miércoles, 30 de septiembre de 2015

Imagine

Good morning Spain, que es different


Imaginemos que Junts pel Si (Together for Yes, para los corresponsales extranjeros), la lista del presidente emboscado (the hidden president list), hubiera obtenido 69 escaños, uno más de los necesarios para tener mayoría absoluta, y que con el apoyo de la CUP (CUP's support) hubiera declarado la independence of Catalonia en un santiamén, cogiendo a Rajoy reading the "Marca", a la vicepresidenta traspuesta (sleeping no beauty), al ministro de Defensa de maniobras con el ejército en Siria (men at war), al ministro del Interior en la capilla (crying in the chappel), a Montoro contando el dinero en el sótano del Banco de España (money, money, money, all is funny in the richmen world), a Aznar en el rancho de su amigo Bush (big boss ranch) en Crawford (Texas), a los más altos miembros de la magistratura disfrutando de la semana caribeña lejos de sus despachos (mulatas, bachata, regatón), mientras en la Moncloa suena con insistencia el teléfono, pero no es Doménico Modugno ni José Guardiola, sino una llamada desde la nueva frontera de Lleida solicitando instrucciones, pero la asistenta (peruvian cleaner) no lo coge porque está fregando (Fairy is the best). 
Olvidémonos de España (forget Spain) e imaginemos lo que acabarían de obtener en Cataluña. Un gobierno con mayoría absoluta (absolutely), sostenido por un partido neoliberal, católico y monárquico (como el de aquí), que está envuelto en varias tramas de corrupción (como el de aquí) y que lejos de colaborar con la justicia hace todo lo posible por escapar de ella (fugitive men and women) (como el de aquí). 
Un partido que ha aplicado con rigor las medidas de austeridad dictadas por Merkel y que se esfuerza por ser admitido en ese selecto club (select club) de neoliberales, que es la Unión Europea (para estar igual que aquí). Es el partido que más dinero ha dado a la enseñanza privada y confesional (más que aquí), que ha deteriorado más la sanidad (entre las peores de Spain) y que ha subido cuando ha podido los impuestos (¡joder con the taxes!) de su competencia (IBI, tasas municipales, impuesto sobre sucesiones y donaciones), (más que aquí). 
También tendrían los catalanes recién independizados un partido como la CUP, quizá seguido de otros de izquierda (soft lefties), aunque esto no es fácil de suponer, que tras apoyar al nuevo gobierno, le exigiría que hiciera todo lo contrario, pues su programa es nacionalista, sí, pero anticapitalista, laico, republicano, antieuropeísta, popular y favorable a los trabajadores y clase subalternas. 
Y además de todo esto, el nuevo gobierno del nuevo Estado tendría enfrente a la oposición de la derecha no nacionalista, españolista o unionista.
Se habría cumplido el sueño de los nacionalistas, Cataluña, como nación, ya tendría su propio Estado, pero sería un Estado sometido a las mismas tensiones que el español, pues los problemas son semejantes, o incluso los mismos, una sociedad afectada por los mismos recortes, escindida por las misma diferencias de renta y oportunidades, recorrida por una lucha política derivada de posiciones e intereses de clase (igual que aquí). 
Cataluña sería una nación, pero una nación dividida (me temo que sin multitudinarias Diadas unitarias), tan dividida o más que España. Y fuera de la Unión Europea.
Imagine and tell us.

Soldevila. Restauración.


“El nuevo rey, aureolado por su juventud y su simpatía, así como por las esperanzas que suscitaba, eligió como lugar de llegada a su reino el puerto de Barcelona. La ciudad le ofreció un recibimiento entusiasta. <Madre mía –decía en su telegrama a la reina Isabel-, el recibimiento que me ha hecho Barcelona excede mis esperanzas y excedería a tus deseos…> Y, en la visita al Fomento del Trabajo Nacional, en respuesta al discurso del presidente Pedro Bosch y Labrús -discurso proteccionista-, Alfonso XII se limitó a decir discreta y halagadoramente: <Si lograse hacer de toda España una Barcelona, estoy seguro de que habría hecho de mi patria una gran nación> (…) Con las cualidades del joven rey y la dirección de Cánovas del Castillo, la Restauración pudo afirmarse. Cánovas, enemigo de la intervención del elemento militar en política, partidario de los dos partidos de turno, a la manera inglesa, puso fin a la era de los <pronunciamientos> y forjó una adaptación a la española, a base del falseamiento de los dos partidos de turno: el conservador, que dirigía él mismo, y el liberal dirigido por Sagasta. Con esto y la organización y arraigo del caciquismo, por ambos partidos, el Gobierno podía estar siempre seguro de obtener una fuerte mayoría que le permitiera gobernar (…) También arraigó en Cataluña, especialmente en la provincia de Lérida. En Barcelona, los máximos caciques fueron el canovista José María Planas y Casals y el sagastino José Comas y Masferrer. La mayoría de los diputados por Cataluña eran, como en el resto de España, del partido que ocupaba el Gobierno (…) En Cataluña, el caciquismo <dio oportunidad para que figurasen en la escena política los valores más acentuados del País> (Vicens Vives). Y en general, el caciquismo tuvo en Cataluña un nivel superior, que no alcanzó en el resto de España”


Ferrán Soldevila (1978): Síntesis de historia de Cataluña, Barcelona, Destino. 

martes, 29 de septiembre de 2015

Lecturas. Jutglar.

¿Cataluña un país ocupado? ¿300 años de expolio? ¿Nos han robado la historia?

Lecturas necesarias.

“La experiencia revolucionaria de 1868-1874 supuso un <shock> sumamente negativo en la dinámica social y mental de las burguesías hispanas (…) Los núcleos burgueses supieron captar la realidad del ímpetu proletario, definido en esta etapa como portador de una mística revolucionaria distinta. El miedo fundamentalmente presidió la acción burguesa y condicionó el gran repliegue del último cuarto del siglo XX. El caso de la burguesía catalana es ejemplar a este respecto: los núcleos fundamentales de la alta y mediana burguesía abandonaron, entre 1868 y 1873, sus ilusiones, pretensiones y veleidades más o menos progresistas, para buscar garantías, refugio y protección en el nuevo pactismo triangular sustentado por la mecánica de la restauración, que pasaría a convertirse, durante una etapa de expansión relativa, en una cómoda plataforma para las actividades burguesas. En este sentido se ha señalado que la fórmula restauradora, con el amparo del Ejército, brindaba a la burguesía catalana la consecución de sus ideales”.

Antoni Jutglar: Ideologías y clases en la España contemporánea II. (1874-1931), Edicusa, 1969, p. 26.

“Efectivamente, a través de lazos y relaciones creadas por el poderoso <grupo catalán> en Madrid (especialmente a través de la acción del influ clan de los López-Comillas), la alta burguesía de Cataluña -con los Arnús, Girona, Güell, Taberner, etc- se encuentra en el centro de la política de la restauración apoyando o derribando gobiernos muy condicionados por las actividades económicas de dicho grupo, especialmente desde la Bolsa y la Banca”.

Antoni Jutglar (1969, p. 28).

“Tal como hemos apuntado en las páginas precedentes, el último cuarto de siglo contempló, en Cataluña, la definitiva distinción entre los grupos burgueses, paralela a una política de concentración familiar que llegó a dar, de hecho, el monopolio económico catalán a un núcleo de treinta o cuarenta familias y que, a través de la acción del grupo catalán en Madrid, manejaron la vida política de España durante varios lustros.”

Antoni Jutglar (1969, p. 34).

Refrendo 1978 en Cataluña

Antoni Puig Sole, aporto unas cifras sobre el referéndum constitucional del 6 de diciembre de 1978. Participación general: 67%, votos afirmativos: 88%; negativos: 8%; en blanco: 4%. En Cataluña: participación 68%; votos afirmativos: 90%; negativos, 5%, en blanco: 3%.
No, Yo no he dicho que esta sea mi democracia, lo digo ahora y lo dije cuando se estaba gestando. Ni digo que haya que mantenerla; al contrario hay que reformar el régimen político salido de la transición. Y remito a "Perdidos. España sin pulso y sin rumbo", que alude a todo eso. Pero las cifras sobre el refrendo del 78 revelan lo que la gente pensaba y sentía en ese momento y el respaldo social que tuvo la reforma del régimen franquista, por encima de lo que muchos ahora dicen que ocurrió. El régimen del 78 tuvo apoyo en toda España, y también en Cataluña, y eso es indiscutible. ¿Que las cosas han cambiado? No lo discuto, pero falsear el pasado no ayuda a entender el presente, aunque puede ayudar a ganar elecciones.
Sobre un comentario de Anna Lombarte.
Pues, Anna, visca!. Pero una cosa son las emociones en la calle y otra la contabilidad de los votos, que también son fuerzas actuantes. Una cosa son tres años seguidos de intensa propaganda independentista y otra lo que decide cada uno de los votantes cuando está solo. Una cosa es lo que pueden decir los dirigentes políticos y otra lo que permite la estructura institucional, que pesa mucho.
Manifestaciones masivas, emoción en la calle, voluntad de decidir, de acuerdo, pero hay que tener en cuenta otras cifras, no sólo las que reflejan a quienes se manifiestan , con todo lo importante que es eso. 
Cataluña tiene 7.519.000 habitantes, de ellos 5.511.000 estaban convocados a la urnas, de los cuales "Junts pel Si" ha obtenido el respaldo del 29,3% y la CUP del 6%, que sumados dan el 35% del censo de votantes, aunque es el 48% de los votos emitidos. Es un porcentaje que permite gobernar, y lo harán con dificultades, pero con esa cifra decir que el independentismo ha ganado las elecciones constituyentes y que puede seguir el proceso para escindir un país y formar un nuevo estado, me parece una pretensión atrevida. Creo que en la CUP lo han entendido así.

domingo, 27 de septiembre de 2015

Cataluña dividida

Good morning, Spain, que es different

Casi mitad por mitad, el voto ciudadano se ha dividido entre el apoyo a las listas independentistas (48%) y a las que no lo son (52%), aunque entre estas alguna hay con ambigüedad respecto al tema que ha polarizado la campaña.
Si se interpretan los resultados como los de un plebiscito sobre la independencia, con una alta participación (77,5%) Artur Mas lo ha perdido con el 48% de los votos, frente a los "unionistas", que han obtenido el 52%. 
La lista Junts pel Sí ha ganado las elecciones autonómicas con 62 escaños (la mayoría absoluta son 68), pero la investidura de Mas no está asegurada y tendrá difícil gobernar, pues depende de los votos de la CUP. La lista de Mas, pese al agrupamiento de fuerzas y personas, ha perdido escaños respecto a los que tenían CiU (50) y ERC (21). ERC ha quedado subsumida por la lista de Mas, quien le ha birlado el programa máximo y convertido en su escudero. Unió ha quedado fuera del Parlament.
El PSC, con 16 escaños, ha remontado los malos pronósticos, pues ha perdido 4 escaños (tenía 20) pero sólo 3.000 votos.
El ascenso más espectacular es el de Ciudadanos, que ha pasado de 9 diputados a 25, y ante el desplome del PP, que pasa de 19 escaños a 11, se convierte en el primer partido de la oposición y en el bastión más firme contra el independentismo dentro de Cataluña.
La CUP, la lista más radical, anticapitalista, independentista, republicana y antieuropeísta, ha pasado de 3 escaños a 10 y paradójicamente se convierte en una pieza importante de cara al gobierno autonómico hegemonizado por Convergencia, capitalista, neoliberal, europeísta y monárquico. 

La independencia de la nación imaginaria ha unido, no sabemos por cuanto tiempo, a dos fuerzas que representan contradictorias posiciones de clase, a la élite dominante durante decenios y a las clases subalternas, respecto al reparto de la riqueza y la organización del poder.
Otra gran derrotada es la lista Cataluña Sí que es pot, que ha obtenido 11 escaños, dos menos de los que tenían ICV-EUiA (13), lo cual pone a prueba la estrategia de Podemos de cara a las elecciones generales. Parte de la explicación de ese mal resultado puede estar en la ambigüedad de sus posiciones, en la confusión que ha rodeado la configuración de la lista y en la alianza con una fuerza claramente descendente, como ICV, que ha perdido el rumbo desde hace años.


jueves, 24 de septiembre de 2015

"El País"

A propósito de un comentario de Luis Roca Jusmet
El País ha perdido objetividad con el tiempo (y con el capital que ha entrado en PRISA) y se ha escorado hacia la derecha y hacia arriba, hacia las clases altas. Eso se percibe muy bien en la información económica (que en origen se llamó "Economía y Trabajo" y ahora se llama "Economía y Negocios" y los domingos "Negocios" a secas) y en el ocio, dedicando recursos a una serie de suplementos que alientan los viajes, la moda, el consumo caro y el vivir bien, y en la colección de triunfadores y triunfadoras que exhiben en los suplementos y en el dominical. Mientras tanto, el diario ordinario ha ido a peor en información y en confección y para venderse ha recurrido al bazar. Aún así, es de los mejores diarios que hay en España, aunque habría que matizar por autores, temas y secciones. La línea editorial (y la propia configuración del diario) son peores, a mi juicio, pero conserva algunos buenos colaboradores. 
En otros diarios sucede lo mismo, que no son monolíticos, por ejemplo, ABC no es bueno en política, es mejor en cultura, donde El País flojea, salvo para promocionar las editoriales del Grupo PRISA. La Vanguardia tiene algunas secciones y colaboradores que son buenos, y unas entrevistas en la última plana que son muy interesantes. En realidad, para estar bien informado habría que hacer una selección de autores y secciones de varios diarios de todo el país. No existe el diario ideal, y además no tenemos otra cosa para estar medianamente al tanto de lo que ocurre.

miércoles, 23 de septiembre de 2015

¿Estrategia o táctica?

Good morning, Spain, que es different
Rebuscando, me he topado con este texto, que responde a un debate dentro del Colectivo Red Verde sobre el nou Estatut. A pesar del tiempo trascurrido creo que tiene vigencia porque, en cierta medida, es premonitorio.
Para que nadie se pueda sentir molesto al sacar estos trapos (limpios) del ropero, he suprimido los nombres de mis interlocutores, que siguen siendo amigos.
Nacionalismo: ¿táctica o estrategia?
Estoy de acuerdo con los principios generales (los ciudadanos tienen derecho a un nuevo Estatuto, a expresarse, a votar, a dotarse de las instituciones que deseen, etc), pero además de admitir los principios teóricos hay que observar la aplicación práctica de tales ideas y no ignorar el uso que de ellas puede hacerse, porque, o bien el nacionalismo es un espantajo o un truco de maniobreros para hacerse con cuotas mayores de poder del que ahora tienen, o si se convierte en un extendido sentimiento acaba reclamando un Estado propio. Y para no ser absolutamente tontos hay que pensar que quienes invierten tanto tiempo y dinero (público y privado) en fomentar ese sentimiento es para luego darle alguna utilidad. Carece de sentido estar difundiendo discursos nacionalistas para luego decir: bueno, aquí paramos. Esa no es la actitud de los partidos nacionalistas, y las tensiones entre centro y periferia a lo largo de los 25 años que llevamos de régimen parlamentario son una prueba de ello.
Porque, una de dos, en ERC y en CiU (y en el PNV) no se creen del todo lo del nacionalismo y lo usan sólo para recoger votos hasta que den con un Estatuto en el que se encuentren cómodos, o se lo creen y van a ir hasta las últimas consecuencias. Yo creo que en esos partidos hay gente que va a ir a por todas.
En cualquier caso, están inculcando un sentimiento en la gente que va a ser muy difícil frenar o desterrar, especialmente en el País Vasco, donde ha corrido mucha sangre y hay sembrado mucho odio. Quizá sea una forma poco noble de hacer política estar continuamente calentando la caldera y abrir de vez en cuando la espita para que pierda un poco de presión.
Por otro lado, si recurrimos a la historia no hemos de dejar de ver lo ocurrido, precisamente, en la Iª y IIª Repúblicas.
Privado de su principal valedor, Prim, el rey Amadeo de Saboya, aburrido de este país, abdicó el 9 de febrero de 1873 y dijo ahí os quedáis, que os compre quien os entienda. Caso insólito en la historia: un rey que abandona un chollo, que no lo debía ser tanto. Tres días después, se proclamó la I República, en medio de la tercera guerra carlista (1872-1876). Y mientras se elaboraba en las Cortes una constitución federal, inspiradas por los anarquistas hubo revueltas populares en Sevilla, Córdoba, Granada, Cádiz, Málaga, Valencia, Alcoy, Murcia y Cartagena, el famoso cantón. Luego, un baile de ministros, dimisiones y, finalmente, el general Pavía disolvió las Cortes y allí acabó la breve existencia de la I República y de la non nata constitución federal.
Segundo acto: IIª República: algo similar; la prisa de unos, la intransigencia de otros, los nacionalistas vascos a lo suyo (la República les importaba un pimiento y la guerra civil aún menos) y los nacionalistas catalanes, también, pues proclamaron el 14 de abril de 1934, la República catalana, pero por lo menos aguantaron junto al Gobierno de la IIª República hasta el final de la guerra civil.
La solución, terrible, dada por la dictadura al problema también la conocemos. Y el problema sigue sin resolverse, porque no se puede resolver, pues tanto Cataluña como el País Vasco son sociedades internamente divididas, con desigualdades de renta y con representaciones políticas muy plurales; no son pueblos ni cultural, ni racial ni lingüísticamente homogéneos, ni naciones montadas sobre criterios comunales y tradiciones compartidas más que en cierta proporción, sino sociedades asentadas sobre el modo de producción capitalista; modernas, industriales, burguesas, abiertas, recorridas por el tráfico de capitales, mercancías, personas, ideas, modas y saberes, que comparten con el resto de España, de Europa y del mundo, y donde, frente al sentido comunitario de las aldeas, predomina un individualismo propio de las ciudades, de sujetos que entablan entre sí relaciones no sólo comunitarias, parentales, sino de interés, económicas, coyunturales, propias de las sociedades modernas. Son sociedades más urbanas que rurales, a pesar de que la representación política de sus habitantes esté desequilibrada en favor del campo y de la fuerza que tiene en el imaginario nacionalista el ámbito rural, incluso precapitalista.
Tanto en Cataluña como en el País Vasco hay más sociedad que comunidad. Y ahí no hay otra solución que negociar sobre la base de la razón guiando al interés y el sentimiento; es decir sólo caben soluciones que no contenten a una parte en detrimento de otra, para poder contentar un poco a todos y disgustar un poco a todos. Pero esta solución no la quieren los partidos nacionalistas, porque piensan siempre en el programa máximo -disponer de Estado propio- y tienden hacia él, y por otro lado, hasta ahora casi nadie ha hablado del coste del programa máximo para la población de las comunidades autónomas gobernadas por los nacionalistas, pues parece que sólo los no nacionalistas son los que deben pagar las facturas políticas y económicas de las aventuras nacionales.
A mí no me importa hablar de autodeterminación, de soberanía y de independencia, pero en serio, sin trucos ni trampas. Y aunque preferiría que no fuera así, como el presunto nacionalista español que según algunos soy, aceptaría que España perdiera parte de su actual territorio si con ello se alcanzaba la tranquilidad en el País Vasco y en Cataluña, por ejemplo. Pero creo que esa sería una mala solución también para esos nuevos Estados, porque los nacionalistas no se detendrían cuando obtuvieran la independencia, pues pretenden formar sociedades homogéneas, recrear la antigua comunidad en forma idealizada; rehacer la imaginada nación nacionalista, formada por individuos cultural y políticamente semejantes; es decir, volver a la situación anterior a la aparición del capitalismo y la lucha de clases.
Al fin y al cabo, para ser lógico, y los partidos nacionalistas en este asunto lo son, el nacionalismo es adversario de la pluralidad; a los nacionalistas les aterra la diversidad, rechazan convivir con personas distintas en un país plural, por eso se quieren separar de España, pero rechazan también una sociedad interna plural (que contenga españoles) porque piensan en países homogéneos, en identidades colectivas, en comunidades ideales, puras, formadas por individuos cultural y políticamente clónicos. Y ese es el objetivo máximo, que se persigue tanto antes como después de la independencia.

martes, 22 de septiembre de 2015

Butifarra

Good morning, Spain, que es different

El señor Linde, gobernador del Banco de España, no es santo de mi devoción, como tampoco lo fue Miguel Ángel Fernández Ordóñez, el inevitable MAFO de todas las salsas de Zapatero, que más parecía un asesor de la CEOE, ni lo fue Jaime Caruana, porque en general unos señores que se levantan (o les cae, que no lo sé) una pasta gansa por ratificar las medidas más antisociales de los gobiernos (que en excesivas ocasiones parecen uno sólo), descuidando su verdadera misión, que es vigilar la marcha de los bancos y no perder de vista a los banqueros. Pero una cosa es eso y otra que quien ostenta la máxima representación del banco nacional no pueda opinar sobre los costes que podría tener la secesión de Cataluña.
¿Que podía haberlo hecho mejor y haberse ahorrado lo del corralito?, sin duda; ¿que en vez de un comentario debería haber aportado una tonelada de datos, porque si no los tiene él, quién los tiene? Pues, efectivamente, podía haberlo hecho. Otra cosa es que un asunto como la hipotética secesión de una parte importante del país no deba preocupar al gobernador del Banco de España.
Pero desde las filas nacionalistas catalanas se ha tomado su opinión como una afrenta. Artur Mas ha calificado las palabras de Linde de “inmoralidad total” y de “irresponsabilidad inmensa” y las ha atribuido a la estrategia del miedo diseñada desde Madrid. “El banco central no puede opinar” ha añadido un nacionalista subalterno. 
Por lo visto, nadie contrario al proceso de secesión puede opinar. Desde las filas independentistas cualquiera puede sumarse a la ola secesionista (pequeños empresarios, deportistas, futbolistas, cantantes, académicos, etc) con encendidas loas, pero los objetores no pueden hacerlo y si lo hacen es por encargo de Madrid. 
El Banco de España no puede opinar en contra de la secesión, los grandes bancos privados tampoco, ni una parte importante de los empresarios, ni quienes se toman la molestia de escribir largo y tendido sobre el tema advirtiendo de los costes de un proceso que se ha presentado en Cataluña (y por ende, en el resto de España) como un viaje mágico y misterioso, tomando la idea de aquella surrealista película de los Beatles, como un viaje sin peaje hacia el país de Nunca Jamás, el que está a la derecha de la tercera estrella, haciendo que los catalanes vuelvan a ser niños y confíen menos en la razón y más en la fantasía.
“No es verdad que pueda haber un corralito. Es falso y lo saben”, ha dicho Mas con autoridad. “¿Qué interés podría tener el Estado en que a la primera economía (del país) 
le pasara algo?" 
El Estado, es decir, España, o mejor dicho sus habitantes, los españoles, en su mayor parte no tienen interés en que a los catalanes les vayan las cosas peor, por eso desean que se queden, y en muchos casos advierten que la secesión perjudicará a todos.  
“¿No habrá flujos entre España y Cataluña, de servicios, de trabajadores…?”. Pues, depende de cómo y cuándo se produzca la secesión y de las negociaciones posteriores a la ruptura. 
Insiste Mas: “Estamos en el siglo XXI, no en la Edad Media; saben que es mentira (…) No tienen otro argumento que este”.
Mas si lo tiene: "un gran corte de mangas" para los dirigentes del PP, del PSOE y de Podemos, que en catalán castizo quiere decir: ¡tomad butifarra!

Muchas repúblicas


Comentario a propósito de unas declaraciones de A. Baños, cabeza de lista por la CUP:  "Si el independentismo gana, nuestro sueño es que se creen más repúblicas en España".

La ubicación espacial es importante en esto del nacionalismo. Cataluña está en una esquina de España y suele generar en sus gobernantes una visión periférica y en los nacionalistas una percepción muy localista y centrífuga de los problemas, como Madrid, en el centro de la península, genera una visión panóptica y centralista. Cada cual piensa según la perspectiva que tiene, aunque no sea consciente de ello; el que es de provincias, como Baños, y se siente de provincias, tiene una visión provinciana de casi todo y concibe el ancho mundo como una conjunción de provincias. Sumemos a eso que, en España, gran parte de la izquierda ha renunciado a conquistar el Estado y desplazar a la burguesía del poder, por disgregar el Estado y aliarse con las burguesías locales para que estas conserven el suyo.

Lo que está detrás es el uso de la lengua como una barrera que sirve para reservar oportunidades (políticas, económicas, laborales, culturales, académicas, etc) a los hablantes en un determinado territorio, de ahí el interés de los nacionalistas por reducir el campo de la lengua franca, que es el castellano. La lengua es una frontera más eficaz que una aduana; no se ve y además es muy difícil de traspasar sin hacer un gran esfuerzo en aprenderla.

lunes, 21 de septiembre de 2015

Helénica sensatez

Good morning, Spain, que es different

¿Están locos estos griegos?, se preguntaría Obélix ante el nuevo triunfo electoral de Siryza. No, no lo están; puede que los romanos que ocupaban la Galia sí lo estuvieran, pero estos griegos, no. 
Tsipras ha conseguido ganar tres consultas en menos de un año -dos elecciones y un referéndum-, y la última en condiciones muy difíciles. En las primeras elecciones planteó a los griegos negociar los planes de austeridad con la Unión Europea, que en el referéndum los ciudadanos respaldaron, pero chocaron con la realidad: que las decisiones de los ciudadanos no valen nada ante los planes dictados por la "troika", el gobierno de facto que okupa las instituciones representativas de la Unión. Europa está gobernada por los bancos y eso hay que aceptarlo aunque duela. 
Instigada por el gobierno de Merkel y Schauble, que interpretó el intento de hacer valer la soberanía de los griegos como un desafío a su ilegítima autoridad, la Unión no quiso negociar e impuso a Grecia un plan de austeridad de extrema dureza para poder conceder el tercer rescate financiero, en condiciones que el gobierno de Siryza no tuvo más remedio que aceptar. 
Ahora Tsipras ha sometido a consulta su intención de gobernar aceptando esas draconianas condiciones y el 35% de los votantes le ha respaldado, aunque deberá gobernar con apoyos. 
¿Qué razones son las que han llevado a los griegos a votar a Siryza para que gobierne con un programa dictado por la UE y tan contrario al que defendía hace un año? 
Pues se me ocurren tres. La primera es el deseo de cambiar y de apostar por algo nuevo, cansados de los viejos partidos que se han estado turnando en el gobierno, y que son los responsables de la situación de Grecia. 
La segunda es una cura de realismo, pues han admitido que no les queda más remedio que aceptar las condiciones impuestas por la Unión Europea.
Y la tercera es que, con buen sentido, prefieren que el programa de ajuste exigido por el rescate lo lleve a cabo un partido de personas sensatas y honradas, pues les parece necesario evitar que las rigurosas medidas de austeridad que se cargan sobre las espaldas de los ciudadanos no vayan acompañadas del enriquecimiento de los mejor situados, que es lo que sucede en España.

domingo, 20 de septiembre de 2015

Tiempo de soñar

Good morning, Spain, que es different

Tiempo de soñar.
Este es el título de la edición española del libro de Geoffrey O’Brien, "Dream Time", publicado en 1988, al que aludía “Palinuro” en su comentario “El viaje no ha terminado”, del 27 de julio pasado.
Ya tengo el libro y confirmo la reseña de Palinuro: es un rápido retrato, efectuado en 1988 y plasmado en algo más de una decena de capítulos (Suburbios, Espías, Glamour, El paraíso de los adolescentes burgueses, La revolución ácida, El mito del nacimiento del hippie, Los chicos de la Ivy League, La dispersión, Música de percusión, Amérika, Amérika, El jardín de las delicias, El gran miedo, Finis Terrae), de los agitados años sesenta en Estados Unidos; un fresco lírico, realizado veinte años después de los hechos recordados, sobre las luces y las sombras de una América convulsa y confundida, y sobre las diversas culturas, o subculturas, que entonces emergieron dando sustento ideológico y soporte personal a los movimientos sociales y rebeldías individuales que animaron la gran insubordinación que conmocionó a la conservadora sociedad de entonces. O quizá sería mejor decir que deformaron la canónica visión que la sociedad estadounidense tenía de sí misma como el mejor modelo de sociedad democrática, laboriosa y consumista, instalada en el progreso ordenado y en la promoción personal, que ofrecía el sueño americano; una negación del american way of life, caricaturizada por sus adversarios en la trilogía sexo, droga y rock and roll, pero que bajo esas expresiones encerraba la crítica de otros aspectos de la vida, alimentaba la creación y animaba la experimentación, e incluso suscitaba un cambio en la percepción de la vida misma, concebida como un viaje -"on the road", como el libro de Kerouc- frente a la existencia confortable y rutinaria, exenta de riesgo y aventura, que, en cierta medida, era el desafío hacia la generación de sus padres de los jóvenes de clase media, los hijos de Marx y de la Coca Cola, muchos de los cuales, pasado el sarampión iconoclasta, se convertirían, veinte años después, en los yupis, las mesnadas de los ambiciosos jóvenes profesionales urbanos que serían la avanzadilla de la “revolución neoliberal conservadora” de Ronald Reagan.
Estos fueron los avispados y pragmáticos que despertaron a tiempo de los sueños de su juventud y se reintegraron en la sociedad colocándose bien, otros, como Janis Joplin y tantos más, pasaron del sueño juvenil al sueño eterno, y unos terceros -trabajadores, emigrantes, minorías raciales- aún esperan que los sueños de entonces se acerquen a la realidad.

sábado, 19 de septiembre de 2015

Dejación de Rajoy

Good morning, Spain, que es different
Francamente, me parece un argumento debilísimo que, en última instancia, se fíe la defensa de mantener la unidad de España a lo que pueda decidir la Unión Europea en el hipotético caso de una secesión. 
En primer lugar, porque el intento de segregar una parte importante del territorio español para formar otro país -una república catalana- se debe a que, por una de las partes, se concibe como la única solución posible a problemas internos de España, no a presiones o intereses de países limítrofes, como ha sucedido en el pasado, o a una consecuencia del crecimiento de la propia Unión, como podría ser la de conceder cierta cabida a regiones en las que existiera algún tipo de litigio territorial o identitario, porque la lógica europea es la contraria.
El llamado problema catalán es un problema interno de España, no un problema europeo más que en sus consecuencias. Es un asunto que compete, en primera instancia, a la soberanía del Estado español, que, por tanto, debe ser abordado y resuelto dentro de España, en instituciones españolas y por actores españoles, que son los partidos políticos y los ciudadanos, incluyendo, naturalmente, los que se quieren segregar.
Confiar la defensa territorial a la legislación europea supone simplemente otra dejación de funciones del Gobierno ante la UE, como tiene por costumbre.
Y en segundo lugar, y más importante, porque deja intacto el discurso de los independentistas al no atender a sus razones más profundas, responder a las trampas de su lenguaje y desmenuzar sus mitos y falsificaciones históricas. Como el que calla, otorga, dejar la solución del problema en manos de Europa supone dar por buenos los argumentos de los independentistas, en vez de darles la correspondiente respuesta.

Refugiados sirios

El problema concierne, antes que a nadie, a los musulmanes, pues son musulmanes los que huyen de musulmanes, pero no en dirección a otros países musulmanes sin guerra y con ortodoxia más estricta (Arabia, Emiratos, Yemen o Irán), sino hacia la decadente e infiel Europa. En la zona chocan los intereses de Irán y de Arabia (sunníes y chiies) por imponer su hegemonía y lograr la umma, la comunidad de los creyentes. Esta sería una de las vertientes de la guerra dentro del Islám (la "fitna" de la que habla Gilles Kepel). Pero dentro de los sunnies hay otra guerra impulsada por los seguidores de las interpretaciones más extremas del Corán. Pero en ninguno de los casos, que yo sepa, hay una condena de las jerarquías (no hay "fetuas" de unos ayatolas contra otros y de unos contra otros muláhs), que parecen respetarse entre sí, mientras azuzan a sus seguidores para que se maten y los gobiernos los financian la yihad. A todo eso hay que sumar los diversos intereses del Occidente no musulmán, los de Israel y los de Turquía, por lo cual veo muy difícil una intervención concertada a corto plazo, así que no queda, por ahora, más camino que actuar para paliar los efectos dentro de Europa (prevención y atención a los huidos que buscan refugio). A no ser que alguien esté preparando en alguna parte una intervención contundente y unilateral, pero sé que Superman no existe.

jueves, 17 de septiembre de 2015

La izquierda que pudo ser

A propósito del artículo de Félix Ovejero "La izquierda que pudo ser" (El País, 17-9-2015, p. 11)
Comparto, en general, el sentir del artículo y desde luego su conclusión. A la espera de los resultados de las elecciones generales que lo confirmen o desmientan, pero posiblemente Podemos sea otro cartucho quemado (¿y van?) en la izquierda española. 
Admito, pues, lo del espacio político disponible, pero discrepo sobre las otras dos condiciones -proyecto común y militancia dispuesta-. 
La mejor expresión del proyecto común hubiera sido un programa político coherente y lo que hemos visto hasta ahora está a caballo de una almazuela, cobertor o patchwork, y la simple lista de la compra de procedencia local y regional, porque de la suma de ideas, reivindicaciones y medidas concretas no sale un programa político coherente. De resultas de lo anterior, el grado de militancia es muy variable y muy apegado a lo local, lo cual es sí no es malo, los círculos en unos lugares funcionan porque tienen detrás actividad social, en otros lugares languidecen como centros de discusión y asambleas interminables, en otros han desaparecido, pero como partido, como organización, Podemos es poco militante. Es más, desde su aparición ha decrecido de forma alarmante la movilización social de protesta, cuando debiera haber sucedido lo contrario si hubiera sido cierto que Podemos representaba esa movilización ciudadana huérfana de expresión política. Demasiada sensibilidad ante lo identitario pero muy poca en materia laboral y sindical. Parece que en el esquema general, casta/ciudadanos, ricos/pobres, arriba/abajo, queda poco lugar para las clases sociales.

martes, 15 de septiembre de 2015

Catalanes en España, españoles en Europa

Good morning, Spain, que es different

Uno de los rasgos más característicos del proyecto de los independentistas catalanes que quedaron más claros en la entrevista concedida por Artur Mas a la “Sexta”, es su habilidad para sortear verbalmente los escollos que van apareciendo en el camino hacia un hipotético Estado catalán.
Para Mas, convencido de la legitimidad de su proyecto, no existen obstáculos insalvables en el “procés”, otro invento de los nacionalistas vascos, que en esto de utilizar arteramente el lenguaje y la propaganda son auténticos artistas. Como lo es el exitoso término “derecho a decidir”, afortunado eufemismo del derecho de autodeterminación, y la idea de tener un Estado propio pero al mismo tiempo compartir el mercado español y europeo, pues ese era el objetivo del Estado vasco asociado, propuesto en su día por el lendakari Ibarretxe.
De la noción fundamental de los nacionalistas de que los Estados son la natural expresión institucional de las naciones y de que cada nación debe tener su Estado, brota como lógica consecuencia que cada Estado deba tener su área productiva propia, para que, al coincidir la independencia política y la económica, la soberanía sea completa.
Esto pudo ser así mientras el capitalismo precisó crear mercados nacionales, de ahí la necesidad de abolir los fueros medievales, pero ahora los hechos van por otro lado y el capitalismo ha desbordado el marco de los mercados nacionales, con lo cual los Estados están perdiendo cuotas importantes de su soberanía ante un mercado internacional crecientemente compartido. Suponiendo que en otros tiempos hubiera una correspondencia necesaria entre nación, Estado y mercado, tal relación ya no es posible en la Europa actual, surgida como un mercado común y un embrionario super Estado, y tampoco en Cataluña, cuyo modelo económico está lejos de la autarquía.
Artur Mas, a quien le importa más el Estado que la nación, parte de la idea de que Europa necesita a Cataluña tanto como Cataluña necesita de Europa y que, en consecuencia, los mandatarios europeos harán todo lo posible para mantener al futuro Estado catalán dentro de la Unión Europea y de la moneda única. ¿Y cómo sucederá esto?
Pues muy sencillo, debiendo respetar los derechos de los catalanes, porque como españoles ya están dentro de la UE, y no está prevista la manera de expulsarlos. Así, de cara a España, los catalanes serán una nación diferente, con su propio Estado, pero de cara a la Unión Europea seguirán siendo españoles.
No puede negarse al señor Mas aportar una solución imaginativa (otro invento de Ibarretxe) al dar con una fórmula que combina nacionalismo y globalización: el Estado es mío, pero el mercado es de todos. En Cataluña mando yo, pero el mercado español y europeo lo compartimos.

Aquella boda F & I

En estos días de zozobra y confusión, para recobrar la cordura es recomendable leer los pormenores de aquella famosa boda entre Fernando de Aragón e Isabel de Castilla en 1469, de la que reniegan los nacionalistas catalanes. Boda concertada por Juan II de Aragón, padre de Fernando, que, tras la muerte de su primera mujer Blanca de Navarra, se casó en segundas nupcias con Juana Enríquez, hija de Fadrique Enríquez de Mendoza, almirante de Castilla. Hay que recordar que en aquellos años se libraba una guerra de sucesión, por la corona de Castilla entre los partidarios de Isabel, sobrina de Enrique IV de Castilla, y los de Juana, la Beltraneja, hija de este rey, apoyada por Francia y Portugal, frente a Aragón, Inglaterra, Borgoña y Nápoles, que apoyaron a Isabel.
Hay que añadir que entre 1445 y 1455, Cataluña sufrió una aguda crisis económica, y hasta 1590 degeneró en deflación, que acentuó la tensión entre la Biga (la oligarquía) y la Busca (artesanos y mercaderes) y en el campo (payeses de remensa). El declive catalán supuso el reemplazo en importancia de Valencia en Aragón, mientras Castilla cobraba una importancia que sería decisiva a lo largo del siglo siguiente. Así que visto lo visto, la boda de Fernando de Aragón fue casi un braguetazo.

Historia compleja

Llego bastante tarde a este debate -en el Foro de Historia-, pues se han dicho ya muchas cosas interesantes sobre el tema. Sobre el tema de la ideología, de la hegemonía, de la propaganda, me parece que los nacionalistas han elaborado un discurso muy simple, y muy eficaz, sobre la dificultad de Cataluña para encajar en España, que ha calado profundamente entre gran parte de la gente; es un discurso simple que arranca de 1714, la gran derrota, o la primera gran derrota, a la que siguen otras en el enfrentamiento de Cataluña con España, que han conducido a lo que Cataluña es hoy en el imaginario de los independentistas: un país oprimido y expoliado. La facilidad con que ha prendido este discurso y lo rápidamente que se ha extendido dan cuenta del escaso conocimiento que en general tiene la gente sobre al historia de Cataluña. Es una historia que ignora las etapas de auge y de declive de Cataluña dentro del Reino de Aragón (reemplazada en ocasiones por Valencia) y con Castilla. No se entiende el problema orillando los conflictos de varias dinastías; los intereses de la España interior (la Mesta, el trigo y el olivo), por un lado, y los de los paños y el comercio de la costa; la proyección de Cataluña hacia el Mediterráneo y la de Castilla hacia el Atlántico; la apuesta por los Austrias, derrotada por el triunfo de los Borbones y los decretos de Nueva Planta, que curiosamente permitirán la posterior expansión de la economía catalana al contar con un mercado mayor si bien muy débil. La emergente burguesía industrial y comercial frente al declive de Castilla y la España interior basadas en la agricultura. La salida a la crisis del 98, que oscila entre modernizar España o emprender el vuelo. Los intentos unilaterales de separación y la aceptación de la tutela del Estado ante las ofensivas obreras. Es decir, un verdadero lío de relaciones entrelazadas, que se aleja del discurso simple de los nacionalistas. Y esta historia de siglos de unidad y lucha, de cooperación y conflictos no puede explicarse ni entenderse con unas cuantas consignas.

jueves, 10 de septiembre de 2015

Ambigüedad de Podemos

Escribe Luis Roca Jusmet
"No me convence nada la argumentación de la postura de "Barcelona en comú" en la votación. Me parece poco convincente. En primer lugar, si es una candidatura que no incluye una reivindicación independentista quiere decir que nadie le ha votado por esto, por lo que debería votar no. Por otro lado, el argumento de que es una agrupación conservadora y que estamos cerca de las elecciones tampoco me parece un argumento de peso.
Nos vemos en una ambigüedad calculada, tanto en "Barcelona en comú" como en "Catalunya sí que pot", que no me gusta. Los catalanes nos jugamos mucho en este proceso. Decir que harán lo que decida la gente, no vale, porque una opción política debe definirse en los temas centrales. Decir que se está por el derecho a decidir es una opción que no comparto pero que es legítima políticamente. Se puede defender el derecho a decidir (postura soberanista) y a partir de aquí hay que decir lo que se votaría". 

Mis comentarios a Luis y a otros partícipes:
A pesar de la corrección mayoritaria de la ley electoral que penaliza a los votantes de las grandes ciudades, ya veremos cuales son los resultados de Barcelona. Estaría bueno que la capital del Nou pais fuera un enclave no independentista, algo así como un Gibraltar en Cataluña.

Lo que decide la gente -¿cuánta gente, quiénes, dónde, a propósito de qué, etc?- son las respuestas a los múltiples estímulos recibidos. Lo que Cruz ve en Podemos es la falta de intención (por motivos diversos) de lanzar esos estímulos. Podemos se coloca junto a los votantes en plan de colega, de acompañante, no de dirigente (de ponente, de proponente) y menos del dirigente que aspiraba a ganar y, por tanto, a gobernar todo el país.

El concepto de hegemonía de Gramsci, una actualización del de ideología dominante de Marx, niega la igualdad en la proposición de un discurso. La hegemonía es la capacidad de un grupo social de atraer con sus propuestas al resto de individuos y grupos sociales y conseguir que sus aspiraciones e intereses parezcan los de todos. Identificar el todo con el interés de una parte, a veces muy pequeña. Hegemonía implica desigualdad. En términos políticos es la capacidad de que dispone un grupo social para dirigir a los aliados y subordinar a sus adversarios. La representación política es la expresión de esa hegemonía. Y eso es lo que no se ve en Podemos, como tampoco se percibe en el PSOE. Es como si no se atrevieran (¿por cálculo?, ¿por miedo?, ¿por táctica?....) a disputar la hegemonía a la derecha.

miércoles, 9 de septiembre de 2015

¿Fascista el PP?

Discrepo de la discrepancia: el PP no es fascista, sino un digno representante de la vieja derecha española carca, reaccionaria y clerical, unas veces monárquica y otras directamente autoritaria, pero siempre antiobrera y antidemocrática. El fascismo era algo demasiado moderno para esta derecha, por eso cuajó sólo en grupos de señoritos chulos y entre el campesinado en vías de proletarización de la España católica y ancestral.

Equidistancia

A propósito de un artículo de Cotarelo en Palinuro

Cierto es que no hay similitud respecto a los poderes y recursos de los que disponen Mas y Rajoy, que las trampas se hacen por ambas partes, que hay pocas ganas de dialogar y de llegar a un acuerdo que convenga a ambas partes, y que es muy difícil defender la no segregación cuando el régimen de 1978 hace agua y en España gobierna el PP, pero creo que la equidistancia es aconsejable cuando se tienen en cuenta las similitudes ideológicas y confesionales del PP y de CiU (ahora CDC), la opaca forma de gobernar y la falta de escrúpulos de sus principales dirigentes. Cuando se piensa, como pienso yo, que la secesión de Cataluña no sería buena ni para Cataluña ni para España, y que el proceso de separación en curso está dirigido y contaminado por los intereses de dos aventureros, la equidistancia responde al principio de precaución ante las consecuencias no previstas.

viernes, 4 de septiembre de 2015

Cambó y el intento de 1917

La neutralidad de España en la I Guerra Mundial proporcionó a la burguesía española y por ende a la catalana una coyuntura excepcional para hacer negocios. Como resultado de tal situación, la burguesía industrial catalana, muy beneficiada por el conflicto, trató de erigirse, según Balcells ("Cataluña contemporánea (1900-1936)", Siglo XXI, 1974) en clase rectora de España, siguiendo, en parte, la idea de Joan Maragall (catalanismo, iberismo, europeísmo). En 1917, La Lliga intensificó las relaciones con los partidos afines de otras regiones de España con la intención de renovar el régimen de la Restauración. A tal efecto, a pesar de la prohibición expresa del Gobierno de Dato, convocó en julio de 1917 una Asamblea de Parlamentarios para intentar una reforma constitucional democrática que contuviera una solución autonómica para el problema catalán (“una revolución sin convulsiones, una revolución desde arriba”, según Reglá (“Historia de Cataluña”, Alianza, 1974). El intento se frustró porque las juntas defensa (organizaciones corporativas militares) apoyaron el Gobierno y, sobre todo, por la acción de la huelga general revolucionaria, en agosto de 1917, es decir, de la revolución por abajo, frente a esa revuelta de notables, si se puede llamar así al cambio dirigido por las clases privilegiadas. El intento regeneracionista se resolvió con un gobierno de concentración con dos ministros regionalistas (Ventosa y Rodés) y con la participación del propio Cambó en el Gobierno de Maura como ministro de Fomento, en 1918, y como ministro de Hacienda en 1921.  
El pueblo catalán, como concepto antropológico, no existe más que como referencia retórica, poética; precisamente el nacionalismo, como intento de restaurar políticamente de la identidad perdida por la hibridación étnica y cultural, es una respuesta a esa ausencia de pueblo antropológico. La expresión “el pueblo catalán” es una metáfora que pretende representar una sociedad con intereses divididos mediante una coyuntural alianza política dirigida por un sector de la burguesía ayer regionalista y hoy devenida independentista.

Está por ver si contablemente la mayoría de la sociedad catalana apoya el proyecto secesionista. De momento es una hipótesis.

jueves, 3 de septiembre de 2015

Sospechosa reforma

Good morning, Spain, que es different


Mira por dónde, nos hemos enterado de que en este país las resoluciones de los tribunales no se cumplen, y no lo ha dicho cualquier indocumentado, sino la vicepresidenta del Gobierno para justificar la intención de convertir de prisa y corriendo el Tribunal Constitucional en un órgano "ejecutor al servicio del Gobierno de la nación, sea de la ideología que sea". Esto lo ha dicho Pascual Sala, ex presidente de dicho Tribunal, que juzga innecesaria esa reforma por la existencia de la ley Orgánica de 1979, que regula al Constitucional, además de lo que contempla el Código Penal sobre el incumplimiento de las resoluciones judiciales.
La Constitución, en el artículo 153, hace depender el control de las comunidades autónomas del Tribunal Constitucional, del Gobierno, previo dictamen del Consejo de Estado, y del Tribunal de Cuentas, y el artículo 155 hace referencia a los mecanismos de que dispone el Gobierno en el caso de que "una comunidad autónoma no cumpliere las obligaciones que la Constitución u otras leyes le impongan". O sea, un arsenal legislativo que hace innecesaria esa reforma, que se presenta como una maniobra a la desesperada para castigar con rapidez el delito que pueda cometer Artur Mas a la luz de los resultados electorales del día 27. Un disparate, que ratifica la intención del Gobierno de buscar la confrontación con Mas y los independentistas.

Hay que hacer algo

¡Hay que hacer algo!
Esa fue la respuesta de Rajoy ante el problema planteado por los miles de personas que buscan asilo en Europa huyendo de la barbarie y el fanatismo. 
Refugiados sin refugio; refugiados expoliados por las mafias que trafican con seres humanos, refugiados rechazados, refugiados castigados, refugiados tratados como delincuentes, que se unen a los que desde el África subsahariana huyen del hambre. 
Hay que hacer algo, dijo alguien que no es un impotente ciudadano cualquiera sino un jefe de gobierno que puede hacer mucho, si quiere, por resolver, o por lo menos por paliar, este problema. De momento, podría aceptar la exigua cuota de refugiados que ha adjudicado a España la Unión Europea, y después, preparar estructuras para acoger a muchos más.
La España interior se está despoblando de manera acelerada, hay cientos de pueblos habitados sólo por viejos, pueblos abandonados, aldeas en venta, campos improductivos y tierras yermas.
Una colonización del interior, además de ofrecer, en primer lugar, asilo y una forma de vivir a miles de personas, podría dinamizar los mercados locales, aumentar el crecimiento del PIB (¡atento, Guindos!) e incluso aumentar la recaudación fiscal (¡atento, Montoro!), si es que estos argumentos pesan más en la agenda de nuestros gobernantes que los sentimientos verdaderamente humanos, de los cuales hay poca constancia. Incluso esta podría ser una ocasión para mostrar que los tienen, aunque sea en pequeñas dosis.
Pero hay otra cosa que podría hacer Rajoy, o mejor dicho que debería hacer como sucesor de José María Aznar, y es tratar de reparar parte del daño que su mentor provocó como miembro del trío de las Azores, que, en un alarde de irresponsabilidad y de superioridad colonial, decidió acabar con el régimen de Sadam Hussein, abriendo el camino a los fanáticos islamistas del Daesh, que, en su intento de hacer realidad la utopía totalitaria de un Estado teocrático fundado sobre nociones políticas de hace 1.300 años, son la verdadera causa de esta desesperada diáspora.

Bilderberg

No he leído aún el libro de Moro ("Bilderberg"), pero apunto un par de ideas: 1) la de que existen contradicciones dentro de esa oligarquía mundial, que no es un bloque homogéneo, y, por tanto, la de quienes ejercen la hegemonía dentro ella, de lo cual son expresiones el Club Bilderberg, la Trilateral o la Sociedad Mount Pelerin, hechas para dirigir a los dirigentes, o al menos intentarlo, y resolver sus "problemas" entre bambalinas. 2) la idea de que la globalización no evita la regionalización y la especialización de áreas.
3) Respecto a Wright Mills, se dice (Maine, Tonnies) que la sociedad moderna se funda en el "contratus" y la antigua en el "status", pero esta distinción no es tajante ni general, además el capitalismo triunfante tiende formar grupos de "status", de "casta", de ubicación social por nacimiento y herencia, como ya lo advirtiera Veblen en su "Teoría de la clase ociosa", en el esfuerzo de los ricos de siempre -de casta- para distinguirse de los "nuevos ricos", que tenían dinero pero les faltaba "clase" (distinción). En "La élite del poder", Wright Mills advierte que en EE.UU. el acceso a los niveles más altos del poder y la riqueza, depende más de la familia, la herencia, la educación (universidades de élite), las relaciones, los estrechos círculos y la endogamia, que de los méritos de los individuos. La élite se realimenta por cooptación y se cierra a los extraños; volvemos a "status".