Al fin hemos salido de la incertidumbre
en tiempos de tanta zozobra: Gallardón se queda. Sigue en la brecha como
alcalde de Madrid (¡Dios nos ampare!) para servir a Rajoy humildemente. Ha hecho
acto de contrición -mea culpa, mea culpa,
mea maxima culpa, como exigen el Confiteor
Deo y el libro de estilo de Rouco Varela- y retorna a la política como el
hijo pródigo que a punto estuvo de dilapidar su capital político en un arrebato
de soberbia. Como vemos, nada nuevo en el Pentateuco.
Vuelve para servir al vivo, redivivo,
Rajoy, al que tantos líderes y lideresas, buitres y buitras, daban por muerto políticamente, pero no estaba muerto -que
no, ni leyendo el "Marca"-, sino utilizando el famoso ardid del registrador gallego de fingirse fallecido
para desconcertar y ganar por la mano a sus fieles adversarios, y sin embargo
amigos, y hoy miembros incondicionales de su equipo presuntamente ganador en
2012 (en las elecciones, no en las olimpiadas imprudentemente anunciadas en
Madrid).
Resultó que el difunto era un vivo, y los
que se aprestaban a enterrarle y a repartirse los despojos -la túnica sagrada-,
ahora le sirven. La resurrección del líder ha desatado la pugna entre la lideresa Aguirre
y el lideret Camps, ambos exhibiendo cifras de votos que han contribuido al
ascenso de Rajoy y que a ellos no les pertenecen del todo: las cifras de la circunscripción
provincial de Madrid (18 escaños, 49% de votos) se deben sobre todo al número
de habitantes de la capital, regida y desventrada por las obras de Gallardón,
y lo propio le ocurre a Camps en Valencia (19 escaños, 51% de votos) con el
gigante levantino bajo mando de Rita Barberá, así que, al menos, desde aquí al
congreso de junio se avecinan tensiones en el PP, no por ser el primero, sino
por ser el segundo, el discípulo amado y escogido, el presunto delfín, y salvarse de la
quema del viejo equipo, como le ha ocurrido al mítico Zaplana.
Pero Gallardón sigue (loado sea el
ladrillo); sigan, pues, sus faraónicos planes de obras. Adelante con las
excavadoras.
Trasversales, marzo, 2008.
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