viernes, 31 de octubre de 2014

La corrupción no es un error



Good morning, Spain, que es different

Un Rajoy falsamente contrito se está viendo obligado a pedir disculpas ante la indignación suscitada por la última trama de corrupción descubierta por la policía, que imputa al ex consejero de la Comunidad de Madrid, Francisco Granados, a varios alcaldes y concejales del Partido Popular, y a algún socialista, a cargos técnicos y administrativos municipales y a varios empresarios poco ejemplares, en la comisión, siempre presunta, de una larga lista de delitos en Madrid, Murcia, León y Valencia.
Insistiendo en la línea marcada por la “doctrina Bárcenas”, de hacer de los casos de corrupción asuntos privados de las personas imputadas en ellos, Rajoy afirma que la trama descubierta por la “Operación Púnica” no es un problema del Partido Popular, sino que responde “a la codicia personal” de algunos de sus miembros.
Lo único que admite es el error de haber elegido para esos cargos a personas, que, como luego se ha visto (lo han visto otros), no merecían tal confianza. Le han defraudado, admite un sorprendido Rajoy, que imita a una sorprendida Esperanza Aguirre ante la falta de probidad de Granados, otro hombre de su confianza. Lo cual no deja en buen lugar su olfato profesional como caza-talentos, porque, una tras otra, personas de su confianza van pasando por los juzgados acusadas de corrupción. Ella misma no está libre de las sospechas de haber llegado, en 2003, a la presidencia de la Comunidad de Madrid con el auxilio de dos tránsfugas del PSOE movidos por misteriosos intereses. Un episodio -el “tamayazo”- sobre el que se corrió, con la prisa habitual en estos casos, un tupido velo.   
Ha sido un error, ha reconocido Rajoy, y ha pedido disculpas por ello, pero un error lo tiene cualquiera ha añadido de modo indulgente, pues “todos hemos cometido errores”. Pues no, señor Presidente: no es lo mismo cometer errores, que corromperse. Esa es la diferencia.
Y además es una mala disculpa, que trata, inútilmente, de borrar, al menos, su pasividad como alto dirigente del Partido y del Estado durante décadas, ante las decenas casos de corrupción detectados por la policía e investigados por los jueces, que afectan a su partido y a instituciones donde gobierna.
Casos que no son accidentales, ni anecdóticos, sino que, por su duración en el tiempo (desde Naseiro ha llovido mucho), por su origen en las altas instancias y por el benévolo tratamiento interno recibido después, más parecen responder al propósito de obtener financiación por medios extralegales y hacer del Partido Popular una estructura propicia para llevar a la práctica la intención expresada por el dirigente valenciano Vicente Sanz con la frase “yo estoy en política para forrarme”, que resume el ideario económico y financiero de tantos malos políticos, tantos malos empresarios y de tantos falsos emprendedores, que más merecen el nombre de salteadores de caminos.
Cuando se gobierna con opacidad, se hurta a la oposición la documentación necesaria para controlar la gestión del gobierno, sea local, autonómico o nacional, se niega la corrupción en las propias filas mientras se señala en las del adversario, se vetan las comparecencias y las comisiones de investigación y se utilizan todos los recursos disponibles para obstruir la labor de la justicia, la corrupción en el partido no es un accidente, ni una suma de casos aislados de codicia o ambición, sino un medio para atender el extendido sistema clientelar y un  importante catalizador de la actividad económica, especialmente en el sector del urbanismo y la construcción.
Durante mucho tiempo, la actitud oficial del Partido Popular ante los casos de corrupción que le afectaban ha sido la de negar las evidencias y mantener la unidad. Todos juntos en unión, defendiendo la bandera de la santa corrupción. Todos para uno y Gurtel para todos, era la tácita consigna que llevaba a apoyar a los cargos públicos corrompidos, a protegerlos en vez de expulsarlos y entregarlos a la justicia.
Así, no es de extrañar, por ejemplo, que 45 diputados del PP valenciano hayan solicitado el indulto para el exalcalde de Torrevieja, condenado a 3 años de cárcel y 7 de inhabilitación por prevaricación y falsedad en documento público, ni la respuesta de concejales, diputados autonómicos y nacionales, unidos como una piña para denegar la apertura de comisiones de investigación sobre casos de corrupción, como la decencia exigía. Ni el apoyo que las altas jerarquías del Partido Popular han dispensado, en unos u otros momentos, a cargos públicos sobre los que recaían fundadas sospechas de corrupción, que luego se han confirmado.
Recuérdense las palabras de Rajoy sobre Matas -“Quiero un gobierno como el de Baleares para España”-, sobre Camps –“Junto a ti y detrás de ti, Paco”-, sobre Carlos Fabra -“Un ciudadano ejemplar”-, sobre Baltar -“Galicia es Baltar”- sobre Bárcenas -“Luis, sé fuerte. Aguanta”- y ahora sobre Esperanza Aguirre, que en sus tiempos de Presidenta de la Comunidad de Madrid, dijo que el Ministerio del Interior dirigido por Rubalcaba actuaba como la Gestapo.
Álvarez Cascos tampoco se quedó atrás en echar balones fuera, al afirmar que la policía al servicio del PSOE fabricó las pruebas del caso “Gurtel”.  
La doctrina de Cospedal ha sido afirmar que, cuando gobernaba Zapatero, la policía mentía y actuaba como una policía de partido, y después suprimir el Tribunal de Cuentas de su comunidad. Si no hay cuentas que investigar, ¿para qué sirve un Tribunal de Cuentas?
La doctrina de Trillo en el caso del accidente del avión militar Yak-42 y de las contratas y subcontratas con empresas de la OTAN, fue mentir hasta aburrir, y la de Montoro ha sido señalar que la acción de la justicia podía perjudicar el honor de los cargos públicos y favorecer a los defraudadores fiscales con una amnistía.
No, la corrupción no es un error. No se engañe ni nos engañe, señor Presidente.

jueves, 30 de octubre de 2014

Llegamos tarde

Sigue el debate sobre Cataluña
Me parece que los que no somos nacionalistas o no lo somos en grado sumo o, al menos, no somos partidarios de la secesión de Cataluña (ni de otras partes de España), hemos llegado tarde al debate sobre la secesión, porque el asunto se viene calentando desde hace años, desde la época de la redacción del Estatut y sobre todo después de la demorada sentencia del Tribunal Constitucional, que lo recortó. 
Era entonces cuando hacían falta los argumentos en contra de un planteamiento independentista, que en aquellos días era minoritario. Ahora es tarde, porque las circunstancias han cambiado a favor de los que propugnan la independencia de manera perentoria, incluso con una declaración unilateral.
La recesión económica y, sobre todo, la crisis de las instituciones, la debilidad del gobierno central, primero el de Zapatero, con sus veleidades, y después el de Rajoy, a pesar de su aparente postura de fuerza, que no es sino rigidez, la debilidad del PSC y de IVC-EUiA y la sumisión de las izquierdas catalanas, incluso las más radicales, al proyecto soberanista, y las prisas de Artur Mas por evitar a CiU del destino que aguarda a los partidos de la Transición de ser arrastrados por el deterioro del propio régimen, marcan el momento oportuno a los nacionalistas para apretar el acelerador. Para ellos, ya ha pasado el tiempo de discutir (si es que en algún momento tuvieron ganas de hacerlo) y ha llegado el momento de actuar. Y decidir.

El líder tranquilo



Good morning, Spain, que es different

Rajoy tiene fama de hombre tranquilo, no a lo John Wayne, pero tranquilo.
Tan tranquilo que no se sabe si es un ser de otro planeta, una especie de “registrator”, o un muñeco accionado a distancia por Ángela Merkel, que sólo reacciona ante la voz de su ama, y el resto del tiempo calla y exhibe su sonrisa por defecto, siempre la misma (aplicación única), en un rostro inexpresivo.
Lo que sucede en el mundo parece que le afecta poco, y lo que sucede en España menos aún; no sólo los problemas -paro, desigualdad, pobreza, marginalidad- que atañen a lo que la casta pudiente llama clases modestas, pues son cosas propias de gentes humildes, que, ya se sabe, están mal dotadas, porque Dios las hizo así para que las señoras católicas pudieran practicar la caridad con ellas.
Tampoco parecen afectarle los problemas de su partido, que, de rebote, también le afectan a él y a su futuro político; hasta ahora nada ha sido capaz de conmover su alma de metal ni de alterar su estado de reposo.
Que la intención de voto al PP sigue bajando en las encuestas, Rajoy, tranquilo; que Cataluña corre el riesgo de separarse de España, Rajoy, templado; que la incompetencia de Ana Mato coloca el prestigio sanitario de España por los suelos, Rajoy, inalterable; que Blesa y Rato y ochenta fulleros aparecen implicados en las tarjetas opacas de Bankia, Rajoy, impasible; que Acebes resulta imputado en la trama Gurtel, Rajoy, imperturbable; que Granados, un antiguo hombre de confianza de Esperanza Aguirre, el presidente de la Diputación de León, cinco alcaldes del PP y cuarenta cargos técnicos y administrativos aparecen ligados en otra trama de corrupción en cuatro provincias, Rajoy, impertérrito.
Con la parsimonia acostumbrada, y después de la rápida reacción de la “Lideresa” sacudiéndose el polvo, Rajoy ha leído un papelito de pocas líneas en el Senado, solicitando disculpas por la corrupción en el PP, que según él “responde a la codicia personal”.
Eso es todo. Explicaciones, ni una; ¿dimisiones? Ni loco ¿Comisiones de investigación? Venga, hombre: hasta ahí podíamos llegar…
Toda la oposición ha solicitado la comparecencia del Presidente del Gobierno en el Congreso para tratar del tema. Pobrecillos. Hoy no toca, y mañana seguramente tampoco.
Y a esperar al escándalo siguiente, que no tardará en llegar.

miércoles, 29 de octubre de 2014

Rajoy derriba mitos

Good morning, Spain, que es different

El gobierno de Rajoy está demostrando varias cosas: 1) Que la derecha no gobierna mejor que la izquierda. Los "peperos" no son mejores gestores económicos ni mejores representantes políticos de los ciudadanos. 2) Que sus miembros no están mejor cualificados que los de la izquierda; o son muy mediocres, y cuando se tiene mayoría absoluta cualquier medida se hace pasar por buena, o falsean sus currículos. 3) Que la derecha se corrompe más que la izquierda. Lo cual derriba el dicho de que como la izquierda es pobre utiliza el poder para hacerse rica, por tanto es mejor que gobierne la derecha, porque representa a los ricos y en consecuencia no se corromperá. Pues es al contrario, los políticos de la derecha se corrompen más y en mayor cantidad, puesto que tienen como referencia cantidades más grandes, menores escrúpulos y sufren menor coste electoral. Las tramas de Filesa y otras empresitas del PSOE daban calderilla comparadas con las sumas que se han desvelado en las tramas ce corrupción del PP. 4) Que el patriotismo es una pantalla para saquear a manos llenas las arcas de la patria y los bolsillos de los compatriotas más débiles. 5) Que la corrupción es consustancial con su manera -opaca y autoritaria- de ejercer el poder, casi se podría decir que es el fin que se persigue desde el poder, y que, es inútil esperar que de su iniciativa venga algún tipo de rectificación o regeneración, no ya del régimen democrático, sino del propio Partido Popular.
La solución está fuera, lejos del PP, y fuera del actual sistema de partidos, reducido a dos y algún monaguillo. No es posible sanear la letrina chapoteando dentro.

martes, 28 de octubre de 2014

Sigue el debate suscitado por el texto de L.Roca Jusmet. 
Vuelvo a Lenin y a su defensa teórica del derecho de autodeterminación, pero imposible de llevar a la práctica en la URSS. Pero aparte de eso, no me encaja por ningún lado eso de que Cataluña es una nación oprimida por España, y que por tanto la izquierda debe apoyar su independencia. 
El 80% de las sucursales de la Caixa está fuera de Cataluña, por tanto debe de haber una proporción similar con el número de hipotecas concedidas y el número de viviendas desahuciadas, cuyos propietarios han sido víctimas del capitalismo catalán. Y otro tanto ocurre con los clientes de otras compañías catalanas que operan fuera de Cataluña. El grupo Gas Natural-FENOSA, asociación de una empresa catalana con una eléctrica gallega (FENOSA, a cuyo presidente, el oligarca propietario de media Galicia Pedro Barrié de la Maza, Franco hizo conde de Fenosa) se ha beneficiado a la vez del monopolio del gas y de la subida del 65% del precio de la luz en diez años (las tarifas más caras de Europa, autorizadas por los gobiernos españoles del PSOE y del PP). Sus dueños, accionistas, directivos ¿están oprimidos por España? ¿O son ellos los opresores de los millones de clientes que tienen por todo el país? Y así podríamos seguir con SEAT, Cataluña Banc, Abertis, Acciona, Nissan, Nestlé, Nutrexpa, Banco Sabadell, Caprabo, Puig, FCC, Planeta, FCC, Volkswagen, Roca Sanitarios, Torras Papel, Schneider Eléctrica, Tarradellas, Mediaplanning, Ercross, Almirall Laboratorios, Esteve, Ferrer, BASF, Freixenet, Borges, Bimbo, Panrico y así hasta 5.000 de las empresas más grandes, que son compañías que operan en Cataluña y sobre todo fuera de Cataluña. ¿Por quienes están oprimidos los propietarios y directivos de estas empresas? ¿Y por quiénes están oprimidos sus trabajadores? 
Me parece que es al contrario de lo que afirman los nacionalistas, que estas empresas son parte del capitalismo español, que se benefician de la protección del Estado (económica, financiera, fiscal) y que tienen responsabilidades compartidas con el resto de las empresas españolas (y extranjeras) en todo lo que está pasando. Lo que sucede es que los nacionalistas no hablan de estas cosas y prefieren creer y hacer creer que en Cataluña hay una comunidad de intereses y de sufrimiento entre los propietarios de capital y el resto de la población. Lo cual sería un caso insólito en todo el mundo de capitalismo fraterno o solidario. 
Lo curioso es que al frente de todo este cuento está un capitalista catalán, acompañado de una familia de rufianes, de los que roban de verdad, y que mucha gente le cree, entre otras cosas, porque la izquierda no hace lo que tiene que hacer.

Cambiar de programa, no de país

Comentario a un texto de Luis Roca Jusmet en Face Book:
De cara a unas elecciones plebiscitarias en Cataluña, el eje fuerte hasta ahora es independencia si/no, cuando debería ser izquierda/derecha; o arriba/abajo; o beneficiados/perjudicados por la crisis. 
En mi modesta opinión, el asunto tiene poca discusión, pues tanto en España como en Cataluña gobiernan las derechas, derechas además muy semejantes. 
Pues si la derecha gobierna, lo alternativo -el verdadero cambio social si ello es posible- es presentar un programa de izquierda. En Cataluña el quid del asunto está en cambiar de programa, cambiar de política y cambiar de gestores, no en cambiar de país con el objetivo de mantener la misma política hecha por los mismos gestores. Eso es lo que propone CiU, seguida de ERC.
Fuera de Cataluña sucede exactamente lo mismo, porque las consecuencias de la crisis repercuten del mismo modo sobre la población: para los estratos de rentas altas, las medidas anticrisis son beneficiosas, para los estratos de la población de rentas medias y bajas, los efectos de las medidas anticrisis son desastrosos, porque aumentan su sufrimiento; son medidas procrisis no anticrisis, cuyo resultado objetivo -y presumiblemente subjetivo- es instalar de manera permanente en la situación de crisis, de emergencia, de inestabilidad, de incertidumbre a amplios sectores de la población. 
En función de lo cual, a mí no se me ocurriría votar a Rajoy porque habla en castellano y porque dice que sus intereses son los míos. Hay que desconfiar de los que te halagan en tu misma lengua.

lunes, 27 de octubre de 2014

Derecho a decidir

Fragmentos de un diálogo con Luis Roca Jusmet en  Face Book
La frase es de una demagogia tremenda pero ha hecho estragos entre la gente. Nadie se pregunta porque hay que decidir con urgencia sobre un asunto que interesa a Mas y a CiU (ERC en esto es un monaguillo), porque es su tabla de salvación, y no se puede decidir sobre las privatizaciones, sobre la ley hipotecaria, sobre las tarifas eléctricas, sobre los bajos salarios o sobre la jornada laboral, que parecen asuntos más acuciantes para los ciudadanos catalanes.
Dudo que, de un proceso dirigido por Mas y la casta política catalana, pueda salir algo muy distinto a lo que hay ahora. No veo esa Cataluña de nuevo cuño, que pudiera ser el resultado de un proceso que es opaco, con trampas y dirigido por personas que han disfrutado del gobierno durante 25 años y se han corrompido (voluntariamente) en colaboración con otros miembros de la élite española. La burguesía catalana forma parte de la misma clase dominante que la del resto de España, cuyas expresiones políticas son los partidos que arrastran la misma crisis de representatividad. 
Esto es lo que ocurre: el régimen surgido de la Transición agoniza, sus instituciones y sus representaciones. La Corona ha corrido a remozarse; el PNV está escarmentado por el Plan Ibarretxe y espera una ocasión mejor (mira a Cataluña); el PSOE y el PP, ambos en severa crisis, son los dos palos políticos del sombrajo (averiados las dos) y están en tratos para ver cómo apuntalan el régimen, porque no quieren cambiarlo dado que están entre sus beneficiarios; y CiU, que experimenta el mismo desgaste por similares motivos, ha pensado en ponerse a salvo en otro país, que es Cataluña, esperando que allí, como profetas de un mundo nuevo, no les alcance la purga y en seguir gobernando, como premio a su audacia liberadora, per seculam seculorum.

Nacidos para la vida

Apostilla al artículo de Cotarelo en Palinuro: "La muerte en Toledo".
No me gusta la frase de Heidegger sobre el destino del hombre -"nacido para la muerte"-, porque parece pronunciada a la vista de un campo de exterminio de los nazis, de quienes era seguidor. 
Todavía hoy, todavía demasiados desgraciados parecen haber nacido sólo para la muerte, con vidas hobessianas, duras, terribles, atormentadas y breves, a pesar de su voluntad de vivir muchos años, pero, en general, los humanos hemos nacido para la vida, limitada en el tiempo, claro, pero para la vida, y con el destino (fatal destino, si se quiere, por lo que implica) de transmitirla. Y una vez cumplido ese papel de vivir y transmitir la vida, dejamos de ser útiles en la naturaleza y desaparecemos del mundo. 
Luego viene lo demás, la reflexión, el miedo a desaparecer, el deseo de pasar a la posteridad, de dejar un legado, una huella en este mundo o de seguir viviendo otra vida en el más allá, dicen que eterna y mejor que la anterior, etc, etc. Pero nos vamos con el deber cumplido: haber vivido y haber transmitido vida (y ganas de vivir).

domingo, 26 de octubre de 2014

Líder ausente



Good morning, Spain, que es different
Como en la dictadura lo fue José Antonio Primo de Rivera, Rajoy ha devenido en el gran ausente de nuestros días, bien porque está de viaje por esos mundos llevando la buena nueva de la “Marca España” (a veces bien visible debajo del brazo) y aceptando los encargos que le quieran encomendar, o bien porque permanece recluido en La Moncloa, concentrado en leer la prensa deportiva esperando encontrar en el futbol como portador de valores eternos, las tácticas para no dejarse meter goles por una oposición sin delantera ni banquillo.
A Rajoy no le gusta informar en el Congreso ni dar cuentas de sus actos de gobierno; envía comunicados, evita las ruedas de prensa huyendo por la puerta de atrás o las concede sin preguntas -¡qué se han creído estos becarios!-, comparece ante los periodistas por televisión, disimula cuando le preguntan y cuando habla es peor, porque utiliza una retórica sin sustancia, repite tópicos y frases manidas, así que deja la obligada información del Gobierno como una labor residual a sus primeros espadas: la vicepresidenta, la marisabidilla de la comedia que marca el orden del día, respaldada por Cospedal, que va en vanguardia de lo hecho y sobre todo de los deshecho en su laboratorio manchego, seguida por González Pons y Floriano, el nuevo dúo sacapuntas que glosa a su modo el argumentario que sale de la sede de Génova, y por el comentario de algún que otro espontáneo o espontánea (Aguirre, Botella, Mato, Pujalte) para que la atención del estragado público no decaiga.
Mientras tanto, Rajoy, en lontananza, se esconde y gobierna desde lejos, y pone en práctica un estilo de liderazgo indolente y distante. Ante el caudillaje gritón y autoritario de Aznar, imbuido de estilo militar pero al frente de la tropa, Rajoy asume el modelo del telelíder desde retaguardia. Ante el modelo castrense de Aznar, el suyo es un liderazgo con talante episcopal. Y esa es la razón de su éxito.
Aparenta que no dirige el país ni el Partido, que flota sobre las revueltas aguas internacionales y sobre las intrigas de sus compinches, adulando a unos y a otros -Matas, Camps, Fabra, Bárcenas, Rato- o alejándose discretamente de compañías hoy molestas y ayer necesarias, mimetizado con el escenario como un camaleón administrativo y dejando que pase el tiempo y se imponga la inercia de las cosas. Simula que no gobierna el país, que permite actuar a los ministros y que obedece a Merkel.
Ha decidido utilizar de forma extrema el tópico del gallego: de Rajoy no se sabe si sube o si baja; si va o si vuelve; da la impresión de que no se mueve, pero él sabe a dónde va y a donde nos quiere llevar.
26-10-2014

Liberación

Primera plana del primer ejemplar del diario Liberación, que lleva fecha del 9 de octubre de 1984. Un intento de la izquierda para hacer frente a la etapa de la tibia y confusa hegemonía socialdemócrata, que acababa de empezar con el gobierno de Felipe González.
Comenzaba en un año de resonancias orwellianas, y el proyecto editorial tendría una vida efímera. No pudo ser; era muy difícil resistir la presión del Gran Hermano, cuando la revolución conservadora impulsada por Reagan y Thatcher levantaba el vuelo. Si además se le suman la falta de dinero, las sempiternas divisiones de la izquierda y los problemas de gestión, tendremos el cuadro completo de su agonía.

Iskra

Portada del nº 1 de "Iskra" (La chispa), periódico del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso, editado en el extranjero por revolucionarios exiliados. El ejemplar lleva fecha de diciembre de 1900.

viernes, 24 de octubre de 2014

Rato no sabía


Good morning, Spain, que es different

“No decido nada, Cuando llego a Caja Madrid, Sánchez Barcoj me entrega dos tarjetas…”
“No me dicen nada, sólo que era para gasto personales, no de empresa”.
“No fijé los límites; estaban fijados ya. No pregunté por los criterios para fijarlos. Ni tomé ninguna decisión al respecto”.
“No recibí ninguna información que me hiciera pensar que no estaban pagando los impuestos por eso”.
“El departamento fiscal no me dijo nunca nada”.
“No entiendo por qué pasó eso”.
“No tengo ni idea de quién decidió que esto no fuera algo claro”.
“Yo la norma no la conocía, pero entendía que si el departamento legal lo supervisaba, estaría bien”.
“Nunca me planteé que pudiéramos estar incumpliendo la ley”.
“No se especificaba nada en los certificados”.
“No lo puedo saber”.
“No lo sé”.
Estas son frases de algunas de las respuestas de la declaración de Rodrigo Rato, al ser interrogado sobre el uso de las tarjetas opacas de Caja Madrid-Bankia. Sólo le faltó agregar que él no es Rodrigo Rato.
Cualquiera pensaría que el fiscal estaba interrogando a un botones, grado del escalafón bancario que no sé si aún existe en el gremio, a una secretaria o a un auxiliar administrativo sobre asuntos que exceden sus conocimientos y sus competencias. Pero no, se trata del presidente del Consejo de Administración de la cuarta o quizá la quinta entidad bancaria del país, de un presidente que gozaba de unos poderes que a juicio del Banco de España eran preocupantes, y que, por ejercer tan altas funciones tenía un sueldo conocido de 2,3 millones de euros al año (383 millones de las antiguas pesetas). Pero lo ignoraba todo.
Rato alega desconocer requisitos elementales de tributación fiscal que conoce cualquier persona obligada a declarar sus ingresos a Hacienda. Y con esa presunta ignorancia, ¿cómo podía dirigir una entidad así?
El asunto se agrava si se recuerda su trayectoria profesional, dígase lo de profesional con todas las reservas, que responde al modelo del triunfador neoliberal español, en el que el viejo ideal falangista del español, que es mitad monje mitad soldado, ha dado paso al personaje mitad emprendedor mitad corrupto, o incluso corrupto del todo.
Hijo de una acreditada familia franquista, que, sin despeinarse, alcanza las cotas más altas del poder político y económico de un régimen democrático, o por lo menos, así lo llaman.  
Licenciado en Derecho por la Universidad Complutense, máster en Administración de Empresas por la Universidad de Berkeley (USA), doctor en Economía por la Universidad Complutense, diputado, ministro de Economía y Hacienda, vicepresidente del gobierno, representante del Gobierno español en la Unión Europea, en la Organización Mundial del Comercio y en otros foros internacionales, director gerente del Fondo Monetario Internacional y, finalmente, presidente de Caja Madrid y de Bankia, además de consejero de Telefónica y del Banco Santander. Y sin embargo no sabía que las famosas tarjetas eran opacas para el ministerio que él mismo dirigió, lo cual no le impidió hacer buen uso de ellas y disponer de un abultado crédito, que hemos acabado pagando todos, contribuyentes y no contribuyentes.
Rato sacó de los cajeros 17.300 euros en efectivo, gastó más de 25.000 euros en hoteles y restaurantes, casi 6.000 euros en bebidas, fiestas y francachelas, y una porrada de dinero en compras diversas, desde zapatos a relojes y desde ropa interior a ferretería, cuyo detalle está en los periódicos. En total, gastó como presidente de Caja Madrid 44.200 euros y como presidente de Bankia 54.800 euros.
Una parte del gasto ya está devuelta pero no le exime de su responsabilidad en exprimir la tarjeta hasta última hora: apenas dos días antes de la quiebra de Bankia sacó 1.000 euros en efectivo de un cajero y se gastó 3.500 euros en bebidas horas antes de presentar el plan de saneamiento de una empresa, que él y Blesa, contando con otros cómplices, habían contribuido a hundir, y cuyo rescate ha costado a los españoles 22.400 millones de euros.
La quiebra de Bankia es una buena muestra de este capitalismo depredador, en que los máximos directivos hunden empresas en su exclusivo provecho y, con la colaboración del Gobierno, cargan las peores consecuencias sobre el resto de la población.
Es también una excelente muestra de quienes componen el partido que nos gobierna y para quienes trabajan.