La derecha gobernante nos atufa con la neoliberal monserga de que, una vez establecida la igualdad de oportunidades, que es el mayor grado de igualdad (teórica) que es capaz de admitir, el éxito social, político o económico de las personas depende exclusivamente del esfuerzo y de los méritos de cada cual.
No obstante, Wright Mills, en <La élite del poder>, ya advertía de que tal aserto era una ficción y de que la causa del éxito de los triunfadores residía, en la mayor parte de los casos, en las ventajas inherentes a su clase social, en el origen familiar, en la educación recibida -el colegio exclusivo y la universidad selecta-, en las amistades y en el acceso a los círculos adecuados, que se reforzaban con vínculos económicos y enlaces matrimoniales; es decir, con las conductas propias de una cerrada élite, que se blindaba ante los extraños para seguir asegurando las ventajas de su privilegiada situación.
En
España soportamos a una élite económica que, además de protegerse de los
extraños, cuida muy bien de los suyos, lo cual es muy evidente con este
Gobierno. Y disponemos de casos concretos que lo confirman.
Rodrigo
Rato es de esas personas que parece que nacen de pie y con un contrato blindado
bajo el brazo (el pan, cuando lo hay, se queda para los pobretones), pues ha
vuelto a ser “fichado” por el Banco Santander, con la módica cantidad de
200.000 euros anuales por pertenecer a su consejo asesor, que se reúne dos
veces al año. Este es el segundo “empleo” de Rato desde que salió de Bankia, ya
que antes había sido “fichado” por Telefónica con un sueldo similar. A estas
retribuciones hay que sumar la pensión vitalicia de 54.500 euros anuales del
Fondo Monetario Internacional, por su estancia en la gerencia de ese organismo
desde 2004 a 2007. Pero recién dimitido de esta entidad, Rato fue fichado, en
2008, como consejero de la Caixa con un sueldo de 115.000 euros al año, que lo
nombró consejero de Criteria, y también por el Banco Santander por una
cantidad, suponemos, similar.
En
2010, fue nombrado presidente de Caja Madrid a la que dejó, en 2012, ya
convertida en Bankia, con un beneficio teórico de 309 millones de euros de
beneficios que resultaron ser más de 3.000 millones de euros de pérdidas.
Bankia tuvo que ser saneada con 22.400 millones de euros de dinero público,
difíciles de recuperar. Por esta gestión, por la que percibió 2,34 millones de
euros al año, Rato está imputado por la Audiencia Nacional por los presuntos
delitos de apropiación indebida, falsedad contable, estafa y gestión desleal,
lo cual no ha sido obstáculo para ser fichado por el Banco Santander, aunque
por la gestión de Bankia la revista Blommberg
Bussines Week le consideró el 5º peor ejecutivo del año.
Su
gestión al frente del FMI tampoco puede calificarse de brillante, pues un
informe, de enero de 2011, señala que durante su etapa la entidad fue incapaz
de prevenir la crisis y de hacer sonar las alarmas pertinentes. Y siendo
ministro Economía y Hacienda (1996-2000) y de Economía (2000-2004) del gobierno
de Aznar fue uno de los principales responsables de haber puesto en marcha el
modelo de crecimiento económico basado en el ladrillo y en el crédito barato,
que trajeron nuestras nacionales burbujas -inmobiliaria e hipotecaria-, cuyos
estallidos estamos pagando muy caros.
La
trayectoria de Rato es un caso ejemplar de conducta en la vigente sociedad
dual, no sólo dividida por las rentas sino por la diferente movilidad de sus grupos sociales. Susan George en <El informe Lugano> señala que estamos en una sociedad que es dinámica por
arriba y estática por abajo. Por arriba, entre las élites, altos ejecutivos,
bien cubiertos con contratos blindados, se mueven con rapidez pasando de unas
empresas a otras y de estas al Estado, mientras por abajo mucha gente no logra escapar de los
empleos mal pagados y precarios, los jóvenes no logran trabajo estable,
los parados se estacionan en el desempleo de larga duración, aparecen los
marginados perpetuos y se hace muy difícil ascender en la escala social.
La trayectoria de don Rodrigo es también un claro ejemplo de lo bien que funciona la “puerta
giratoria”, que comunica la economía privada con la administración del Estado,
por la que altos ejecutivos pasan del ámbito privado al público, de la economía
a la política y viceversa, pero ganando siempre.
Hoy
ministro, mañana banquero, decía Lenin, un ruso en desuso.
21 de septiembre de 2013
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