en estado casi puro. Y ERC no le va a la zaga.


jueves, 28 de julio de 2016

Otro desafío

Un comentario de Joaquín Pisa sobre la aprobación por la mayoría independentista del parlamento catalán de las conclusiones de la comisión constituyente, que decide la secesión sin negociación y además al margen de la ley. 

Todo eso se ignora cuando dicen que un parlamento hace leyes; claro que sí, pero leyes para las que tiene competencias, y entre ellas no está la de convertir una región en una nación transmutando, por mayoría simple, un parlamento regional en un parlamento nacional. Son leguleyos de brocha gorda.

En el tema nacionalista, el Estado español está acomplejado, o lo están y lo han estado sus gestores. El tema de la patria y de la unidad nacional tiene difícil digestión por dos razones: a) por 40 años de empacho de patriotismo franquista, y b) por el monopolio que ha hecho el PP de símbolos nacionales que son (o deberían ser) de todos. Partido heredero directo, por vía ideológica y biológica, del franquismo y,además corrompido hasta la médula. Y tocar el tema de la unidad nacional parece que aproxima de alguna manera a quienes contaminan todo lo que tocan. La izquierda debe perder el miedo a esa supuesta contaminación y defender sin disimulos no sólo es tema de la unidad, sino sobre todo el de la igualdad de derechos y obligaciones (incluyendo, por supuesto, las fiscales) de todos los ciudadanos del territorio que hoy es España.

Falsos autónomos

A propósito de un comentario de Carmen Vidal a la noticia de que Pablo Echenique (Podemos) ha tenido un empleado sin contrato. 

No tiene disculpa. Si tiene un asistente, secretario o lo que sea, que trabaja para él, debe darlo de alta como trabajador, y si trabaja para el Partido, pues el Partido. Si no hay coherencia entre la conducta privada y el comportamiento político, no hemos avanzado mucho en la regeneración política de este país. Y además es un error táctico de principiante.

Si iba una hora, hacía como muchas asistentas, que cuando son empleadas del hogar tienen contrato y cotizan a la seguridad social. Y cuando no es así, cobran en negro de unos empleadores que defraudan. Con la reforma laboral no hay escapatoria, porque la gama de contratos es infinita. Pero hacen falta que los empleadores quieran.

Si de cada trabajador hacemos un autónomo, un empleado por cuenta propia en vez de un empleado por cuenta ajena, hemos llegado al éxito del neoliberalismo, pues todos seremos empresarios y nos entenderemos en un mercado -libre (¿libre?)- como empresarios. Se acabará entonces la protección estatal, la seguridad social, las pensiones y la sanidad públicas, etc, etc, todo será privado y como empresarios privados tendremos podremos elegir entre distintas compañías privadas sin la molesta tutela del Estado. Desaparecerá el desempleo de las estadísticas y también el subsidio de paro. Habremos pasado del Estado mínimo al Estado socialmente inútil.

miércoles, 27 de julio de 2016

Cosas de la CUP

A propósito de una frase de Anna Gabriel -"Nosotros, que hacemos una lectura feminista de la salida del capitalismo, somos conscientes de que hasta que no cambiemos de modelo económico y productivo seguiremos teniendo la clase trabajadora a merced de estos movimientos migratorios que nos reserva el capital".- comentada por J. L. Vergara.

Y entonces, digo yo: ¿cómo se explica el apoyo de la CUP a Junts Pel Sí y a CDC?, que es el partido del 3%. La CUP, coalición feminista y anticapitalista que quiere cambiar de modelo económico, apoya al partido que mejor representa en Cataluña el peor modelo de capitalismo, que es el capitalismo de amigotes, de los pelotazos, de la privatización de bienes y servicios públicos, del cobro de sobornos, de la quiebra de varios bancos, de la destrucción del entorno natural, del patriarcado, de la religión en la escuela, de las dádivas a la enseñanza católica, de los recortes y adelantado en contrarreformas laborales. ¿Ya saben a dónde van? O mejor dicho, ¿a dónde les conducen Mas y Junqueras?

Ciudades gemelas

A propósito de un comentario de L Roca Jusmet sobre un artículo de Javier Pérez Andújar.

Me gusta. Y comparto, pues Madrid y Barcelona (y Bilbao, Zaragoza y otras ciudades grandes) tienen problemas similares (el de la vivienda, uno de ellos, el de la transculturalidad, otro) cuyo origen es la migración interior. 
Parece ciudades calcadas, con sus barriadas de chabolas, sus barrios de casa baratas, que parecen nichos verticales para vivos, sus empresas constructoras preferidas, su corrupción urbanística; las mismas leyes laborales de la dictadura (y luego de la democracia) aplicadas con el mismo rigor; las mismas dificultades de los trabajadores para salir adelante y las mismas cerradas élites locales reservándose, para ellas y para sus vástagos, los lugares estratégicos del poder político, económico y administrativo. 
No ha habido, ni hay, una opresión de España, ni de Madrid, sobre los trabajadores catalanes, que sea distinta a la que se ejerce sobre el resto de trabajadores del país; sí hay, una opresión de las clases privilegiadas, emparentadas por intereses económicos y lazos familiares, sobre sus respectivas poblaciones. Frente a dos supuestas naciones enfrentadas, lo que existen en realidad pero tapadas por la propaganda son dos clases sociales, la del capital, en versión catalana y en versión castellana, y la del trabajo. 
La clase del capital se comporta en todo el país (en todo el mundo) de la misma manera, y hable la lengua que hable y tenga el programa político que tenga, su conducta es la misma: sacar el máximo provecho del ejercicio del poder (de forma legal o ilegal), obtener el máximo rendimiento del trabajo ajeno, repartir de la forma más desigual posible el excedente obtenido y dificultar la percepción de los trabajadores sobre su verdadera situación con la persistente "venta" de baratijas ideológicas como el deporte, los programas de tv basura, el nacionalismo, la identidad, la religión, la autoayuda, etc, etc.

viernes, 22 de julio de 2016

¿Qué es la historia?


A propósito de un una entrevista a Carmen Iglesias, colgada en FB por José Luis Vergara. La historiadora afirma que en Cataluña se ha enseñado una historia falseada, lo que ha molestado a algunos.

La historia la suelen escribir los vencedores... a veces. Otras, no. 
En nuestros días hay buenos profesionales de la historia, no simples amanuenses que escriben al dictado de los que mandan, que de estos también los hay. La historia no puede explicar toda la verdad, porque toda la verdad es todo lo sucedido, y la historia es sólo un relato sintético que trata de recoger determinados hechos y darles una interpretación y esto exige no sólo intención, sino mucho trabajo de investigación y no pocos conocimientos anejos. El relato de los testigos, y de cuáles testigos, es sólo una parte de la historia. El relato del testigo ocular puede ser muy importante para sí mismo, puede ser decisivo en una biografía, pero puede carecer de relevancia histórica. Lo que llamamos historia, como fruto del trabajo especializado, si está honestamente realizado, que no siempre ocurre, debe ofrecer la visión ordenada, coherente, de una época y señalar las características, el encaje de los sucesos en los procesos, y las tendencias, con mucha frecuencia subterráneas, que recorrían esa época, y eso, en la mayoría de los casos escapa a la percepción de los que viven el momento. Los que vivimos los acontecimientos, por lo general, no tenemos una idea cabal de los mismos. Los vivimos y los sentimos, pero también estamos dominados por ellos; lo que vengan después, los historiadores se habrán librado, al menos, de la presión del presente. 
El historiador E. H. Carr, en su libro "¿Qué es historia?" (Barna, Seix Barral, 1981) tiene una frase que viene al caso: "La función del historiador no es ni amar el pasado ni emanciparse de él, sino dominarlo y comprenderlo, como clave para la comprensión del presente".

Liga Iroquesa

Matizo; es cierto, Luis, lo que dices del origen de la democracia respecto a Europa, pero en América tenemos el ejemplo de la Liga Iroquesa, una confederación de tribus, que tenía un funcionamiento democrático, asambleario y con una especie de constitución que garantizaba los derechos de los individuos; combinaba participación y representación. 
La Liga, cuyo origen algunos atribuyen a tiempos precolombinos, la formaron cinco tribus (mohawk, oneida, onondagas, senecas y cayuga), a las que se unieron los hurones, eires y tuscaroras. Engels habla de ella en "El origen de la familia, de la propiedad privada y del Estado", tomándola de la estancia de Henry L. Morgan entre ellos. De "Ancient society", el libro de Morgan, hay traducción española: "La sociedad primitiva", editorial Ayuso, creo que de 1970 o por ahí.

jueves, 21 de julio de 2016

Retrato industrial

Good morning, Spain, que es different

Me gustaría que, en la legislatura que ahora empieza, los representantes políticos de los ciudadanos dedicaran algún tiempo a abordar los grandes problemas del país, y uno de ellos es una estructura productiva desequilibrada por el tamaño de las empresas, entre pocas empresas muy grandes y muchas empresas pequeñas, con carencia significativa de empresas de tamaño mediano.
“Según el informe del Ministerio de Industria, Retrato PYME 2015, el 99,88% del tejido empresarial está constituido por pequeñas y medianas empresas, y el 95,8% por empresas que tienen menos de diez empleados. El reparto es el siguiente: 1.670.000 empresas (54%) sin empleados, 1.314.000 empresas (42%) con menos de 10 empleados, 108.000 pequeñas empresas (3,5%) que tienen de 10 a 50 empleados, 18.000 empresas medianas que tienen de 50 a 250 y 3.840 empresas grandes, con más de 250 empleados. En 2004, las pequeñas y medianas empresas proporcionaban el 80% del empleo y el 63%, en 2013. A lo cual hay que añadir la dificultad para financiarse, ya que, según el Banco Central Europeo, España es el país de la Unión Europea donde es mayor la diferencia del coste financiero entre las grandes y las pequeñas y medianas empresas, para las que el crédito es un 2,8% más caro que para la grandes, mientras que esa diferencia es del 1,5% en Francia y Alemania” (J.M. Roca: “Perdidos. España sin pulso y sin rumbo”, Madrid, La linterna sorda, 2015).
En España, hay 1,1 millones de empresas familiares, que aportan valor añadido por valor de 262.000 millones de euros y generan casi 7 millones de empleos; estas empresas proporcionan casi el doble de empleo que las demás. En 2013, las empresas no familiares habían reducido  la capacidad de crear empleo de 3,1, a 3 puestos por millón de euros facturados, pero las empresas familiares ha habían aumentado 4 décimas, hasta el 5,1.   
Pero el problema viene de lejos. Según un estudio sobre el I Plan de Desarrollo (1964-1967), realizado por Arturo López Muñoz y José L. García Delgado (“Crecimiento y crisis del capitalismo español”, Cuadernos para el diálogo, 1968), en España el minifundismo empresarial se acompaña por un alto nivel de concentración y monopolio que se explica por el proteccionismo comercial y la influencia de la banca en todo el proceso de industrialización: “El tamaño de la planta industrial es el primer rasgo estructural a que cabe referirse. El número de asalariados por planta es de 11, incluidos minería y servicios, y de 16 sin incluir estos sectores. El número de empresas con menos de 10 trabajadores asciende a más del 80% del total (…) La empresa media apenas tiene relevancia. El porcentaje de empresas entre 50 y 500 trabajadores supone el 18% del total, excluidas las empresas de menos de 10 trabajadores”.
¿Seguimos así? ¿Con ese modelo industrial, tan propio de un país de extremos, formado por multitud de microempresas, por un lado, y por otro, por pocas, grandes y poderosas compañías?

Sus señorías tienen la palabra… si quieren.   

domingo, 17 de julio de 2016

Entre un bolero y un tango

Gastando tinta. Recuerdos.

Hay un bolero que canta que la distancia es el olvido y un tango que afirma que veinte años no es nada. Y los dos tienen razón, no porque el espacio y el tiempo sean categorías relativas, como sostenía Einstein en su endiablada teoría, ni porque sean formas “a priori” de la sensibilidad humana, como indicaba, de manera no menos endiablada, Manuel Kant, sino porque el tiempo y el espacio se miden en la mente humana con instrumentos volubles.
Olvido y permanencia, recuerdo y amnesia, memoria y desmemoria dependen de los afectos, y los afectos traicionan; envilecen o ennoblecen recuerdos; podan, aumentan, niegan, reducen o exaltan decisiones y relaciones para cumplir el papel fundamental de justificar nuestra existencia, aunque sea posteriormente, a toro pasado o muy pasado. Y así, podemos creer que aquella chica que nos rechazó, tenía tendencia a engordar y un carácter un poco fuerte, con lo cual, ahora, estará echa una vaca y tan gritona como su madre. Entonces, gracias al destino, nos hemos librado de casarnos con la suegra. O aquel empleo que perdimos, que estaba bien de sueldo, no era para nosotros, porque podíamos aspirar a más… aunque luego hayamos ido a menos. Y así, sucesivamente, vamos justificando nuestra vida, entre otras cosas, para hacerla soportable.
Unas cosas han quedado voluntaria o involuntariamente olvidadas y, sin embargo, hay otras que se conservan todavía celosamente guardadas en el desván de la memoria, porque conservan el sabor agridulce de lo apetecido y lo perdido, de lo realizado y de lo que se quedó e intento, formando una mezcla difícil de analizar, porque corresponde a una etapa de la vida en que las cosas no se analizan, sino que simplemente se viven, o porque la corta edad y la escasa sabiduría nos permiten creer que todo es posible y que la ilusión es siempre la antesala de las realidades.  
Una de estas cosas que se resisten al olvido es el “Hogar”, el hogar parroquial de la Asunción de Nuestra Señora, aquella segunda casa (o la primera, por la cantidad de horas que allí pasábamos), de la que se han cumplido este verano 25 años de su reapertura.
Se abrió por primera vez a finales de los años cincuenta, como un tele club, y estuvo dirigido por los hombres de Acción Católica de la parroquia. Su segunda apertura, que es la que nos concierne más, representó un cambio notable con respecto a la etapa anterior: la gestión se hizo por jóvenes, chicos y chicas, y las actividades realizadas cambiaron mucho. Claro, que los tiempos habían cambiado.
Asistíamos al enfrentamiento dentro de la propia Iglesia originado entre los aperturistas -partidarios del “aggiornamento” impulsado por el Concilio Vaticano II- y los aferrados a la tradición. Asistimos a los cambios litúrgicos -a la misa en castellano; en algunas parroquias de comulgaba de pie-, a la aparición de los sacerdotes contestatarios y de los curas obreros, al diálogo entre cristianos y marxistas (que costó el cierre de la revista “Signo”), a los primeros encierros de gente en las iglesias como actos de protesta.
Escuchamos desde lejos, con la sordina que dan la distancia, la ignorancia de los pocos años y la censura de la prensa, que en Barcelona había habido un encierro en el convento de los capuchinos de Sarriá, donde se había fundado el Sindicato Democrático de Estudiantes.
Oíamos hablar, ya con frecuencia, de conflictos colectivos, sobre todo en la minería asturiana, que no eran otra cosa que las luchas sociales que empezaban a aparecer pese a los esfuerzos del Régimen por acallarlos (los “25 años de paz” sonaban demasiado a propaganda).
Fuera de España las cosas también cambiaban rápidamente. Eran tiempos de insumisión, de rebeldía, de contestación, de pelos largos y de barbas (¡qué mal vistas estaban!), de hippies y de modas estrambóticas que llegarían aquí más tarde. Todo iba a crujir en mayo del 68, pero ese ya es otro cantar (otro bolero, o quizá otra canción “pop” o “rock”) y para entonces los momentos de oro de nuestra común experiencia ya habían pasado.
En el “Hogar” prendió, sin darnos cuenta, el espíritu de la época y nosotros lo aplicamos a lo que teníamos entre manos.
Fuimos vanguardia de la democracia. Hubo elecciones, candidaturas, programas y casi campaña, entre otras cosas porque Nicolás era de naturaleza mitinera. Y tuvimos presidente y presidenta -Nicolás Martínez del Pino y Pilar Cano Miret- y un montón de gente trabajando en equipo -chicas y chicos-, sin cuota de participación de mujeres. Quizá porque aquellas mujeres valían más –tanto como los hombres- y se hacían necesarias sin tener que recurrir a la protección de un tanto por ciento. 
Hubo un montón de actividades, y tuvimos prensa periódica, y en ella algunos nos aficionamos a escribir. Y hubo libertad de expresión, aunque con matices, porque dimos con uno de los poderes fácticos (aún recuerdo la bronca del cartel de los ejercicios espirituales, que Nicolás quitó de la pared).
Si entonces nos preguntan qué es un poder fáctico, nos quedamos de piedra sin saber responder. Si nos hubieran preguntado por don Luis de la Sota, el cura párroco, habríamos recordado la frase del Quijote: “Con la Iglesia hemos topado”.
Aun así, y vistos desde hoy, los resultados conseguidos en dos años largos de convivencia, relaciones humanas, aprendizaje de la vida, solidaridad y actividades comunes deben mucho a aquella tensión por superar barreras, por llevar más lejos el tope de lo permitido y convertir lo excepcional en cotidiano.
En todo caso, creo que el “Hogar” fue una escuela; una gran escuela de convivencia. Y un buen umbral para dejar atrás la adolescencia y entrar jubilosa y colectivamente en el mundo de los adultos.

Verano de 1990.

Texto publicado en un número extraordinario de “Juventud” (en fotocopias), el boletín informativo del Hogar parroquial de la Asunción de Nuestra Señora, con la intención de fomentar un encuentro de antiguos asistentes, al cumplirse el 25 aniversario de su apertura.             

miércoles, 13 de julio de 2016

Libros sobre Cataluña

Una amiga me ha pedido orientación, para regalar a su padre, que vive lejos (en América), un libro sobre "el problema catalán". Le he contestado lo siguiente:
De lo que he leído recientemente sobre Cataluña: un “Historia de Cataluña” de Juan Reglá, ya un poco antigua (1974) y algo prolija. No sé si hay edición actualizada.
También “Síntesis de historia de Cataluña” de Ferrán Soldevila (Destino, 1978). Es una síntesis en castellano de la “Història de Catalunya”, que ofrece una visión más influida por el romanticismo.
Mejor es “Historia mínima de Cataluña” de Jordi Canal (Turner, 2015) para ponerse al día; Jaime Vicens Vives es buen historiador político y económico, pero ahora está algo desacreditado porque sus textos no coinciden con la deriva independentista, Albert Balcells también es importante sobre todo en los años iniciales del siglo XX, cuando se forma políticamente la burguesía separatista (“Cataluña contemporánea (1900-1936)”, Siglo XXI, 1974, y no sé si hay edición posterior). Lo mismo que Antoni Jutglar en “Ideologías y clases en la España contemporánea (1874-1931) (Cuadernos para el diálogo, 1968). No sé si hay edición posterior. Por lo menos debería haberla.
Sobre el problema actual: “¿España sin Cataluña?” (Península, 2015), de Juan Tapia, ex director de La vanguardia, que es un recopilación de artículos del año 2014.
“Paciencia e independencia. La agenda oculta del nacionalismo”, de Francesc de Carreras (Ariel, 2014). Colección de artículos cortos tomando el pulso de los días, agrupados en tres etapas: Tiempos de paciencia  (1980-2003): el pujolismo; Tiempos de impaciencia (2004-2010): el Tripartito; Tiempos de independencia (2011-2014): el llamado derecho a decidir. Entretenido.
Más temático y sistemático es: “Cataluña. El mito de la secesión”. Desmontando las falacias del soberanismo”, Juan Arza y Joaquim Coll (eds.) (Almuzara, 2014). Muy interesante.
Y más técnico pero necesario es: “Las cuentas y los cuentos de la independencia”, de Josep Borrell y Joan Llorach, donde desmontan los cuentos de las balanzas fiscales y el pretendido expolio que los secesionistas expresan en la consigna. “España nos roba”.
Y la reciente obra colectiva (de 2016) de Gabriel Tortella y otros autores: "Cataluña en España. Historia y mito", que aún no he leído.
Hay otro libro que no me canso de recomendar, cuyo título lo dice todo, o casi todo: “Los catalanes de Franco”, de Ignasi Riera (Plaza Janés, 1999).
Bueno, pues ahí tienes tajo.
Un beso.


("e-mail" a Natali)

lunes, 4 de julio de 2016

Patriota


John Carlin encabeza el artículo "La hora de las mujeres" (El País, 4-7-2016) con una cita atribuida comúnmente a Samuel Johnson: "El patriotismo es el último refugio de un canalla", que, por más que la he buscado no he podido hallar. En "El patriota. Discurso a los electores de Gran Bretaña" (1774), el Doctor Johnson elogia, con buen sentido, las actitudes del buen patriota ("Patriota es el hombre cuya conducta pública está sometida a un principio único: el amor a su país; quien, en su actividad parlamentaria, no alberga esperanzas o temores personales ni aguarda favores o agravios, sino que todo lo somete al interés común") y previene contra los malos patriotas ("El verdadero amigo de su patria se apresta a manifestar sus temores y dar la voz de alerta en cuanto detecta la inminencia de una amenaza, pero lo que nunca hace es tocar a rebato en ausencia de enemigos, o infundir temor entre sus compatriotas sin motivo"). Para Johnson los malos patriotas son los amigos de los bostonianos: "No será patriota quien justifique los ridículos derechos de los usurpadores americanos y pretenda desposeer a la nación de la autoridad legal y natural que esta ejerce sobre sus colonias". Pero en dicho artículo no hay rastro de la famosa cita, que creo tiene su origen en el guión de Stanley Kubrik y Jim Thompson de la película "Senderos de gloria".

domingo, 3 de julio de 2016

Prietas las filas

Good morning, Spain, que es different

Por lo visto, hay poco que cavilar a izquierda y derecha sobre el resultado de las elecciones generales. 
En Podemos el diagnóstico está claro: en la campaña electoral ha faltado calle, ha sobrado marketing, han exagerado las encuestas y hay alguna otra cosilla menor; la culpa ha sido de los medios de comunicación, que han emprendido una campaña contra Podemos, y de la derecha, que ha sembrado el miedo, pero cuesta creer que el millón cien mil votos perdidos en seis meses se deba a personas asustadas por la derecha. No cuela. 
El partido está más cohesionado (dicen) y el líder aún más incuestionado, así que, con esas, adelante, que podremos.
En el PP, como ha sido el partido más votado, nada hay que pensar; los resultados avalan lo hecho y lo que está por hacer, reafirman la valía del candidato, ratifican la gestión del gabinete y santifican la corrupción (ego te absolvo a peccatis tuis), así que para qué pensar en cambiar algo, que, por principio, está contraindicado en un partido conservador. Pero veamos cuáles han podido ser las razones de los votantes de la derecha.
Por lo que se refiere a los efectos de las antipopulares medidas del Gobierno en el campo económico, se debe señalar que hay muchísima gente muy poco o muy mal informada, o claramente seducida por la propaganda gubernamental, que ha asumido el tópico infundado de que la derecha gestiona la economía mejor que la izquierda. Otras muchas personas no relacionan la mengua de salarios y pensiones, el paro y la precariedad en el empleo, el aumento de la pobreza y la desigualdad, los recortes y copagos y su peor calidad de vida con las medidas del Gobierno, porque no perciben que el PP actúe con sesgados criterios de clase. Por otra parte, el Gobierno ha procurado aparecer como víctima de una situación muy adversa, efecto de la herencia recibida de Zapatero, un argumento no combatido lo suficiente por el PSOE, y de las decisiones de la Unión Europea, así que Rajoy, pensando en el bien de España (el patriotismo que no falte) ha hecho lo que ha podido -“gobernar no es fácil”, dice en cuanto puede- para enmendar una situación muy difícil, y lo que ha conseguido es bastante, aunque no suficiente, por lo cual hay que seguir con la misma receta y rechazar cualquier otra que lo pueda poner en peligro y hacer retroceder el país a los tiempos de Zapatero. Ese es el miedo sembrado y a la vez la esperanza que lo acompaña: de la crisis se puede salir… si Rajoy sigue gobernando.  
Otro asunto que hace difícil entender el aumento del voto al PP el 26 de junio son los casos de corrupción que afectan al partido de la derecha, que no han cesado de aparecer desde el 20-D en tramas cada vez más extensas y complejas.
Para los votantes de la derecha, la intención del PP de extender la corrupción a todos los demás partidos (la condición humana), los desmentidos, la protección a los corruptos, la lentitud del Gobierno y de la propia administración de la justicia, los delitos que prescriben o el trato benevolente otorgado a los políticos corruptos (que no son considerados delincuentes como otros), suscitan en los votantes de la derecha la impresión de que las denuncias de corrupción son campañas de desprestigio de la izquierda, que acaban en nada, pues al final, los corruptos están en la calle o son condenados a penas muy leves, cuando no han prescrito los delitos que se les imputan o directamente se han archivado los casos.
Por lo cual, entre los votantes del Partido Popular hay distintos niveles de apoyo: los ignorantes y desinformados, los confiados en la buena voluntad de Rajoy del PP, los desentendidos, los agradecidos y los cómplices, los que sí saben y no sólo no les importa, sino que defienden tal estado de cosas por propia conveniencia y convicción. 

sábado, 2 de julio de 2016

Crisis del PSUC

Un apunte extemporáneo sobre el tema que plantea Luis Roca Jusmet. Alude al PSUC y a las consecuencias de su evolución o degeneración, como se quiera interpretar, que tiene lugar a partir del V Congreso (enero 1981), como máxima expresión de la crisis teórica y política del comunismo en España, pues afecta también al PCE, seguida de lo que se llamaría “crisis del marxismo” que afecta a todos los partidos de la izquierda, teniendo como escenario internacional la gestación de la gran “reacción conservadora”. 
En el V Congreso, el PSUC, que ha perdido la mitad de sus militantes, está dividido entre tres facciones: eurocomunistas (A. Gutiérrez, López Raimundo), prosoviéticos (Ardiaca) y leninistas (F. Frutos). Pero lo fundamental, desde el punto de vista de lo que hoy sucede, es que, por encima de las definiciones, de las apelaciones a la democracia interna, de las críticas a Carrillo, de quitar o dejar en los Estatutos la definición “leninista”, de eurocomunismo sí o no, de la justificación de la URSS en Afganistán, etc, etc, lo que el PSUC, como el PCE, acusa es la rápida y contundente ofensiva burguesa que tiene lugar una vez asentado el nuevo régimen. Es decir, la ruptura unilateral del consenso y el agradecimiento al PCE-PSUC por el servicio prestado en la instauración del régimen democrático y la restauración de la monarquía. Y que la salida negociada a la dictadura (la ruptura pactada, según Carrillo), desechado el gobierno de concentración propuesto por el PCE, el de Salvación Democrática (propuesto por el PTE) y otros auxilios igual de imaginativos, ha colocado a la UCD en la posición para llevar adelante la salida de la crisis desde los intereses del capital (la transición ha pasado sigilosamente por el tema de la propiedad económica). Lo cual supone una restricción de las luchas populares (menos democracia para los trabajadores) y la imposición de duras medidas de ajuste para salir de la crisis cargando, como ahora, el peso de la austeridad sobre los asalariados, que se inicia con el Pacto de la Moncloa y sigue, imparable, con el Estatuto de los Trabajadores, el Acuerdo Marco, la Ley Básica de Empleo y la Ley Antiterrorista, que son el fondo del escenario sobre el que actúan los planes económicos del gobierno de UCD y de las recién creadas patronales (CEOE, CEPYME, etc). Es decir, amparado por el marco de la Constitución recién aprobada, se abre la etapa constituyente de lo que serán los instrumentos de la dominación de clase para el período que se inicia. Todo lo cual entra en flagrante contradicción con el esfuerzo hecho por el PCE y el PSUC por llevar a los trabajadores y a clases populares la idea moderar las luchas para consolidar la democracia, de no provocar a la derecha (el “ruido de sables”), de huir de la huelgomanía y del asambleísmo, de aceptar las medidas de austeridad para salvar la economía nacional, de ser “realistas”... 
Acompaño un artículo de Manuel Sacristán y de la redacción de “Mientras tanto” sobre el citado congreso.

Publicado en FB, el 2-7-2015.
http://elpais.com/diario/1981/01/22/espana/348966003_850215.html

viernes, 1 de julio de 2016

Empresariado

Respuesta a Paloma García.

Doña Paloma, creo que hablé de eso en otro texto, pero mi opinión es la siguiente: con independencia de lo que hiciera el PSOE, que es asunto de ellos, en Podemos no se quisieron sentar a discutir con C'S, entregaron el documento de los 20 puntos y no se dignaron defenderlo. Documento que contenía, además, un veto a C'S en un posible gobierno. Yo admito que no exista acuerdo posible con C'S, pero sólo después de haberse sentado a discutir durante horas, horas... Eso requiere la nueva política, digo yo. Por otro lado, en el acuerdo del PSOE con C's había cosas difíciles de aceptar y otras que se podían discutir. Que era difícil sentarse a discutir con el PSOE y quien se identificaba con el Ibex 35, no lo niego, pero después no se entiende bien toda la ceremonia de la mano tendida y las ofertas de negociar y el declararse socialdemócrata para facilitar las cosas. Y respecto a C'S, tampoco entiendo la actitud de P.I., que en un artículo en El País, el día 6-6-2016, escribe lo siguiente: "Una nueva idea de España, plurinacional y en la que los derechos sociales estén garantizados en un nuevo modelo productivo, no podemos construirla solos; requiere de amplias alianzas sociales, políticas y con sectores estratégicos del empresariado, tanto aquí como en Europa". ¿Y quienes son los sectores estratégicos del empresariado? No son el chino, el panadero, la mercería de la esquina o el carnicero del barrio, sino los grandes grupos económicos, el sector eléctrico, la energía, las telecomunicaciones, la banca, etc, etc. Es decir, los representados políticamente por C's y el PP. O sea que Pablo Iglesias admite que la magnitud de los problemas de este país necesita de la negociación y del acuerdo de mucha gente, y eso que hablaba desde la perspectiva de ganar las elecciones, de sobrepasar al PSOE e incluso al PP, pero quizá esa impresión mía no la tengan todos sus votantes, entre los que me cuento. A sus pies, doña Paloma.

Atrápalo todo (como puedas)

Good morning, Spain, que es different

De manera habitual, para situar ideológicamente a los partidos políticos y a sus seguidores se traza una imaginaria línea horizontal, como una regla de diez centímetros, pongo por caso, cuyo centro sería el número 5 y los extremos el 0 y el 10. Los partidos y sus seguidores ubican sus preferencias señalando su posición en la regla, aunque esto no es exacto, ya que no siempre coincide la visión de estos con la que los partidos tienen de sí mismos. Las posiciones cercanas al 0, al 1 y al 2, corresponden a la extrema izquierda, las posiciones, opuestas, del 8 al 10, señalan la extrema derecha; siguiendo en sentido numéricamente descendente vendrían las posiciones de izquierda (3-4), por un lado, y de derecha por el opuesto (6-7), hasta llegar al centro puro, que, en política realmente no existe, que estaría en torno al 5.
En los extremos, se sitúan los partidos con programas duros, finalistas o revolucionarios, reacios a negociar, pues aspiran a aplicar íntegramente sus programas globalmente transformadores, mientras cerca del centro se sitúan los partidos con programas reformistas, propensos al diálogo y a la transacción; son los partidos de los medios, puesto que comparten el fin (el modelo económico y social, que desean conservar). Salvo situaciones excepcionales, no suele haber acuerdo entre los partidos de los extremos (el pacto a la griega), sino entre los partidos cercanos al centro.
En torno al centro -centro izquierda y centro derecha- es donde se suele hallar el mayor número de votantes, de ahí que los partidos reformistas tanto de izquierda como de derecha moderen sus mensajes para captar parte de este electorado. Esta es la causa por la que, buscando el favor de estos votantes, los programas de la socialdemocracia europea y de la derecha liberal se hayan aproximado tanto, que son difíciles de distinguir en muchos aspectos, pues las diferencias suelen de ser grado o de cadencia en la aplicación temporal, pero similares en sus objetivos.
El quid del asunto está en guardar el equilibrio entre las posiciones típicas del partido y las que no lo son para atraer nuevos votantes sin perder a los habituales. Por ejemplo, el equilibrio entre el programa básico de la socialdemocracia para conservar al electorado fiel y las “ofertas” hechas a electores que no son socialdemócratas, pero que podrían aceptar algunos aspectos del programa. 
Por el lado de la derecha sucede lo mismo: mantener los rasgos típicos de los partidos conservadores (religión, familia, orden, mercado) para los votantes fieles y al mismo tiempo tratar de crecer a expensas del voto de otros, “voto prestado”, con ofertas de su interés que se alejan, en parte, de los rasgos más ti´picos de su identidad.
En torno al centro -al talante y al terreno donde es posible negociar-, es decir a los espacios de confluencia, se forman los gobiernos de coalición, pero puede suceder también que un partido aspire a gobernar en solitario ocupando el máximo espacio del espectro político con un programa tan extenso que sea atractivo para votantes de centro izquierda y de centro derecha.
En los años sesenta del siglo pasado, Otto Kirchheimer definió este tipo de partido de amplio espectro con el nombre de catch all party, el partido “atrapalotodo", una especie de partido bazar con una oferta programática muy extensa, capaz de atraer a electores muy diversos. Este modelo de partido se impuso en Europa después de la IIª Guerra mundial, es apropiado para países desarrollados con régimen de derechos civiles (estado democrático), programa asistencial (Estado del bienestar), sin pronunciadas diferencias sociales (equilibrio de rentas, como tendencia) y con un sistema de comunicación desarrollado, pues el modelo requiere el uso de los medios de comunicación de masas para dirigirse a un público tan amplio. 
En esta situación pierden importancia los partidos de clase (de ricos y de notables, de trabajadores o de agricultores) y se extiende el modelo de partido para todos, popular, que representa las aspiraciones e intereses de muchos estratos sociales, y particularmente de la extensa clase media, que es típica de esas sociedades. Estos partidos presentan, por tanto, un perfil ideológico muy bajo, poco definido, ambiguo (el partido "hipermercado", donde todo está a mano sin tener que desplazarse fuera).
Pues bien, modestamente, creo que Podemos se halla en una encrucijada y debe definir su camino: salir de su ambigüedad ideológica o acentuarla y convertirla en una seña de su identidad; es decir, aspirar a llegar al gobierno sumando todo lo que sea susceptible de ser sumado, a costa de dejarse pelos en la gatera, como partido "atrápalotodo", o preparar el asalto al cielo con los más radicales de sus fieles; o expresado en otros términos de su estrategia: adaptarse a la ideología hoy dominante o intentar arrebatar la hegemonía a la derecha.