jueves, 30 de junio de 2016

La transfiguración de Podemos

Good morning, Spain, que es different

O el mal viaje de Pablo a Damasco, que también podría ser el título de esta prometida reflexión sobre Podemos, cuya demora en la entrega espero sepan disculpar mis escasos lectores, pero a veces uno no es dueño de su propia agenda.
Mientras tanto, han salido algunas explicaciones sobre el asunto, que, desde fuera de Podemos, atribuyen la responsabilidad principal a Pablo Iglesias o bien a una campaña que no ha convencido a muchos de los esperados votantes (“no ha calado” o “le han calado”) y desde dentro de Podemos parte del desaguisado se atribuye a la campaña desatada por la derecha y los "medios" en su contra, que no es cruenta, como ha dicho una de portavoces, pero eso ya se esperaba. También se atribuye a la organización, pero hay que recordar que lo organizativo va después de lo político, que es lo fundamental. 
En mi modesta opinión, el problema principal reside en que es difícil saber qué tipo de partido es “Podemos” y hacia dónde se dirige, y no me refiero sólo a la Moncloa, cuando llegue.
Podemos apareció públicamente con un discurso transversal, de tipo populista, que rompía, por inútil, con el eje izquierda y derecha, y enfrentaba a los de abajo, la gente, el pueblo, con los de arriba, la élite, la casta corrompida; defendía los cambios radicales (“asaltar los cielos”) dentro del país y redefinir su relación con el exterior (salir del euro y de la OTAN) y mostraba, al mismo tiempo, mucha prisa y una gran ambición: salir a ganar en solitario y llegar pronto al gobierno (no como Izquierda Unida, que se había dormido en la oposición). 
En las elecciones europeas, recién fundado, obtuvo cinco diputados y sus dirigentes dijeron haber recibido votos de todo el espectro político, incluso de la derecha, lo que pareció confirmar el acierto de su definición transversal.
Pero la aparición de Ciudadanos ocupó un espacio en el centro derecha y desplazó a Podemos hacia la izquierda, lo que obligó a suavizar su mensaje de cara a las elecciones municipales y autonómicas -que no eran las suyas; su objetivo eran las generales-, para no quedar arrinconado donde convenía a la derecha, y, al aceptar la coalición con fuerzas locales y regionales, el discurso inicial se modificó aún más, se hizo más pragmático y el soberanismo local se unió al populismo.
La necesidad de ampliar el espectro para ganar en cuota electoral en las elecciones generales, y su pretensión de superar al PSOE, como había superado a IU, implicaba arrebatarle votantes criticándole y asumiendo, a la vez parte de su discurso para quedarse como la única alternativa de centro izquierda frente al PP y a su posible aliado Ciudadanos. Los resultados de las elecciones del 20/12/2015 no cumplieron esa expectativa, y el rechazo a dialogar con Ciudadanos y a apoyar la investidura de Sánchez a la presidencia del Gobierno abocaron, junto con la jugada de Rajoy de hacerse el muerto, a nuevas elecciones.
Lo realizado en los últimos meses ha sido el intento de remendar el desgarrón con el PSOE y ampliar todo lo posible el abanico de votantes para ofrecerse como la única alternativa al partido de Rajoy. Así lo afirmaba Pablo Iglesias en un artículo (“Somos la alternativa al PP”, "El País", 4/6/2016), que al parecer se creyeron todos los confeccionadores de encuestas.  
Pero aspiración a presentar Podemos como la alternativa al PP implicaba ocupar el espacio de los demás partidos a la izquierda de Ciudadanos; de ahí el repentino “descubrimiento” de Pablo Iglesias como socialdemócrata y fundador de la recién aparecida "cuarta socialdemocracia", tras el fracaso de la “tercera” (la Tercera Vía de Blair, Schroeder, Jospin, Zapatero) y, en un ejercicio digno del lema circense “más difícil todavía”, establecer una alianza electoral con Izquierda Unida (antes despreciada como partido de “gruñones”).
De todo ello lo que resulta es un gazpacho ideológico, pues a la vaguedad del populismo, a la adscripción soberanista -en clave valenciana, catalana, vasca, gallega y lo que venga-, se une el perfil, más consistente a pesar de su crisis, de la socialdemocracia y sobre todo del comunismo, al que Izquierda Unida no ha renunciado. 
Esta coyuntural alianza es vista con desconfianza tanto por los socialistas como por los comunistas (del PCE y una parte de IU), enfrentados, ambos, desde 1921, a raíz de las exigencias de la III Internacional, y por recelos suscitados en la Transición y después (los “olvidos sociales” de la socialdemocracia traidora, para los comunistas, y la pinza de Anguita con Aznar, para los socialistas).
Este drástico cambio de rumbo, intentando sumar lo sumable y lo insumable, efectuado en muy poco tiempo por Iglesias (imagino que seguido, avalado o sugerido por su “comité central”) y acentuado durante la campaña electoral (con apelaciones a la república, a la patria, a la dictadura, a la memoria, a la sonrisa, etc, etc), no ha sido explicado a los seguidores de Podemos, salvo con la intención de ganar y sacar al PP del gobierno, pero no aporta claridad política. Recordemos que Podemos se presentó como una fuerza política nueva y distinta para hacer política de una manera diferente a “la vieja política”, en una situación de deterioro institucional, calificada como “crisis del régimen del 78”, que había que reemplazar por un proceso constituyente. Desde fuera del sistema, se ofrecía a transformar el sistema, ahora parece que sólo aspirar a entrar en él a costa de renunciar a partes importantes del programa transformador.   
Demasiado cambio en tan poco tiempo. Un partido puede cambiar cuando llega al gobierno; suele ser transformado por el ejercicio del poder, pues se ve obligado a adaptarse al ritmo de lo que las instituciones (y el presupuesto) permiten, y necesariamente pierde parte del perfil original. Por eso hay partidos que no quieren gobernar para conservar la radicalidad y la pureza originarias, pues estar en la oposición permite ser más crítico y radical que cuando se gobierna y, de paso, eludir la responsabilidad que implica adoptar decisiones que afectan a millones de personas. 
Lograr mayorías exige eso, negociar, ceder, pero sabiendo en qué se cede, para no perder la orientación fundamental. Pero en Podemos es temprano para realizar un balance sobre ese trance, ya que apenas lleva un año en las instituciones locales. Podemos ha sufrido un cambio de orientación importante, pero no dentro de las instituciones sino para poder entrar en ellas.
En una situación de gran confusión ideológica, cuando parte de la población sufre todavía las consecuencias de una recesión económica no superada y se anuncian nuevos sacrificios, Podemos no aporta claridad, ni señala una dirección a seguir ni esboza siquiera un modelo aproximado de sociedad. Se diría que siendo utópico en muchas de sus opiniones, carece de un modelo de sociedad utópica.
Estamos perdidos, lo afirmo en un libro (“Perdidos. España sin pulso y sin rumbo”) y lo que la gente necesita en esta coyuntura son voces que sirvan de guía, programas que hagan de brújula, de mapas, hojas de ruta o, al menos, marquen un impreciso un destino al que encaminarse, que no sean los nuevos recortes, las nuevas medidas de austeridad y los nuevos casos de corrupción, que garantiza la “Marca España”. Pero nadie lo ofrece, y tampoco Podemos. 

lunes, 27 de junio de 2016

El tortazo

Good morning, Spain, que es different

Desde la irrelevancia política que tiene opinar en este modesto rincón, he apuntado en ocasiones algunas críticas a actuaciones de Podemos señalando lo que me parecían errores que se debían corregir. No he querido cargar las tintas ni hacer sangre antes de las elecciones, pero tanto en público como en privado he aconsejado calma, esperar y ver, o he cedido con un ¡ojalá! a las opiniones entusiasmadas de amigos y conocidos, que, seducidos por el triunfalismo de los dirigentes de la formación, respaldado por los vaticinios de las encuestas, albergaban una desmedida esperanza sobre el resultado electoral que para mí carecía de fundamento.
Partiendo de las expectativas declaradas por el principal dirigente de un partido nacido para ganar, no como la vieja izquierda que se conformaba con perder año tras año, los resultados del 26-J-2016 son decepcionantes, pues expresan un doble fracaso: el de no ser el partido más votado, mérito que sigue conservando contra toda lógica democrática el Partido Popular, y el de no haber superado al PSOE; el “sorpasso” acaba en un fenomenal tortazo. De momento, el nuevo partido que venía a cambiar la noción misma de la política en España ha fagocitado a Izquierda Unida, que es como alancear un moro muerto, según el viejo refrán castellano, y ha facilitado, no sólo él, claro está, el triunfo del Partido Popular y abre la puerta a que pueda volver a gobernar Mariano Rajoy, aunque no lo tiene fácil.
La campaña electoral ha tratado, inútilmente, de corregir la actitud sectaria y prepotente de Pablo Iglesias respecto al PSOE y a Ciudadanos, recurriendo a un exceso de zalamerías, que no han podido borrar lo hecho y lo dicho en el mes de marzo. El momento dramático era aquel, cuando el nuevo partido, que representaba la nueva política, debía mostrar que era digno de la confianza de los electores y avenirse a formar gobierno con lo que había, pero prefirió darse otra oportunidad con una maniobra digna de juego de tronos. Lo que sucede es que a la gente, al menos a una parte de la que vota a la izquierda, no le gustan las tácticas que juegan con sus necesidades y las ponen detrás de los intereses de los dirigentes de un partido, aunque sea el suyo. Eso es vieja política, muy vieja política.     
La pérdida de un millón de votos ha sido el precio pagado por las “líneas rojas”,  la alusión a la “cal viva” y el desdén con que Pablo Iglesias trató a Sánchez y al PSOE y a Rivera y a Ciudadanos. Y ante lo dicho y lo hecho en el momento crucial para el país en que se trataba de formar un gobierno que sustituyera al peor gobierno de la etapa democrática, las reiteradas ofertas al PSOE a pactar después, la escenografía de la mano tendida, el acuerdo del beso, la repentina vocación socialdemócrata, las amables alusiones a Zapatero (el mejor presidente de la democracia), el vídeo de la sonrisa o el catálogo-programa Ikea-style han servido de poco; muestran imaginación, capacidad innovadora, dominio del marketing, habilidad para colocarse bajo los focos y una concepción comercial de la política, que no es nueva, aunque sí más atrevida, pero al mismo tiempo trivial, teatral.
Con mucha prisa, como todo lo que ocurre en Podemos, Pablo Iglesias ha querido cambiar, pero mucha gente no le ha seguido, no le ha creído o no acepta la rápida mutación de un partido radical, que aparece, en 2014, para acabar con el régimen del 78, y apenas dos años después maniobra con denuedo para auparse y gobernarlo desde una posición hegemónica.
Mañana hablaré de este drástico cambio de orientación.  

domingo, 26 de junio de 2016

A votar

Good morning, Spain, que es different
Se acabó la reflexión, ya hemos tenido suficiente reflexión, si es que no habíamos reflexionado antes, a la luz de todo lo ocurrido desde el 20 de noviembre de 2011, infausta fecha, en que el partido Gurtel, dirigido por Don Tancredo, el teleplasmático y sobrerremunerado líder ausente, tomó el relevo del desfalleciente Zp, para conducir España hacia un empobrecimiento tan acelerado para la mayoría como rápido ha sido el enriquecimiento para otros (España está a la cabeza de Europa en aumento de ricos durante la crisis).
Los años de Rajoy, de Guindos, de la Soraya, la Mato, Báñez, Montoro, Wert y demás patulea son de los peores que recuerdo, en una vida que ya va siendo larga, porque me han recordado los años de la niñez y de la mocedad, bajo la ominosa dictadura del hombre que moldeó la mente y el gesto de la derecha para más de un siglo.
Llegó el momento de votar. ¡A votar, a votar hasta enterrarlos en el mar!, como diría Rafael Alberti. O mejor no, que bastante sucio está como para añadirle una dosis insuperable de contaminación; a votar para echarlos al estercolero, que es su lugar natural, el recipiente adecuado para su inmundicia, la residencia necesaria para los próximos....30 años, por lo menos, que es lo que van a tardar en renovarse, renegar del franquismo que defienden a capa, sotana y espada, depurarse de corruptos y convertirse en un partido de personas normales, de derechas pero normales, cuando lleguen a darse cuenta de que las personas normales no habitan, gobiernan y viven cómodamente entre la podredumbre.
De momento, la regeneración del país como tarea prioritaria exige que pasen a la oposición, y los que lo merezcan a la cárcel, hasta que los historiadores les manden al estercolero de la Historia.
¡Buen día!

viernes, 24 de junio de 2016

Stormy weather

Good morning, Spain, que es different (and Britain, too)

Nubes de tormenta sobre las islas británicas; quien sembraba vientos ha recogido las correspondientes tempestades, no cuándo ni cómo pensaba pero seguro que las sembraba, fuera o no consciente de ello. Cameron, el “premier” británico, ha actuado como un aprendiz de brujo, pero no sólo él.
El triunfo del “brexit” es un suceso, pero dentro del hasta ahora imparable proceso de deterioro del proyecto europeo, al que han contribuido, y no poco, los gobiernos ingleses con su exigencia de recibir un trato preferente y su aliento neoliberal y thatcheriano sobre sus socios, así como los gobiernos de los partidos conservadores y socialdemócratas europeos que han respaldado, primero, la actual configuración de la Unión Europea desde el Tratado de Maastrich y el Pacto de Estabilidad, y, después, las medidas de austeridad exigidas por el FMI, la OCDE, el Banco Central Europeo, el Bundesbank y la Comisión Europea.  
El triunfo de los partidarios de que el Reino Unido salga de la Unión Europea señala la primera ruptura territorial en un país impensable. Primero se creyó que podía ser Grecia, ante los sacrificios que la “troika” exigía, pero Lagarde, Merkel, Juncker, Schauble y compañía sofocaron el conato de rebeldía de los griegos con un rejón de muerte y unas banderillas de fuego que los doblegaron, con el aplauso de nuestro servil Gobierno.
Así, pues, el “brexit” señala una ruptura nacional, la primera en un proyecto amenazado por otras rupturas territoriales, que ya veremos cuánto tardan en manifestarse, pero recorrido por rupturas internas, trasversales, sociales y geográficas.
La primera de ellas, que afecta sobre todo a los trabajadores y clases populares, es la ruptura de los ideales asistenciales contenidos en el Estado del Bienestar, erosionado desde hace 30 años y herido casi de muerte con las medidas de austeridad.  
La segunda es el ideal democrático, la representación política de la ciudadanía, echada abajo por el gobierno de los expertos, la burocracia de Bruselas y el imperio de los grandes bancos, con Merkel convertida, de facto, en canciller de Europa, en un caso inusitado de consentida usurpación de funciones. El “brexit” es también una reacción a la Europa bajo hegemonía alemana.
La tercera ruptura es la existente entre los países del Norte, seguidores incondicionales de las medidas de austeridad del gobierno alemán, y los países del sur, que marca no sólo una Unión de dos velocidades, sino de dos sensibilidades y formas de vida.
La cuarta ruptura es trasversal, social, transnacional, reflejo de políticas con un fuerte contenido de clase arbitradas por la Comisión Europea, que han hecho aumentar la desigualdad, la diferencia entre rentas, las diferencias entre los ricos y los pobres, a consecuencia de medidas que han ido destinadas a transferir riqueza desde los estratos bajos de la población hacia los estratos altos. En esta política, el gobierno español ha sido un alumno aplicado.   
La quinta ruptura es la existente entre los principios y las prácticas, y la existencia de normas muy estrictas por un lado y clamorosas excepciones por otro, sean de tipo económico (el cumplimiento de la deuda no ha sido el mismo para España o Grecia, que para Francia o Alemania), o sean de tipo político (gobiernos como el de Polonia o el de Hungría, que no tienen homologación posible con el resto, y las propias excepciones a Gran Bretaña).
Los ciudadanos ingleses han elegido, posiblemente mal, respondiendo de manera emotiva y de forma simple a una situación muy compleja y posiblemente muy mal explicada, pero han expresado un malestar que no es exclusivamente inglés. Han señalado, también, un problema de la Unión Europea. Esperemos que lo sepan entender quienes dicen que la gobiernan.


jueves, 23 de junio de 2016

El virus

Volvemos a Ortega (tan germánico), si España es el problema y Europa la solución; por una vez, hagamos algo nuevo, original (si es que sabemos). El independentismo lleva en su seno el mismo virus que el resto de España, porque forma parte del mismo molde; es una tarta que algunos quieren cortar pensando en llevarse un trozo con un sabor distinto, pero es que en Cataluña tiene los mismos ingredientes que en Castilla, Valencia, Murcia, Galicia, Andalucía, etc, etc, porque somos los mismos ciudadanos, educados de la misma forma por las mismas élites intelectuales, dirigidos en lo económico por los mismos empresarios y gobernados por políticos salidos todos del mismo crisol. No hay salvación local, regional, autonómica, nacional, porque el cáncer está dentro, como también dentro e igualmente repartida hay mucha gente honesta partidaria de una catarsis. Ese es el reto: acabar con el virus, no repartirlo.

A Homs no hay que hacerle mucho caso. Lo que está no diré destruido pero si muy tocado es el régimen de partidos catalán; salvo ERC, todos los demás están en divididos y no digamos CiU-CDC, hasta al vanguardia de la vanguardia está partida; la independencia, aún no lograda, devora a sus hijos. A pesar de las villanías y la torpeza del gobierno, el Estado no se cae, pero hay que restaurar las instituciones y otras muchas cosas.

martes, 21 de junio de 2016

"Moderado” Rajoy


Good morning, Spain, que es different

El eje principal de la campaña electoral del Partido Popular ha sido suscitar en los votantes el miedo a lo que pueda hacer (y deshacer) un gobierno en el que estén presentes Unidos-Podemos, porque podría llevar a España por la senda del desastre. Para evitarlo, los votantes, colocados en la disyuntiva de elegir entre los radicales (los comunistas y los bolivarianos) o los “moderados” (ellos), deben votar al PP, porque, según Rajoy, son “los buenos”.
Desconozco el significado preciso de palabras como “buenos” y “moderados” en la jerga de los registradores de la propiedad, pero, si nos atenemos al sentido que tienen en el lenguaje común, se percibe un uso con intención dolosa, es decir, con ánimo de engañar a la gente, porque a lo largo de la legislatura se ha comprobado con cifras y actitudes que la forma de gobernar de los “buenos” ha tenido para la gente efectos muy malos, y que si hay una palabra inapropiada para calificar el mandato de Rajoy es la de “moderado”.
Nada ha sido moderado durante la legislatura, ni los propósitos buscados ni los medios utilizados, sino más bien lo contrario, la norma ha sido lo extremoso, lo radical, incluso lo brutal. Brutales son las cifras de paro alcanzadas, sólo entre 2012 y 2013 se destruyó un millón de empleos, cuando la tasa máxima de paro alcanzó el 27% (6.200.000 parados según la EPA), y sigue siendo alta con el 21% de la población activa; brutal es el paro juvenil (52%); brutal es que los asalariados hayan dejado de percibir 21.000 millones de euros por la reducción de los sueldos. Brutal es la deuda externa, que es de 1,8 billones de euros; brutal es la deuda pública (1,095 billones de euros), que ha llegado a la cifra más alta desde 1909; brutal es haber gastado en cuatro años la mitad del fondo de reserva de las pensiones (queda un remanente de 32.481 millones de euros, de los 66.815 millones que dejó Zapatero). Brutal es que tres millones de personas hayan dejado la clase media, en un experimento de ingeniería social, al parecer sin consecuencias para sus inductores. Brutal es que España sea el tercer país europeo con más pobreza infantil y que sea el segundo donde es más fácil correr el riesgo de ser pobre. Brutal e insoportable es el número de casos de corrupción que afectan al Partido Popular.
No es efecto de la moderación que el poder adquisitivo de los salarios haya retrocedido a niveles de hace veinte años; ni moderado ha sido el rescate de la banca con fondos públicos, ni moderado ha sido el nivel más alto de la prima de riesgo -642 puntos básicos en julio 2012- (más que con Zapatero). No han sido moderados los beneficios de la banca y de las grandes empresas, en particular los oligopolios, ni los sueldos y extras de sus directivos; ni moderada ha sido la evasión fiscal, premiada, además, con una amnistía; no es un resultado moderado que haya un millón y medio de familias donde todos los miembros carecen de empleo, 800.000 hogares sin ningún ingreso y 500.000 en pobreza severa; no es un dato moderado ni alentador saber que el 35% de los asalariados percibe un sueldo de 645 euros al mes, que el 55% de las horas extras realizadas no se cobran y que tres de cada diez contratos temporales duran menos de una semana.
El Partido Popular, el partido de los “valores”, los ha pisoteado todos para perseguir sólo uno, el “valor del dinero”, siguiendo la vieja máxima del PP valenciano de “estar en política para forrarse”, pronto y de cualquier manera (legal, alegal o ilegal) con dinero ajeno, con fondos públicos, con dinero de todos entregado a su gestión y a su custodia.
El Partido Popular, el partido de las personas “normales”, el partido de los “buenos”, el partido moderado, el partido del orden, ha demolido el orden laboral, instaurando una dictadura del capital sobre el trabajo, ha hundido miles de pequeñas empresas y con ellas parte del modelo económico, ha hundido miles de economías familiares, incluso miles de vidas al privarlas de dos soportes esenciales -el empleo y la vivienda- para tener una existencia mínimamente digna; ha hundido la cultura, la investigación y la innovación para unos cuantos años y ha abolido, con decretos y con leyes propias de una situación de excepción, artículos enteros de la Constitución referidos a derechos laborales y civiles de los ciudadanos. 
Todo esto, que no es una lista exhaustiva de lo perpetrado en poco más de cuatro años, sino un apretado recuerdo, supone un conjunto de cambios tan radicales, tan profundos, que si algo análogo hubiera sido efectuado por un partido de la izquierda, la derecha, el PP, lo hubiera calificado en seguida de revolución; pues eso ha sido, una revolución, un drástico cambio en las relaciones del poder político y social en favor de una parte de la sociedad, curiosamente la mejor situada, la más boyante económicamente, en detrimento de otra, que ha sido despojada, en muy poco tiempo, de poder (la verdad, es que no tenía mucho) para ser despojada de riqueza.

Lo ocurrido en estos largos y extremosos cuatro años ha sido una verdadera “revolución conservadora”, utilizando el término puesto en circulación por Ronald Reagan y Margaret Thatcher en los años ochenta, y, empleando los familiares términos patrios, uno de nuestros frecuentes saltos atrás, de nuestros fáciles retrocesos, que luego cuesta tanto remontar; una contrarreforma, una de las restauraciones conservadoras que van marcando nuestro imparable movimiento pendular. Llevado a cabo, como siempre, por un partido moderado en nombre del orden y del progreso de España. Y habrá quien se lo crea.

¡Ah! El poder...

Good morning, Spain, que es different
Tanto el PSOE como el PP, especialmente este último y con bastante inquina, han utilizado como crítica política contra el que es su gran adversario político, el argumento de que Podemos (Unidos-Podemos) espira a sobrepasar al PSOE y, sobre todo, a alcanzar el poder. 
¡Almas de cántaro! ¡Pues, claro! Que no son unos juegos florales. De eso va este asunto; este de las elecciones, por un lado, y el de la política, por otro, como decía de modo drástico el viejo Weber, en una célebre conferencia: "Quien hace política aspira al poder; al poder para conseguir otros fines, o al poder por el poder": Todos los partidos que concurren a las elecciones aspiran a ejercer el poder en alguna medida, unos, en mucha medida, otros, en poca, si no queda otro remedio, pero todos aspiran a ejercerlo.
Lo que cambia no es la ambición, la aspiración a ejercer el poder, que tanto el PP como el PSOE han creído durante muchos años que les pertenecía en exclusiva, tanto que habían creído que el Estado era un territorio para siempre conquistado y que se podían repartir sus parcelas cada cuatro años.
Lo que puede cambiar, si Podemos llega al Gobierno, que no es ejercer todo el poder del Estado, no es la ambición de ejercer el poder, sino cómo se ejerce y para qué se ejerce.
Respecto al para qué, la coalición ofrece un vasto programa de reformas en favor de los más desfavorecidos, discutibles, pero como todo, y una intención regeneradora que no se puede negar.
Respecto a cómo ejercer el poder, hay que esperar y ver cómo lo ejercen los nuevos, si es que llegan a hacerlo, pero, ¡ojo! sin olvidar como ejerció el poder, en su día, Felipe González, cuando disfrutaba de mayoría absoluta; no conviene olvidarse de Boyer, ni de la chulería de Solchaga, el navarrico, en lo referido a la economía, a la industria y a la Hacienda pública, ni de Corcuera o Barrionuevo, en el tema del "orden público".
Por la forma y por el propósito de ejercer el poder, nadie del PP puede impartir lecciones de democracia, de diálogo, de claridad, de honestidad, de transparencia, ni tampoco de eficacia y de respeto a la oposición.
A la frase de Weber, el PP valenciano respondió hace tiempo por boca de uno de sus responsables: "Yo estoy en política para forrarme". Y la frase se convirtió en una consigna, que señaló una manera de ejercer el poder.
Vigente hasta hoy, o mejor dicho, hasta el próximo domingo.

domingo, 19 de junio de 2016

Eres valiente, Luis (Roca Jusmet). Yo no lo tengo tan claro. A fuer de ser internacionalista, creía que no era nacionalista, pero puedo admitir que lo soy en algún sentido, pero con matices, con dudas. Los nacionalistas dicen, para igualar el debate, que todo el mundo es nacionalista de alguna parte; es posible, pero con grados; se puede ser nacionalista al 100% y serlo al 1%, ser nacionalista acérrimo y ser nacionalista escéptico, ser nacionalista creyente y ser nacionalista agnóstico o con dudas, si es que tal sentimiento admite grados. Lo cierto es que no somos espíritus políticos y jurídicos puros, ni tampoco entes culturales internacionales sin tocar tierra en algún lado, porque en algún punto del suelo vivimos, también somos territoriales y eso nos vincula a un país, a no ser que seamos únicamente ciudadanos locales o comarcales, pero indiferentes a lo que ocurre más allá de lo que escapa al horizonte al que llega nuestra mirada. Pero creo también, que el mejor patriotismo es el de los derechos civiles, el de la igualdad jurídica y política de los ciudadanos, y ,a ser posible, el de la menor desigualdad económica entre ellos y, desde luego con un conjunto de derechos mínimos garantizados. Razón por la cual, mi patriotismo constitucional está muy matizado cuando se refiere a esta Constitución concreta y no a un principio político en general. La Constitución de 1978, fruto de una determinada correlación de fuerzas que no conviene idealizar, necesita una profunda reforma para hacerla, precisamente, más igualitaria, más democrática, pero, también define el marco político y jurídico actual, frente al cual los independentistas ofrecen un impreciso modelo que tiene unos innegables visos demagógicos y autoritarios que van perfilando una sociedad homógénea, xenófoba y excluyente. Y que yo, como europeo, español y catalán, aunque residente fuera de Cataluña, no puedo aceptar.

Prisioneros de ellos mismos

Los nacionalistas están prisioneros, primero de la geografía (el territorio, el clima, el paisaje), y luego, al manipular el pasado, prisioneros de la historia, de la historia inventada y de su papel en ella. Y después, paradójicamente, reclaman autodeterminación. 
Como decía Erich Fromm en "El miedo a la libertad", para el hombre autoritario, el héroe no es quien se rebela contra el destino, sino quien lo asume y se somete a él. 

"Brexit"

Sobre el post de un profesor nacionalista catalán (Héctor López Bofill), que dice que el asesinato de la diputada laborista Jo Cox, demuestra por desgracia que toda transformación constitucional profunda exige muertos.

a) los ingleses no tienen constitución; b) la salida de la UE no implica cambios jurídicos profundos, y además Jo Cox, como laborista defendía la permanencia en la UE, c) el agresor procede de unas filas que no se entretienen en minucias jurídicas, d) este "profesor" de lo que sea, parece que piensa más en España que en G. Bretaña, e). y parece que se coloca del lado del agresor, al que considera una especie de paladín del nacionalismo y de la ruptura con Europa como un acto de independencia de Inglaterra respecto a quien la oprime, f) no conviene tomar medicamentos sin prescripción facultativa.

Como dice el autor (José Sorolla), una sola respuesta no puede resolver un problema muy complejo. Y no parece casual que ante un orden mundial cada día más complejo vayan apareciendo, también en España, propuestas políticas, con visos en apariencia muy democráticos -refrendos-, que ofrecen soluciones rápidas y sencillas a problemas muy difíciles de resolver y aun de plantear. El triunfo del <brexit> plantearía, al menos, dos tipos de asuntos: los negociables y los no negociables. La separación daría lugar a una larga negociación política, de 7 a 10 años, dicen; a una negociación económica, también larga, para reajustar las nuevas relaciones (seguramente un tratado bilateral o algo parecido), pero habría un ámbito donde no habría negociación posible, que es el mercado financiero, que es instantáneo, diario, mundial (inmediato, inmaterial, permanente y planetario, como dice Ramonet), donde el dinero, que es muy cobarde va donde quiere, cuando quiere. Y en este tema, Gran Bretaña no es cualquier cosa, sino que es la City. Uno de los mayores centros financieros del mundo y un puntal en la Unión Europea.

martes, 14 de junio de 2016

El que calla, otorga

Good morning, Spain, que es different
Tres apuntes a vuela pluma sobre el debate electoral anoche (13-6-2016), que no me gustó ni por la hora, ni por la duración ni por el formato, a cuatro.
En las intervenciones de Rajoy hubo tres afirmaciones que se dejaron pasar o no fueron rebatidas con la suficiente contundencia por sus oponentes.
Primera. Utilizó a estas alturas -¡junio de 2016!- el sobado tema de la herencia recibida y achacó la crisis a Zapatero. Sobre esto Pedro Sánchez no dijo ni pío, aceptó el castigo con resignación, como siempre han hecho en el PSOE, pero lo que dijo Rajoy no es cierto: Zp negó la crisis, primero, y le quitó gravedad después, pero lo que había estallado era el modelo de crecimiento económico puesto en marcha por Aznar, Rajoy, Rato, De Guindos, etc, basado en la construcción y el crédito barato. Modelo puesto en marcha con mucha prisa, nada más llegar al Gobierno (llegaron el el 4 de mayo de 1996), con el Decreto-Ley 5/1996 de 27 de junio, sobre liberalización del suelo, y con la Ley 6/1998 de Régimen del suelo, haciendo edificable prácticamente todo el país.
También forma parte de la legislación adecuada a ese modelo y a los frutos que se esperaban obtener de él, las instrucciones a los fiscales. El artículo 5 del Estatuto Orgánico del Ministerio Fiscal, cuyo último párrafo, introducido en 2003, siendo Fiscal General del Estado Jesús Cardenal (1997-2004) y ministro de Justicia José María Michavila (2002-2004), durante los mandatos de Aznar, indica que la duración de las diligencias de investigación de los fiscales no deberá exceder de 6 meses, salvo prórroga autorizada por el Fiscal General del Estado. Tal disposición tenía como objeto dificultar o impedir las investigaciones de la Fiscalía Anticorrupción, dirigida entonces por el juez progresista Carlos Jiménez Villarejo, finalmente apartado de su cargo por una nueva disposición del Estatuto Fiscal, que limitaba a un máximo de 5 años el ejercicio de las funciones a los fiscales jefe.
Una de las consecuencias fue: "En 1996, cuando Aznar llegó a la Moncloa, comprar una vivienda le costaba a un español 3,5 veces sus salario anual. En 2004, cuando salió de la Moncloa le costaba 7 veces el sueldo anual" (J. C. Díez: "La burbuja del PP", El País 27-5-2016).
La "filosofía" de esos años en que "España iba bien", además de en los libros de memorias (o desmemorias) de Aznar, se puede encontrar en la obra colectiva coordinada por Luis de Guindos "España, claves de prosperidad" (Madrid, Gota a gota, 2010), con prólogo de Aznar.
Segunda. Rajoy dijo que recibió un país hundido y que hizo lo que pudo para evitar el rescate. ¡Pero qué dice! España, como Grecia, Irlanda, Portugal y Chipre, ha sido rescatada con préstamos del BCE, y está siendo supervisada por funcionarios -los hombres de negro- de la Unión Europea. Y está a punto de ser multada por no cumplir sus compromisos. Rajoy solicitó el rescate, que en palabras de Guindos era en inmejorables condiciones y a los españoles no nos iba a costar ni un euro. ¡Vale!
Tercera. Los principales culpables de que se repitan las elecciones no son Sánchez ni Iglesias, que algo tienen también que ver, sino Rajoy y el PP, que no han hecho nada para buscar acuerdos para la investidura. En diciembre fueron el partido más votado, pero dieron un paso atrás y dejaron pasar el tiempo, porque no han querido ni prescindir de Rajoy, que es un estorbo para cualquier gobierno decente, ni depurar el partido de gente corrupta, que es otro de los obstáculos para llegar a cualquier acuerdo. Tanto al PP como a Rajoy les ha venido mejor prolongar su estancia en el poder gobernando en funciones, pero desafiando al nuevo parlamento, al que no han reconocido. Han actuado como un gobierno con la fecha de caducidad vencida pero autoinvestido de poderes extraordinarios.

Mentalidad de crisis

Respuesta a la propuesta de Teresa Freixas

1."Mentalidad de crisis". Interpreto la crisis no sólo en el ámbito económico, sino en el político y moral, como una época inestable, dinámica, cambiante, cuando el orden de las cosas se pone en cuestión y emerge la subjetividad de los individuos. Es decir, cuando los individuos no se comportan como lo hacían hasta entonces -sujetos económicos, contribuyentes, votantes, públicos, audiencias; sujetos pasivos- y empiezan a pensar como ciudadanos sobre el cambiante orden en que viven, porque parece que se mueve bajo sus pies, que se desmorona, que el presente es inestable y el porvenir un enigma. En esas circunstancias, Ortega pensaba en el derecho como algo fiable, firme, ante todo lo que se movía. En tiempos de crisis se cuestiona también el derecho, como todo, pero hay dos cosas que deben permanecer, dos alientos o dos tendencias, aunque en concreto se formulen de otra manera: una son los derechos individuales, los derechos civiles y un mínimo de garantías, que se deben defender como el último baluarte. La otra es la democracia, la democracia tomada en serio, como decía Flores D'Arcais, la democracia frente a sí misma y frente a sus opositores, como el medio idóneo para que pueda crecer y desarrollarse el ciudadano activo, que piensa en él, claro, pero también en la colectividad, porque no hay democracia en serio sin pensar en la colectividad. En esto Aristóteles sigue siendo maestro, porque señala que el orden social depende de la actitud privada y pública de muchos, o mejor, de todos.

sábado, 11 de junio de 2016

¿Referéndum? (2)

Sigo en el debate en el foro Patriotismo constitucional
La idea de que un referéndum de autodeterminación es democrático, es potente, pero ¿cuánto y durante cuánto tiempo lo es? Porque tenemos ejemplos (Quebec) de que un refrendo sólo es democrático cuando obtiene el resultado que buscan los secesionistas. La idea de un refrendo sobre la secesión de un país, para ser verdaderamente democrática, debería llevar aparejada la celebración de otro refrendo de ratificación al cabo de cierto tiempo (5, 10, 15 años), para no jugar la secesión y la creación de un país, una sola vez a cara o cruz. Si nos atenemos a la idea de Jefferson de que una constitución no debe tener una vigencia que exceda a los 20 años, porque las nuevas generaciones tienen derecho a decidir sobre sus vidas, tampoco un hecho de tanta trascendencia como la división de un país debería ser un hecho irreversible, sino contemplado el como resultado de una determinada correlación de fuerzas que en el futuro puede variar. Además serviría para medir la profundidad y permanencia de ese "sentimiento" de pertenencia, que los nacionalistas consideran un argumento indiscutible, y además quitaría carga dramática al acto de votar.

Los principios de las libertades constitucionales, en línea con la americana defensa de los derechos civiles, de los derechos del ciudadano, y de las ciudadanas después (Gouges, Wollstonecraft, de la Declaración de la ONU, etc, por ser de aplicación universal chocan de plano con los principios forales, de origen medieval, tan queridos por los nacionalistas, y con legislaciones montadas sobre exclusivos caracteres identitarios, que seleccionan a la población no en función del lugar de nacimiento (la nación de nacidos), sino de la adhesión a un programa político selectivo (nación de adheridos). El problema oculto detrás de tanta alharaca, no es que una parte de los catalanes (como antes los vascos) haya decidido que Cataluña es una nación, sino que defienden un programa político para formar selectivamente una nación a partir de la sociedad existente, lo cual exige depurar políticamente a los ciudadanos que no compartan ese programa, que son tildados de desafectos y merecedores de reprobación, por lo menos. El decir "somos una nación", encubre el deseo de querer serlo, y no de cualquier manera, sino decidida por los nacionalistas. Por eso, el retórico "derecho a decidir" es una argucia que encubre muchas cosas que no están discutidas.

Hay que colocar a los nacionalistas ante su propia deriva, porque del enunciado de Jordi Pujol: "Es catalán quien vive y trabaja en Cataluña y quiere serlo" (una definición un poco a lo Renán), se ha pasado a definir las condiciones en que se concreta ese querer serlo. No se puede ser catalán de cualquier manera, sino como el pensamiento correcto dicta que "se debe ser catalán", como es aceptar la inmersión lingüística en el sistema educativo, renunciar al uso del castellano en el lenguaje oficial, rotular sólo en catalán el nombre de establecimientos comerciales, aceptar el discurso único en los medios de información públicos y la selección ideológica en la designación de cargos, etc, etc. Es decir, una deriva hacia el control total de la sociedad, en parte aceptada e impulsada por las cohortes plebeyas del nacionalismo, que ven en el uso exclusivo de la lengua una barrera frente a la competencia de trabajadores de otras regiones de España en un encogido mercado laboral.

viernes, 10 de junio de 2016

¿Referéndum?

A propósito de una texto de Santi Mondéjar en el foro Patriotismo constitucional.

Los nacionalistas plantean el refrendo como si fuera el final de un proceso que ha empezado siglos atrás; son una nación y buscan que un sólo y definitivo acto lo ratifique. Pero, desde un punto de vista racional, el proceso es inverso: el refrendo es el final de la discusión, el agotamiento de los argumentos, la nula posibilidad de convencer y sólo queda el recurso a la fuerza del número; es decir, vencer, por supuesto, votando, pero vencer. Y llegados a ese punto, debe ser el final. Pero es que el proceso de discusión, de intercambio de ideas y argumentos, la delimitación de los temas comunes y de los que nunca lo serán, apenas ha comenzado, entre otras cosas por a) la debilidad de los no nacionalistas, que, acomplejados, han preferido durante años transigir (y pagar), para no molestar, antes que preparar un arsenal de argumentos para debatir con el nacionalismo, b) los nacionalistas han mostrado muy poca propensión a debatir, no quieren ser entendidos sino sentirse oprimidos, y demasiada a hacer propaganda y a descalificar a quienes discrepan. Están crecidos y poco predispuestos a escuchar, han decidido romper y marcharse, y en ese camino están. La gran batalla está en convencer a los que no son fanáticos, pero han sido seducidos de alguna manera por el discurso victimista, y en dotar de razones a los que no son nacionalistas.

Discrepo discretamente, Santiago Martínez; hay que utilizar argumentos legales, claro, pero no hay que dejar pasar sin crítica las cuestiones fundamentales de los nacionalistas, como la defensa compulsiva de la identidad, la nación eterna, la presunta legitimación histórica, la noción orgánica de Cataluña, la falacia de los fueros medievales como superiores a los derechos civiles actuales, la Cataluña exenta de franquistas y un largo etcétera de mitos y tópicos vertidos desde hace años. Eso sin olvidar la formación del Estado nacional y del mercado nacional, que han saldado con una consigna: España nos roba. En realidad, frente al nacionalismo, está casi todo por hacer, aunque parece que en estos últimos años vamos despertando.

lunes, 6 de junio de 2016

Maragall y el Estatut

En noviembre de 1999, CiU, en la que sería última investidura de Jordi Pujol, obtuvo el apoyo del PP a cambio de renunciar a una revisión del Estatut. La victoria por mayoría absoluta del PP en las elecciones generales del año 2000 aconsejó a Maragall buscar la convergencia con las otras fuerzas de izquierda, ante un gobierno de derecha catalán apoyado por una triunfante derecha centralista en Madrid. Y ERC, que había ofrecido a CiU un pacto (rechazado), se avino a negociar con las izquierdas, que, con la oferta de reformar el Estatut, intentaban privar a CiU del monopolio del nacionalismo y ofrecer al electorado catalán un proyecto nacionalista y de izquierdas. 
Pero, a primeros de 2003, de cara a las elecciones autonómicas, CiU se sintió libre del pacto con el PP y, junto con la designación de Artur Mas como sucesor de Pujol, creó una ponencia para reformar el marco autonómico. Mas, siempre con prisa, prometió que si ganaba las elecciones, en medio año habría un nuevo Estatuto con un acuerdo económico con el Gobierno central similar al concierto vasco.
Celebradas las elecciones en otoño de 2003, Maragall, Saura y Carod firmaron, en diciembre, el pacto del gobierno tripartito (Pacto del Tinell) con el compromiso de reformar el Estatuto de Cataluña y la esperanza de que CiU lo apoyase desde la oposición. 
Así, ante un Partido Popular reafirmado en sus pautas centralistas y atacado de ardor guerrero en las Azores ante la crisis de Iraq, se alzaba una alianza de izquierdas que representaba la España plural y pacifista. Lo cual condujo a Zapatero a afirmar, de modo tan optimista como imprudente, que apoyaría un estatuto respaldado por el parlamento catalán.

Armas a Arabia

A propósito de un post de Manuel García García sobre la entrevista de Évole a Pablo Iglesias y Rivera.

Perdón por esta intervención de un espontáneo. Tercera reflexión: ¿Cuál es la posición de Podemos sobre a) el ejército; b) las relaciones internacionales; c) las dictaduras; d) la fabricación y venta de armas? ¿La de Kichi o la de Iglesias?

Hombre, Félix, hipocresía sí que hay. A) Fabricar armas no es un negocio cualquiera, es un negocio para matar (o para defenderse), que puede ser objetable moralmente. B) Tener tratos con una de las peores dictaduras que existen, por el maltrato a los trabajadores emigrantes, la opresión de las mujeres, el fanatismo que difunde y el apoyo al terrorismo, es un opción política discutible, pero moralmente reprobable. c) Vender armas a semejante dictadura admite pocos matices, porque la moraleja es la siguiente: no se deben vender armas a una dictadura, pero si eso reporta algún beneficio económico, que recaiga también en los trabajadores de Cádiz, y si de paso cae algún voto a quien lo propone, pues mejor.


sábado, 4 de junio de 2016

Ni un día sin imputado del PP

Good morning, Spain, que es different

Leíamos ayer que la justicia había presentado una denuncia contra Vicente Martínez Pujalte por falsedad y cohecho; que antes, otro juez había citado a declarar como investigada (imputada) a Patricia Herrero, exdirectora general de Formación de la Consejería de Empleo con Esperanza Aguirre, por el caso Aneri; que antes, el imputado por prevaricación era el codirector del Parque Nacional de Guadarrama; que antes dos cargos sanitarios del Gobierno de Feijoo habían sido imputados por negar los fármacos a los afectados por la hepatitis C; que antes, afirmando “somos inocentes a pesar de todo”, el alcalde de Granada, Torres Hurtado, y dos concejales habían tenido que presentar la dimisión ante la amenaza de la oposición de presentar una moción de censura. Los agentes de la UDEF habían registrado sus viviendas en la investigación de diez supuestos delitos relacionados con proyectos inmobiliarios; que antes, la Unión Europea había detectado en la Comunidad de Madrid deficiencias graves en la administración de los Fondos Feder, durante los años 2007 a 2013; que antes, la Audiencia Nacional investigaba una subvención de 82.000 euros de la Fundación Arpegio, empresa pública que gestionaba el suelo de la Comunidad de Madrid, a una ONG del PP investigada en el caso Bárcenas; que antes, en el marco de la operación “Tosca”, la guardia civil investigaba al viceconsejero de Festejos de Melilla, por recibir obsequios a cambio de adjudicaciones; que antes, el Partido Popular no había entregado al juez Castro las facturas de las obras en su sede central, porque afirma que no las guardan; que antes, el Ministerio de Hacienda impuso a José María Aznar una multa de 70.400 euros y 199.052 euros más por una declaración complementaria, por sus irregularidades fiscales; que antes, la antigua cúpula directiva de la Caja de Ahorros del Mediterráneo (rescatada con casi 6.000 millones de euros y vendida por un euro al Banco Sabadell), que financiaba los proyectos megalómanos del PP valenciano, será procesada por falsedad contable y por estafa; que antes, el juez de la Audiencia Nacional José de la Mata había procesado a Juan Cotino, expresidente de las Cortes valencianas, y a otras 23 personas más por prevaricación, blanqueo de capitales, fraude fiscal y otros delitos, y que Vicente Cotino, sobrino de Juan Cotino, será juzgado por financiar ilegalmente al PP en Valencia; que antes, el vicealcalde de Valencia, Alfonso Grau, procesado por el caso Noos, había declarado que la operación de blanqueo en el Ayuntamiento, admitida por su esposa en una conversación telefónica, se debió a un trastorno sicológico (léase cabreo) por haberse visto relegada al puesto 16 en la lista del PP para las elecciones de 2015, sin posibilidades de salir elegida; que antes, el juez que investiga, en el caso “Taula”, el blanqueo de dinero y la presunta financiación ilegal del PP en Valencia, ha solicitado imputar a la exalcaldesa de Valencia, Rita Barberá y a otras 47 personas.
El partido en Valencia está “dirigido” por una gestora, pero Rajoy, que dice que “desea acabar cuanto antes con esta lacra”, aseguró que no había tomado medidas antes porque “ni yo ni mi partido teníamos ni idea de lo que pasaba en Valencia”. Qué curioso es recordar ahora aquellas palabras de Rajoy a Camps, cuando el asunto de los trajes regalados por la Gurtel: “Estoy contigo, Paco”.
Y así, un día y otro; siempre hubo un antes y, al paso que vamos, con nuevos imputados cada día, seguro que habrá un después. La era del trinque se inauguró hace décadas, pero con la venia obtenida en el caso Naseiro (que judicialmente no hubo caso) se levantó la veda y hasta hoy, que, con Rajoy en la presidencia, el Partido ha alcanzado cimas delictivas difícilmente superables. Modificando la letra de una vieja canción (1974) de Alberto Bourbon, casi se podría cantar: “Antes de ti no hubo antes, todos los mangantes quedaron atrás, después de ti no habrá nada, que llegue y añada en trincar algo más”. Así es de triste la cosa.
Hoy, el exalcalde de Madrid, expresidente de la Comunidad, exministro, extodo, ha comparecido como testigo en la investigación del caso “Noos”, pero ha declarado que no sabe nada: que no sabía que la colaboración de Urdangarín en la promoción de la candidatura olímpica “Madrid 2016” era remunerada (como si Urdangarín suscribiera la frase del barón de Coubertin: lo importante no es “ganar”, sino participar), que no sabe que hubiera un convenio de colaboración con las condiciones estipuladas, que no sabe quien autorizó el pago de una factura de 140.000 euros, efectuado en 18 plazos desde 2007 a 2009, y, finalmente, que no sabía que existía el instituto Noos hasta que se destapó el cotarro. Aplicando el libro de estilo del Partido, Gallardón echa balones fuera y descarga cualquier responsabilidad en el personal subalterno, en este caso sobre Cristina Coghen, exconsejera delegada de Madrid 16. 
El juez del caso “Púnica” imputa al diputado regional Daniel Ortiz por haber favorecido, supuestamente, a la empresa Cofely con un contrato de 73 millones de euros, cuando era alcalde de Móstoles, a cambio de un soborno de 746.000 euros.
Ayer, Joaquín Velázquez, subdirector de Formación de la Comunidad, declaró, ante el juez que instruye el caso Aneri, que su jefa, Ana Isabel Marino, exconsejera de Empleo, le ordenó vincular a los sindicatos CCOO y UGT con Aneri, el empresario que en teoría organizaba los cursos, para tapar el fraude de los cursos de formación que salpicaban al Gobierno regional.
El exgerente del Instituto de la Vivienda de Madrid (IVIMA), imputado por prevaricación en el caso de la venta 2.935 viviendas públicas a un fondo buitre hispano-norteamericano (que ahora vende por 140.000 euros los pisos que le costaron 68.000), ha dicho que actuó siguiendo instrucciones del Consejero de Vivienda Pablo Cavero. Ya veremos lo que dice éste cuando declare, si es que declara.
Un caso parecido (corrupción y desvergüenza) es la venta de 1.860 viviendas del Ayuntamiento de Madrid durante la fatídica era de desgobierno de Ana Botella. La venta se hizo burlando todos los procedimientos legales, con una pérdida de 32 millones de euros para el consistorio, a un fondo buitre vinculado a empresas en las que trabaja José María Aznar Botella, hijo mayor de la alcaldesa. El caso fue archivado por el Juzgado de Instrucción nº 38 de Madrid,  sin practicar las pruebas que pedían los afectados.       
Los papeles de Panamá han descubierto que Edmundo Rodríguez Sobrino, director de Seguridad del Canal de Isabel II, dirigía tres empresas en Hong Kong, pero gestionadas desde Panamá. Adrián Martín, cesado la semana pasada como director del Canal, declaró en la comisión de endeudamiento de la Asamblea de Madrid, que hay 109 empleados contratados a dedo, pero, pesar de lo que le gustaría poder hacerlo, no puede decir sus nombres. De las pesquisas del Juez Eloy Velasco se infiere que el Canal de Isabel II y la Agencia Informática ICM, pudieron utilizarse durante el mandato de Ignacio González (míster Ático) para financiar campañas de imagen para favorecer a altos cargos del Partido, entre ellos el propio González y el exconsejero de Justicia, Salvador Victoria, imputado en el caso “Púnica”.  
Dichos papeles han mostrado otra de las ocupaciones del ya exministro José Manuel Soria (el del impuesto al Sol), que era administrar una empresa ubicada en un paraíso fiscal (isla de Jersey). Su hermano Luis Alberto, que también ha salido en los papeles de Panamá, ocupa 25 cargos en 13 sociedades y tiene una empresa que asesora a entidades públicas de Canarias.
Los papeles de Panamá también han sacado a la luz que la mujer de Arias Cañete, Micaela Domecq, aparece junto con otros miembros de su familia en una empresa radicada en Panamá. De igual modo, se benefició de la amnistía fiscal decretada por el Gobierno, siendo ministro su propio marido.
La Fiscalía Anticorrupción ha pedido al juez de la Audiencia Nacional José de la Mata que lleve al banquillo al alcalde Arturo González Panero (el “albondiguilla”) y a otros cargos municipales, en total a 27 personas, y al PP como partícipe a título lucrativo de la trama Gurtel en Boadilla, que habría proporcionado al Partido 204.000 euros, además de las percibidas por algunos de los imputados.
Buena parte de la plana mayor del PP, y otros muchos cargos públicos autonómicos, provinciales y locales, están incursos en procesos judiciales por corrupción. Y se van a presentar a las elecciones como si fueran un partido cualquiera… 

12 de mayo de 2016