domingo, 23 de noviembre de 2014

Sueños de Pedro Sánchez



Good morning, Spain, que es different
Dice Pedro Sánchez: “Tengo la ambición de liderar la renovación del pacto del 78”. Vale, como Martin Luther King, puede decir que ha tenido un sueño; pero es un sueño irrealizable, imposible de llevar a cabo.
En primer lugar, porque es dudoso que pueda liderar algo, y menos eso, si en el PSOE siguen detrás del carro del Gobierno, aunque éste no quiera llevarlos con él. Su carro se lo robaron un año cuando dormían… y los ladrones estaban en casa.
Los socialistas parecen tener miedo de que se los trague el tsunami “Podemos” y no dejan de solicitar a Rajoy que les eche un cable antes de que les alcance y sumerja la oleada bolivariana. “Pactemos algo, Mariano. Mira, tragamos con lo de los viajes opacos de los senadores, salimos como podamos en el “asunto” de Cataluña y en alguna otra cosilla, y pactamos algo…” Pero el berroqueño Rajoy no se inmuta y exige a Pedro que acepte todo: “Un pacto duradero te daré si postrándote ante mí, me adorares”. El precio es muy alto, tan alto que puede llevar al Pasok, al de allí y al de aquí.
En segundo lugar, el pacto de 1978 es imposible de renovar por otras circunstancias.
Entre ellas, porque no existen los interlocutores que lo hicieron posible: en el PSOE creen que siguen siendo los mismos, pero el partido se ha transformado profundamente tras sus estancias en el poder. Y el PP no puede ejercer la función de UCD, a la que contribuyó a destruir para formar el partido de la “mayoría natural”, según Fraga, y que Rajoy llama de las “personas normales”. Para el PP, el espíritu del pacto del 78, que fue el consenso, quedó desterrado en 1996 con el proyecto de la Segunda Transición aznariana, que iba en sentido contrario, y cuyo programa se está aplicando hoy con la ferocidad que permiten las circunstancias.
El PCE, tampoco existe, y sus sucesores, IU y los grupos de su órbita, están por abrir un nuevo proceso constituyente, con Podemos o sin Podemos; es decir, que solos o acompañados están a la contra. El PNV podría servir, en principio, sólo en principio, porque los nacionalistas vascos han sido históricamente poco fiables, y respecto a CiU, no sólo no colaboraría, como antaño, sino que está por la ruptura de aquel pacto y del país.
Y por si fuera poco, todos los partidos que participaron en el proceso constituyente de 1977-1978, por lo que han hecho después y por lo que no han hecho pudiendo haberlo hecho, está sometidos a un monumental desprestigio; forman parte de la deteriorada élite política y económica, de la casta, que merece el repudio de la ciudadanía.
Estos partidos políticos fueron instrumentos nuevos, que probaron su validez en la reforma de la dictadura, pero al día de hoy son herramientas envejecidas, melladas, romas, poco válidas para acometer las transformaciones que una buena parte de la ciudadanía demanda y que el país necesita. ¡Despierta, Pedro!

Maastrich, un mal sueño

Rebuscando entre viejos papeles me he topado con este artículo -"Maastrich: un mal sueño de la razón"- escrito hace 18 años. No está mal darle un repaso. 

Desde el campo conservador se ha criticado siempre a la izquierda revolucionaria con el argumento de que las revoluciones rompen el ritmo natural de las sociedades, que es lento, al intentar cambiar de forma abrupta el orden social existente; la revolución rompe la evolución. Así, los programas revolucionarios son productos de la razón; diseños de sociedades ideales que se llevan a la práctica por encima de los propios humanos. El futuro ideal construido por el intelecto puro debe suplantar al pasado y al presente. Este es el temperamento que lleva a las revoluciones, escribe Ortega y Gasset. Quiere el temperamento racionalista que el cuerpo social se amolde, cueste lo que cueste, a la cuadrícula de conceptos que su razón pura ha forjado, añade el filósofo madrileño en El tema de nuestro tiempo.
Antes, otro conservador, Edmund Burke, se oponía a la instauración de un orden nuevo aunque fuera fruto de un acuerdo (contrato social), porque éste expresaría la voluntad de los vivos pero no la de los muertos, representada por la tradición.
En nombre de la lenta (y frecuentemente injusta) evolución de la sociedad se han condenado dichos proyectos de cambio -que expresaban las aspiraciones de las clases subalternas, en tanto que las doctrinas conservadoras, incluida la teología, eran la legitimación del orden establecido por los estamentos dominantes- y la forma drástica y convulsa de llevarlos a la práctica, consecuencia tanto de la urgencia de las necesidades subalternas como de la resistencia de los estamentos dominantes a ceder un ápice de unas prerrogativas que consideraban naturales y eternas.
Hoy, en Europa, nos hallamos frente a un diseño del intelecto que supone una reestructuración social a fecha fija, pero detrás de él no se hallan las aspiraciones de las clases subalternas, sino los intereses de lo más granado del capital europeo, perfilados por un grupo de burócratas. El afán igualitario de las revoluciones de antaño ha quedado arrumbado por el espíritu competitivo de los poderes económicos pretendiendo crear un gran entorno financiero que dispute la hegemonía económica a EE.UU y a Japón, y la racionalidad revolucionaria que buscaba un mundo más equitativo ha dejado paso al frío cálculo económico que persigue, sencillamente, acumular más capital en menos tiempo. Esta nefasta utopía, que se nos "vende" como un imperativo del mercado productivo, responde en realidad al espíritu que niega el mercado -el monopolio- y a las necesidades del mercado financiero, que no busca la creación de riqueza (aunque se reparta de modo desigual) sino facilidades para que el capital acuda allí donde la especulación ofrece mejor rendimiento (en el momento de redactar estas líneas leo la noticia de que, en EE.UU., el aumento del empleo ha producido una gran caída en la bolsa de Nueva York, que ha arrastrado, entre otras, a la de Madrid).  
Las condiciones del Tratado de Maastrich son, además, una coartada para aplicar durisimas medidas de austeridad, para desmontar el Estado de bienestar, disciplinar a la población asalariada, debilitar las estructuras de protección de los más débiles y fortalecer las de los más fuertes. Maastrich no es Europa, sino la muerte de lo que Europa, como una sociedad más equilibrada, representaba. Sus postulantes tienen sus razones -poderosas-, pero no la razón. Los cuerdos somos nosotros, los que nos oponemos a la locura de unificar un continente a fecha fija y teniendo como meta facilitar la circulación y acumulación de capital.

Motivos de actualidad, mayo de 1996

viernes, 21 de noviembre de 2014

Cayetana

Good morning, Spain, que es different
Falleció la duquesa de Alba. Una de las diez mayores fortunas de este país. Rebelde; dicen los que la conocieron de cerca que hizo de su capa un sayo, porque en cierto modo se apartó, en ocasiones, del estirado protocolo que rige las costumbres de la gente de su alcurnia, a la que, evidentemente, no renunció. 
Descendiente de una duquesa inmortalizada en los lienzos, ora en cueros ora vestida de maja, por un pintor ilustrado, Cayetana, sin olvidar la administración de sus extensísimo patrimonio, era amiga de la farándula y de la bohemia de luxe, por lo cual era frecuente verla en fiestas y ferias, rodeada de tonadilleras, bailaoras, cantantes, artistas y toreros, en el famoseo de gama alta sevillano o marbellí. Y la prueba de ese aprecio popular está en los cientos de personas de toda condición social, que, junto con cargos públicos y autoridades civiles y militares, han desfilado por su “velorio” para rendir el último homenaje.
Cuando se tiene tanto dinero es fácil sacar un poco los pies del tiesto y amagar sin riesgo una miaja de rebeldía intrascendente para acercarse en señaladas ocasiones a los gustos de la gente corriente, pues ese ha sido uno de los grandes aciertos de la aristocracia española, que con un alarde de campechanía y superficial contacto con la plebe, ha sabido meterse en el bolsillo a los estratos más ignaros del pueblo llano.
En otros países, el empeño de la nobleza más alta en mantener la distancia con el pueblo ha terminado con frecuencia en el cadalso. En España, no; pues tenemos una nobleza bien nutrida, consentida y renovada, que vive de manera natural entre los ciudadanos, en esa mezcla de lo viejo y lo nuevo que perfila a la España de hoy, ancestral y a la vez postmoderna, en la que permanece la fuerza de los viejos estamentos sobre una débil ciudadanía como signo de una revolución burguesa varias veces empezada y nunca rematada.
Descendiente, también, del legendario Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel, Gran Duque de Alba, vencedor en Flandes y odiado por su severidad, como aún recuerdan en Bélgica y Holanda, Cayetana Fitz-James Stuart, en su calidad de gran latifundista, ha sido una de las propietarias más favorecidas por las subvenciones de la Política Agraria Común, decididas curiosamente en Bruselas. Que lo uno no quita lo otro, en esta contradictoria Europa neoliberal.

jueves, 20 de noviembre de 2014

Constituciones de España

AÑO
CAUSAS/EVENTOS POLÍT.
RÉGIMEN
DENOMINACIÓN
1808
Invasión francesa. 
Carta otorgada
Estatuto de Bayona
1812
Cortes de Cádiz
Monarquía parlament.
Constitución de 1812
1814
Retorno de Fernando VII
Monarquía absolutista
Derogación Constituc.
1820
Pronunciamiento de Riego.
Monarquía parlament.
Constitución de 1812
1823
Cien mil hijos de San Luis
Monarquía absolutista
Derogación Constituc.
1833
Fallece Fernando VII


1834
María Cristina regente
Monarquía seudoparl.
Estatuto Real
1836
Motín de la Granja
Monarquía parlament.
Constitución de 1812
1837
Cortes constituyentes
Monarquía parlament 
Constitución de 1837
(moderada)
1843
Gobº provisional (Isabel, reina)


1845
Cortes constituyentes
Monarquía parlament. 
Constitución de 1845 (moderada)
1854
Vicalvarada. Bienio progresista


1856
Cortes constituyentes
(no entra en vigor)
Constitución de 1856
1868
Revolución. Isabel II al exilio


1869
Cortes constituyentes
Monarquía parlament (
Constitución de 1869 (progresista)
1872
Amadeo de Saboya renuncia


1873
I República
República
Constitución Federal
(proyecto)
1874
Restauración. Alfonso XII.
Monarquía

1876
Comisión de notables
Monarquía parlament. 
Constitución de 1876 (moderada)
1923
Golpe de Estado.Primo de Rivera
Directorio militar
Abolición constitución.
1930
Gobierno Berenguer.
 (“dictablanda”).

1931
II República.
República
Constitución de 1931
1936
Golpe de Estado. Guerra civil


1939
Régimen de Franco
Dictadura
Principios del Movtº
1975
Muere Franco. Juan Carlos I
Monarquía
Principios del Movtº
1976
Referéndum Reforma Política
Monarquía

1977
Elecciones generales


1978
Referéndum constitucional
Monarquía parlament
Constitución de 1978

Irreformable


Good morning, Spain, que es different:
Ayer volvió a haber jarana en el Congreso a propósito de la reforma de la Constitución, que el PSOE propone ante el proceso constituyente que propugnan las fuerzas a su izquierda y el inmovilismo del PP a su derecha. Pero Rajoy la rechazó de plano acusando a Pedro Sánchez de falta de concreción y de buscar titulares en la prensa. La propuesta del PSOE tiene algunas ideas aprovechables, pero es evidente que Rajoy no se la había leído, porque no se ha publicado en el "Marca", que es su libro de autoayuda y Leviatán de cabecera.
Entre la realidad y la legalidad, Rajoy defiende en apariencia la legalidad de la Constitución, que está formalmente congelada, pero realmente abolida en la parte que reconoce derechos personales y sociales de los ciudadanos. Reforma hecha de prisa y corriendo, con abuso del procedimiento de urgencia que son los decretos-ley. Rajoy prefiere reformar drásticamente la sociedad, quebrándola previamente, para adaptarla al nuevo orden dictado por los mercados financieros (¡todo por la banca! y los demás monopolios), mientras mantiene incólume la Constitución de 1978, que, en buena parte ya es papel mojado.
Rajoy sigue la tradición de la derecha española, que es reacia a la reforma constitucional, prefiere que las constituciones se pudran y den lugar a cambios de régimen o se supriman mediante intervenciones de los militares, antes de tomarse el trabajo de reformarlas. Nuestra derecha es así; antirreformista, inmovilista por naturaleza, y golpista cuando le toca moverse, que lo hace de uniforme y a toque de corneta.
En otros países, las constituciones y cartas fundamentales se reforman, pero eso lo ignora Rajoy, porque no sale en el "Marca". Ahí van unos ejemplos.
La Constitución de Estados Unidos se aprobó en 1787, en la convención de Filadelfia. Consta de 7 artículos originales y de 27 sucesivas enmiendas, las diez primeras de ellas datan de 1791 y forman la Carta de Derechos (Bill of Rights). La última enmienda data de 1992.
Constitución de la República Francesa, de junio de 1958
Artículo 1 (modificado 28/03/2003)
"Francia es una República indivisible, laica, democrática y social. Asegura la igualdad ante la ley de todos los ciudadanos sin distinción de origen, raza o religión y respeta todas las creencias. Su organización es descentralizada".
Ley Fundamental de la República Federal Alemana de 23 de mayo de 1949, enmendada en 2001.
"Consciente de su responsabilidad ante Dios y ante los hombres, animado de la voluntad de servir a la paz del mundo, como miembro con igualdad de derechos de una Europa unida, el pueblo alemán, en virtud de su poder constituyente, se ha otorgado la presente Ley Fundamental.
Los alemanes, en los Länder de Baden-Wurtemberg, Baja Sajonia, Baviera, Berlín, Brandeburgo, Bremen, Hamburgo, Hesse, Mecklemburgo-Pomerania Occidental, Renania del Norte-Westfalia, Renania-Palatinado, Sajonia, Sajonia-Anhalt, Sarre, Schleswig-Holstein y Turingia, han consumado, en libre autodeterminación, la unidad y la libertad de Alemania. La presente Ley Fundamental rige, pues, para todo el pueblo alemán".

miércoles, 19 de noviembre de 2014

Negri. Imperio

A propósito de un texto de Luis Roca Jusmet sobre Negri y Zizek.
Agradezco el trabajo de explicación, porque me cuesta leer a Zizek y no digo ya a Negri, que me parece que está sobrevalorado por la izquierda. En "Imperio", en más de 400 páginas, en formato grande, hay cosas sugerentes, pero el tono general de la obra es pedantesco y gaseoso, está escrito desde el otro campo, aceptando la lógica de la globalización y de un imperio, presuntamente sin emperador (¡en tiempo de Bush!). Lo de la multitud es una apelación a algo para rellenar la casilla que exige todo proceso de cambio (y soy prudente, porque Negri habla de revolución), que es la presencia de un sujeto y de sus circunstancias (su ethos, su programa, su organización, etc), que la lleve adelante. La obra concluye con el siguiente párrafo: "Existe una historia que puede servirnos para ilustrar al futura vida de la militancia comunista: la de San Fracisco de Asís (...) En la postmodernidad volvemos a encontrarnos en la situación de San Francisco de Así y proponemos contra la miseria del poder, el gozo del ser. Esta es una revolución que ningún poder podrá controlar, porque el biopoder (¡dale con la palabrita!) y el comunismo, la cooperación y la revolución continúan unidos en el amor, la simplicidad y también la inocencia. Esta es la irrefrenable levedad y dicha de ser comunista". Así que después de escribir 375 páginas de prosa densa, propone volver a creer en Dios, vestirnos de saco y andar descalzos. ¡Señor! ¡Señor! Como está la izquierda... fuera del convento.

lunes, 17 de noviembre de 2014

Discurso económico 2



Good morning, Spain, que es different

El cuarto eje del discurso gubernamental es la justificación preventiva para mostrar como aceptable el desastroso resultado obtenido hasta la fecha, pues, de no haber aplicado las medidas de austeridad -se arguye-, la situación aún sería peor. Pero, recurrir a lo que no se conoce ni se puede conocer es una suposición carente de base racional, ya que el Gobierno no se ha tomado la molestia de apoyarla con algún estudio sobre tendencias que apunten en tal sentido. Se afirma y punto, y a tragar con otro dogma.
El último eje formulado en el tiempo alude a la satisfacción por el trabajo bien realizado. Las medidas aplicadas han sido duras, pero el resultado es bueno porque España está saliendo de la recesión; lo peor ha quedado atrás; no hay ilusorios brotes verdes como en la etapa de Zapatero, sino un crecimiento con raíces sólidas. Por lo cual, cabe colegir que las decisiones adoptadas eran dolorosas pero necesarias. El Gobierno ha hecho lo que tenía que hacer y el resultado es positivo.
Así se cierra un discurso circular: como no había otra manera de salir de la recesión que no contuviera esos selectivos sacrificios, los resultados tienen que necesariamente positivos. Una vez que ha asumido la consigna de que no hay alternativa, el Gobierno sostiene que las actitudes más adecuadas ante una situación que exige imaginación y audacia, son la obediencia y el conformismo. 
Es este un discurso falsamente optimista, destinado a elevar la moral en las propias filas, a preparar el terreno ante las próximas citas con las urnas y a propagar la buena nueva de la recuperación económica en los mercados; un discurso que, leyendo sólo el ligero crecimiento en algunos segmentos de la economía, incluye afirmaciones tan postineras como que España es el asombro del mundo y la locomotora de Europa. 
Pero es un optimismo infundado. La situación no se endereza porque, gracias a las ayudas del Estado, grandes empresas mejoren sus resultados y los bancos hayan saneado sus cuentas, aunque el crédito siga prácticamente congelado.
Después de haber superado a peor las cifras de Zapatero (más deuda, más paro, menos inversión, menos producción, menos consumo, menos crédito), el crecimiento es lento, raquítico y selectivo, pues no alcanza a todos los sectores de la economía y mucho menos ha llegado a la sociedad: el paro está en el 25% de la población activa; entre los jóvenes es del 53% y en los licenciados triplica la tasa media de la OCDE; el empleo nuevo es precario, temporal y mal pagado, con salarios de hambre (trabajar y ser pobre); la mitad de los parados carece de subsidio, ha crecido el número de pobres y de marginados, rozamos la deflación y la sociedad se polariza a ojos vista, porque aumentan las diferencias entre las rentas más altas y las más bajas. Junto con Rumanía, España es el país de Europa donde, en menos tiempo, más ha crecido la desigualdad. A estas alturas va quedando muy claro que, para la mayoría de la población, gobernar es repartir dolor, como decía Ruíz Gallardón cuando todavía era ministro de Justicia, pero para otros es repartir beneficios.
Los pronósticos del FMI, la OCDE y la Comisión Europea no son buenos y aconsejan al Gobierno moderar sus expectativas para los próximos dos años. Añádase que algunos economistas admiten que quizá estemos a las puertas de la tercera recesión, lo cual sería terrible, porque en España aún no hemos superado las consecuencias de la primera.
La gente, que es quien importa, no percibe la cacareada recuperación, como muestran las encuestas sobre sus preocupaciones y sobre la confianza en la economía y en el futuro, en las que predomina el pesimismo, y como confirman los sondeos sobre preferencias políticas, en los que, un mes tras otro, el Partido Popular pierde apoyos y la confianza en Rajoy alcanza cotas grotescas, que ofenderían a un gobernante que se estimase representativo de los ciudadanos, que no es el caso.  

Las corrupciones de Cebrián

Extraigo unos párrafos del artículo de Jesús Maraña:
"Que la irrupción de Podemos provoca la fragmentación en la izquierda es algo que podría haber deducido Kiko Rivera, Paquirrín, sin dejar de pinchar discos, que es lo suyo. Podría detenerse Cebrián en analizar las causas que han facilitado el enorme espacio que parece ocupar Podemos en la izquierda. Podría haber citado, por ejemplo, el hecho de que la mayor catástrofe electoral del PSOE en su historia no dio paso desde 2011 a una renovación profunda imprescindible que buscara la recuperación del electorado perdido, sino a dos años largos de caída en picado mientras Cebrián defendía a capa y espada a Alfredo Pérez Rubalcaba como guardián de las esencias del “régimen” frente a esos “infantiles” experimentos de primarias abiertas o cualquier otra propuesta que pusiera en riesgo los sillones de tantos amigos o compañeros de viaje. Según Cebrián, la irrupción de Podemos se debe a una confabulación estelar entre los asesores del PP, los italianos (unos romanos, otros venecianos) que controlan las dos grandes cadenas privadas de televisión (gracias también a la 'inmejorable' gestión especulativa del propio Cebrián al frente de Prisa) y los méritos de una corrupción “sistémica” que por supuesto no tiene nada que ver con “el periodo de mayor libertad, estabilidad…" y blablablablablá de la historia de España".

"Cebrián acaba de cumplir 70 años y ya hace casi dos que explicó a su plantilla que los periodistas de más de 50 años no encajaban en la nueva etapa del periódico. Pero en este párrafo está la conclusión de la página y la solución a ‘Las corrupciones’. El autor hace una reivindicación explícita de “la democracia representativa y del bipartidismo mitigado [sic] como mejores métodos de garantizar la alternancia en el poder y…”
Aquí puede haber tenido un lapsus. ¿No debería ser al revés en todo caso? Cebrián concluye su página con el mensaje que quiere lanzar: la defensa del bipartidismo (no cita pero se entiende la necesidad probable de una Gran Coalición PP-PSOE que “mitigue” la fragmentación de la izquierda) como única garantía de la democracia frente al “populismo”, el “nacionalismo irredento”, “los cuentos chinos de los tertulianos de la tele”, etcétera. Pero lo que escribe es que el bipartidismo garantiza “la alternancia del poder”. Que realmente es lo coherente con la biografía de Juan Luis Cebrián. Lo esencial no es la política sino el poder; lo importante no es tanto el periodismo como el negocio periodístico; lo preocupante no es tanto que haya corrupción “sistémica” sino que la podredumbre del sistema llegue a descuartizar los mimbres del poder".

Discurso económico 1



Good morning, Spain, que es different

El discurso económico del Gobierno gira alrededor de cinco ejes temáticos. 
El primero es la herencia recibida; el pesado legado de Zapatero. El segundo es la necesaria subordinación a los criterios del Fondo Monetario Internacional, la Comisión y el Banco Central europeos. El tercer eje es la actuación moralista y justiciera del Gobierno, que castiga a los ciudadanos por haber vivido por encima de sus posibilidades. El cuarto eje es la justificación preventiva del destrozo: si no se hubieran aplicado las medidas de austeridad, aún estaríamos peor. Y el quinto, y último en el tiempo, es la justificación positiva del destrozo: lo peor ya ha pasado, estamos saliendo de la crisis.
La herencia recibida es el argumento de más peso utilizado en descargo de las selectivas medidas de austeridad aplicadas; la letanía a la que el Gobierno no renuncia ni va a renunciar, pues la utilizó al principio de la legislatura y la mantendrá hasta el final, ya que es absolutamente necesaria para trasladar al adversario su responsabilidad en devolver el país a niveles de producción, consumo, renta y bienestar de hace dos décadas.
El retroceso de España respecto a los países más desarrollados de Europa reflejado en las listas que comparan el crecimiento económico en términos de PIB, salarios, empleo, productividad, educación, investigación y desarrollo, renta familiar y oportunidades para los jóvenes, o las que comparan igualdad, calidad de vida y asistencia pública, será exhibido como una de las negativas consecuencias del mandato de Zapatero, que el Gobierno de Rajoy ha tratado de paliar, aunque con un resultado moderado.    
La reiterada excusa de la herencia recibida pretende hacer olvidar a los sufridos ciudadanos que esa herencia viene fijada por la reforma del artículo 135 de la Constitución, que prescribe la devolución de la deuda externa como prioridad del Gobierno por encima de necesidades más apremiantes del país. Y que dicha reforma era una petición de Rajoy, que Zapatero aceptó presionado por la “troika”. Así que la públicamente denostada herencia se buscó con ganas y se asumió con gusto, porque permitía aplicar con urgencia y extrema dureza el programa máximo (y secreto) del Partido Popular. 
El argumento de la subordinación a las disposiciones de la Unión Europea es contradictorio con la coletilla que repite Rajoy de que España es un gran país, aunque es tan obediente que parece pequeño, pero es complementario con el anterior para señalar el estrecho margen de maniobra que el Gobierno de España tiene para actuar, pues no ha podido hacer lo que quería, sino lo que le han dictado sus socios de la Unión Europea y el FMI. Y, en un ejercicio de responsabilidad y valentía, el Gobierno ha reconocido la cruda realidad y ha hecho lo que tenía que hacer.
Las selectivas medidas de austeridad, además de necesarias, son moralmente justas. Rajoy asume el cínico discurso de Merkel sobre el excesivo gasto de los alegres países del sur (con ayuda financiera de bancos alemanes) y atribuye el origen de la crisis al dispendio de los ciudadanos, que han vivido por encima de sus rentas recurriendo al crédito. Por tanto, tienen lo que merecen, por haber gastado más dinero del que poseían.
El moralismo barato de Rajoy tiene como reverso el despilfarro público de los lugares donde el Partido Popular gobierna y ha gobernado desde hace lustros,  unido a la corrupción, que no ha cesado durante los años de crisis, incluyendo la evasión de capital de algunos de sus dirigentes y los ingresos irregulares percibidos por altos cargos del Partido y del Gobierno, incluyendo los del propio Rajoy, que aumentaron el 27% en plena crisis, mientras acusaba a Zapatero de mala gestión.