martes, 29 de marzo de 2016

La patria es la gente

Good morning, Spain, que es different

Confieso que estos muchachos y muchachas de Podemos me dejan perplexo. Cada día que pasa aportan algún concepto nuevo a la nueva política, y con ocasión del Aberri Eguna, día de la Patria Vasca, día del PNV o conmemoración de la fausta jornada en que Sabino Arana descubrió que no era español sino vizcaíno, han lanzado unas cuantas novedades a la centralidad del tablero.
La gran aportación política ha sido la decisión de participar en los actos de una festividad que hasta ahora sólo celebraban los partidos nacionalistas, tratando de dar una apariencia de normalidad a esta participación, que “no es osadía, sino afán de convivencia, no cálculo sino compromiso”. El lema elegido -“la patria es la gente”- justifica la participación en la fiesta con la idea de sumarse a lo común. Como en otras partes, Podemos es el partido (o lo que fuere) de la gente; de la gente frente a la casta, de los de abajo frente a los de arriba, ahora que la división izquierda derecha está, al parecer, superada (o al menos, hasta no hace tanto tiempo parecía que lo estaba). Por tanto, donde esté la gente, allí estará Podemos. Como los festejos los organiza el PNV, cabe concluir que en Euskadi no hay casta.
Pero el asunto no es menor (sino mayor, como diría Rajoy en las célebres jornadas de Talavera), pues cabe preguntar si toda la gente vasca comparte el sentido de esa festividad, y hay que responder que no. Con lo cual, la alegre muchachada de Podemos se ha sumado a la gente que dice que la patria es de ellos, porque ellos son la verdadera gente vasca y, por tanto, la verdadera patria. No se inventa una patria para dejársela a otros; la patria es un tesoro reservado siempre a los auténticos.
La participación en el Aberri Eguna no será excepcional, ya que en Podemos se plantean celebrar otros actos de fuerte contenido nacionalista, como el 25 de octubre, aniversario del estatuto de Guernica, y el 7 de octubre, aniversario de la formación del primer gobierno vasco en 1936, presidido por José Antonio Aguirre. Ni parece casual sino una apuesta decidida, pues, en un tiempo “que no es de frentismo sino de convivencia”, quieren defender “un proyecto de convivencia inclusiva” (no les basta con que sea incluyente), donde quepan “todas las identidades nacionales”, que, partiendo del estatuto vasco –“un punto de partida, no de llegada”- llegue a reclamar “el derecho a decidir en un marco bilateral”, que es lo que actualmente postula el PNV, lejos ya de la época de Ibarretxe, mediante un pacto con el Estado (España).  
De ello se deduce, que Podemos renuncia a disputar la hegemonía a los partidos nacionalistas y se dispone a seguir cómodamente en la estela marcada por el PNV; a la zaga de la burguesía vasca. Lo cual parece una muestra de falta de madurez, de ignorancia o de desprecio hacia lo que ha sucedido en el País Vasco desde hace medio siglo y hasta hace sólo cuatro años, o quizá un resultado de la novedad y simplicidad con que perciben el orden de las cosas estos muchachos y muchachas, que acaban de llegar a la política y a la vida adulta con la pretensión de indicar que ellos tienen soluciones que convienen a todos: que se pare el mundo que hemos llegado nosotros y podemos arreglar los desperfectos.
Una muestra de este adanismo son las palabras de la donostiarra Nagua Alba, secretaria general de Podemos Euskadi -“La nuestra es una patria en la que la ciudadanía debe poder decidir su futuro libremente, donde los derechos sociales están asegurados y que es solidaria con otros territorios”-, que, con una declaración voluntarista olvida, primero, que en el País Vasco la población no nacionalista, durante 50 años no ha podido decidir libremente ni su futuro ni su presente, si aspiraba a ese fundamental derecho que es conservar la vida y la hacienda propias o de sus allegados. Y eso no se borra fácilmente de la memoria de las personas que han padecido el terrorismo etarra, que son muchas. Y en segundo lugar, que la estrategia de los nacionalistas vascos, nacionalistas, como los catalanes, de zona rica, con alto nivel de vida, persigue todo lo contrario, que es no ser solidarios con otros territorios peor dotados por el clima o la naturaleza o maltratados por la suerte o por la historia.  


jueves, 24 de marzo de 2016

Demasiados tronos


A propósito de un artículo de Muriel Sánchez (Bases Podemos Cataluña) http://www.basespodemos.info/tiki-read_article.php?articleId=16

Modestamente, no creo que la cita de Schmitt sea pertinente, a no ser que las cosas dentro de Podemos estén realmente mal y que los antagonismos hayan llegado a un grado insuperable, de modo que el "otro", el "extraño", impida la continuidad del proyecto y deba ser exonerado o más aún, erradicado. Son ilustrativas las alusiones a juego de tronos, pero para mí expresan los juegos dentro del círculo de poder, o sea, juegos por el poder, o por aumentar las cuotas de poder dentro del ámbito de quienes lo ostentan; dentro de un grupo selecto, de una élite, de un politburó, dentro de una casta, con lo cual se cumple la autonomía de la política, no sólo respeto a otros ámbitos de la vida o de la sociedad, sino respecto a la propia organización, a las propias bases. Lo que sucede en Podemos tiene mucho de lucha palaciega, donde la política es el arte de moverse entre intrigas, y la guerra de movimientos se reduce a preparar las habituales operaciones internas para ganar las escaramuzas contra antiguos amigos y ganar nuevos aliados. Veo en ello, mucho Maquiavelo y poco Gramsci, echo en falta la leniniana firmeza contra el oportunismo y la aportación china sobre la resolución de las contradicciones internas. Nada nuevo, ni nada sorprendente, por otro lado.

miércoles, 23 de marzo de 2016

Ejemplares mujeres

Digno ejemplo el de estas mujeres yazadíes. No hay que huir de los fanáticos, hay que quedarse y resistir. Entre los refugiados sirios hay muchos jóvenes que en vez de huir deberían quedarse y luchar, defender su casa, su trabajo, su país y su sociedad. Cuando Europa estaba anegada por dictaduras, y el fascismo y el nazismo eran triunfantes, en España se libró la primera batalla de la segunda guerra mundial contra el eje Berlín-Roma-Tokio. Esa batalla, por circunstancias ya conocidas, se perdió y miles de españoles buscaron refugio en Francia, pero la huida se produjo después de luchar y resistir tres años al ejército de Franco apoyado por la werhmatch, que entonces el mejor ejército del mundo.

Coherencia

Los de Podemos lo quieren todo, por algo dicen que son trasversales. En el País Vasco "quieren ser un agente activo de convivencia", "superar la dinámica frentista", "construir un relato propio" y "disputar la hegemonía al nacionalismo tradicional", para lo cual van a "desafiar las lógicas tradicionales de la política vasca" sumándose, en un acto de coherencia, a la celebración del Aberri Eguna, día de la patria vasca y realmente día del PNV, que celebra la caída del caballo de Sabino Arana, cegado por la luz del provincianismo, el domingo de resurrección 1882, cuando descubrió, según cuenta la leyenda, que era vizcaíno y no español.

La marcha turca


Good morning, Spain, que es different

El ignominioso acuerdo sobre la devolución de los refugiados sirios, suscrito la semana pasada por la Unión Europea con Turquía, vulnera no sólo tratados internacionales sobre el derecho de asilo, como el Protocolo sobre el Estatuto del Refugiado de 1967, y, sobre todo, la Declaración Universal de Derechos Humanos (artículo 14), sino que traiciona principios esenciales de la propia Unión (artículo 18 de la Carta de Derechos Fundamentales), que una vez más muestra su división interna, su debilidad y su incompetencia operativa ante un caso de crisis.
Entre los firmantes del “pacto migratorio”, que establece un derecho de admisión con cuentagotas y condena a un doble éxodo a quienes huyen de la guerra y la barbarie, se encuentran países de mayoría protestante y países católicos, representados además por gobiernos católicos, como es el nuestro, por lo que aún cuesta más entender el apoyo prestado a un acuerdo que desoye mandatos evangélicos y eclesiásticos.
Es difícil no recordar las consideradas por la Iglesia obras de misericordia -dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, vestir al desnudo, rescatar al cautivo, dar posada al peregrino o consolar al triste-, formuladas a partir de un pasaje del evangelio en que Jesús de Nazaret señala a sus seguidores el trato que merecen los demás -“tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui un extraño y me acogisteis”. Y cuesta entender que los miembros del partido gobernante en España, tan dados a favorecer los privilegios materiales de la Curia y a excederse en aspavientos cuando intuyen alguna falta de respeto hacia actos litúrgicos o tradiciones simplemente populares como la cabalgata de Reyes, ante el drama de los refugiados no se hayan sentido movidos por la piedad, que es uno de los siete dones del Espíritu Santo, por la misericordia, que es un atributo divino y una meritoria y recomendada virtud, o por la caridad, una de las virtudes teologales más celebradas por el clero.
Prefiero no pensar que el Gobierno, que actúa en funciones, y que, según una novísima teoría de la representación política, no debe someterse al parlamento, por lo cual ha firmado un acuerdo que contraviene la opinión mayoritaria del Congreso, actúa también en funciones como católico y puede desoír temporalmente los preceptos del credo que con tanto celo ha defendido a través del ministro Wert, no ministro de la Fe, sino de educación pública.
Es más, espero con impaciencia que la exdiputada “popular” Cayetana Álvarez de Toledo, a propósito del “pacto migratorio”, envíe a Rajoy un mensaje tan indignado como el que dirigió a la alcaldesa de Madrid a propósito de la capa del rey Gaspar -“Esto no te lo perdonaré jamás, Mariano”-, y que personas de acrisolada fe católica, como el ministro del Interior o la señora Cospedal, tan entregada en las procesiones con su mantilla y su canesú, ofrezcan alguna explicación que haga compatibles los preceptos de su fe con la firma de un tratado que convierte a los refugiados sirios en eternos peregrinos.  
Allá los políticos católicos con su conciencia, tan laxa en otros asuntos, pero ¿qué dicen a todo esto los obispos, tan prestos al escándalo por la exhibición de los pechos desnudos de una jovencita en una capilla inoportunamente situada en un centro universitario? Sería muy conveniente que sus eminencias reverendísimas se dignaran emitir una carta pastoral para iluminar a la feligresía sobre el deber moral de la solidaridad y particularmente al Gobierno, que anda bastante perdido en estos tiempos de zozobra, en que la viña del Señor está siendo devastada por jabalíes, según una de las apocalípticas metáforas del papa Ratzinger.
Por lo demás, con el “pacto migratorio”, Europa se sacude un problema de encima y se lo endosa, primero, a Grecia, un país particularmente maltratado por las medidas de austeridad decididas en Berlín y Bruselas, que en 2015 recibió más de 850.000 extranjeros y 150.000 más en lo que va de año, y, después, a Turquía, que así se convierte en un aliado fundamental al recibir la gestión de lo que sucede en el patio trasero europeo. Lo cual aumenta la influencia del gobierno de Erdogan sobre el sur de Europa y la zona oriental del Mediterráneo.

La deriva confesional y autoritaria del gobierno turco, que reprime a la oposición, persigue a los disidentes y bombardea a los kurdos, no permite suponer que los refugiados vayan a recibir un trato que merezca estar a la altura de lo exigido por los derechos humanos, cuya observancia, remuneración mediante, la Unión Europea ha trasladado a Turquía.

lunes, 21 de marzo de 2016

Dinero catalán

A propósito de un anuncio de la hipotética Hacienda catalana: "El dinero de los catalanes en Cataluña. Soberanía fiscal".

No, claro que no todos los catalanes son los Pujol, pero el anuncio de la nueva Hacienda es demagógico y falaz, porque los españoles no se llevan el dinero de los catalanes. Y más importante todavía, la proporción de la aportación fiscal de los asalariados y de los empresarios a las arcas del Estado es la misma en toda España. El Estado trata igual de bien a los empresarios catalanes que a los del resto de España y fiscalmente igual de mal a los que viven de un salario dondequiera que residan. Y la amnistía fiscal vale para todos los evasores, sean de donde sean, y la nueva ley de enjuiciamiento criminal, que acorta el tiempo de investigación de los jueces, es un regalo a los corruptos de toda España. Los trabajadores catalanes pagan los mismos impuestos generales que los demás, porque los tributos son personales. Las tasas municipales y los tributos autonómicos ya son otra cosa, y por cierto, los impuestos de sucesiones y de donaciones son mucho más altos en Cataluña que en Madrid. El expolio no se produce en Cataluña para beneficio de España, sino que el expolio se produce en toda España (y naturalmente en Cataluña) sobre las rentas de los asalariados, por las exenciones fiscales a las grandes empresas, los bienes y servicios públicos privatizados, el saneamiento con fondos públicos de bancos y cajas de ahorros quebrados, etc, etc.

Una de las primeras medidas del hipotético gobierno independiente será subir los impuestos para asumir los servicios que ahora son comunes.

¿De dónde salen esos 17.000 millones? Las cuentas de Mas y Junqueras son más bien cuentos, y ellos hablan de 16.000 millones, pero Mas Colell rebaja la cifra hasta 3.200 millones. Para hablar de cifras recomiendo, sin ánimo de ofender, leer el artículo de Angel de la Fuente "El expolio como verdad revelada" (El País, 11-2-2014), el de Luis Garicano "El mito económico de la independencia" (El País, 8-9-2015), el de Fiona Maharg ""Barcelona debe mirar a Montreal" (El País Negocios, 15-11-2015), el de Borrel y Llorach "¿Dónde están los 16.000 millones?" (El País 20-1-2014) y "Los 16.000 millones que no aparecen" (El País, 31-1-2014), así como los de Joaquim Coll, Vidal Folch y otros, publicados en la prensa catalana. Y desde luego, el libro de Borrell y Llorach "Las cuentas y los cuentos de la independencia" (La catarata, 2015).

domingo, 20 de marzo de 2016

Lenguas poco útiles


A propósito de un artículo de Daniel Innerarity (El español), colgado por Félix Ovejero

Lo de patrimonio cultural puede sonar a tradición y a museo o a laboratorio de investigación y a ciencia; hay lenguas más útiles que otras para orientarse en cada época; hay lenguas que necesitan ser conservadas y defendidas mientras otras son pujantes. 
El inglés se impone como lengua científica, tecnológica y económica y tiende a ser aceptada como moderna lengua franca, sin que ello lleve aparejadas preferencias políticas. El que estudia inglés como lengua útil para su profesión no lo hace pensando en defender a la reina de Inglaterra, en hacerse hincha del Manchester United o seguidor del Partido Republicano. Justo lo contrario de lo que sucede con los micronacionalismos, que son agrupaciones políticas defensivas en torno a lenguas en retroceso. 

La defensa de una lengua, que se revela ya poco útil, se convierte en un programa político que exalta las virtudes y la superior condición de sus hablantes, a los que se presenta como sometidos por los hablantes de otra lengua. De este modo, el retroceso de la lengua se atribuye a un acto de fuerza externo, no al abandono de ella por sus hablantes. La lengua es práctica o no es; será otra cosa, pero no social, útil y compartida.
Julio Caro Baroja, creo que en "El laberinto vasco", dice que el vascuence se hallaba ya en retroceso en Álava, en el siglo XVIII, por el contacto con el castellano, y la causa era el comercio. La producción, el comercio, las vías de comunicación, la orografía, la fertilidad del suelo o la riqueza del subsuelo son elementos que los micronacionalistas suelen olvidar cuando hablan de la relación entre las lenguas, que suelen abordar con preferencia como un asunto político, como una lengua que se impone a otra, por la fuerza de las armas. Y eso es cierto en ocasiones, pero no siempre.

Sobre el uso y la potencia de una lengua dice mucho su codificación y normalización. Por ejemplo, los nacionalistas vascos pasan por alto que el castellano tuviera su primera gramática en 1492, realizada por Antonio Nebrija, mientras que la normalización del vascuence actual -el euskera batua- a partir de cinco o seis variedades dialectales, empezara su normalización a principios del siglo XX y concluyera en fecha tan tardía en 1968.

Esas lenguas son prácticas en un entorno, pero, al menos en Europa, están en contacto con otras lenguas. El checo es otra lengua rescatada, cuyo primer manifiesto en su defensa se hizo en alemán, pero dejando eso aparte, lo sustancial de todas ellas, es su dimensión nacional. Sus representantes políticos y económicos se entienden en inglés, no en finés, búlgaro o magiar. Desconozco si en esos países hay tensiones internas a causa de lenguas comarcales o regionales, pero dudo que esas lenguas minoritarias tuvieran una utilidad mayor que las lenguas habladas a escala nacional.

Gobernar como Franco (2)

Good morning, Spain, que es different

No está de más recordar el uso perverso de los resortes del Estado de derecho que han hecho quienes han gobernado el país los últimos cuatro años, y que hoy lo siguen haciendo pertrechados con extraordinarias e ilegítimas competencias.
Mariano Rajoy ha utilizado la mayoría absoluta para gobernar como un autócrata, ha sido el Jefe del Gobierno que más veces ha utilizado un procedimiento de urgencia (más que Aznar, incluso), como es el decreto-ley, para legislar de forma ordinaria sobre asuntos de tanta trascendencia como la reforma laboral o el rescate de la banca (decidido sin debate), y hacerlo desde bien pronto (el primer año: 16 leyes y 28 decretos); en total 75 decretos de una suma de 145 proyectos de ley; de los 163 tramitados, 59 lo han hecho por la vía de urgencia. Es un Gobierno que ostenta el demérito de haber reformado 26 leyes de una vez y sin debate parlamentario, y que más veces ha rechazado la comparecencia de Rajoy y de los ministros en las cámaras y ante los periodistas.
Rajoy ha sido el gran ausente en el Congreso, el gran silencioso y el gran mentiroso: en los tres primeros años, el PP rechazó el 63% de las peticiones de comparecencia; en 105 ocasiones ha vetado la de Rajoy, en 22 ocasiones la de Ana Mato, aunque también las de otros miembros del Gabinete, como la ministra Báñez, el ministro de Defensa o el de Interior. La norma ha sido rechazar de oficio la rendición de cuentas y, por supuesto, eludir cualquier responsabilidad política.
Rajoy ha estado ausente en el 85% de las votaciones y sólo ha comparecido en el Congreso dos veces de forma extraordinaria; una vez (el 1 de agosto de 2013) a propósito del caso Bárcenas, y fue para mentir a la cámara, a pesar de las numerosas peticiones de la oposición para responder por los casos de corrupción. La Vicepresidenta sólo ha comparecido una vez en cuatro años en la Comisión Constitucional, a la que debe rendir cuentas de su actividad.
La reforma de la administración de Justicia, la polémica Ley de Enjuiciamiento Criminal, que acorta el tiempo de investigación de los jueces, la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional, la Ley de Seguridad Nacional y la Ley de Protección de la Seguridad Ciudadana (“ley mordaza”) forman un paquete legislativo propio de una situación extraordinaria, que no se da en el país, pero necesario para dotar al Gobierno de los excepcionales poderes que necesita para aproximarse lo más posible a la forma de gobernar del general Franco.

sábado, 19 de marzo de 2016

Gobernar como Franco (1)

Good morning, Spain, que es different
España es un país políticamente insólito. Y una de las situaciones insólitas en que estamos metidos es la que muestra al Gobierno (viejo) negándose a rendir cuentas ante el Congreso (nuevo) para informar sobre asuntos corrientes o sobre otro que no es baladí, como es la posición española en la conferencia europea sobre el problema de los refugiados procedentes de Siria.
En el Partido Popular justifican este desafío al poder legislativo con la argucia de que se trata de un gobierno en funciones, cuando esa misma situación interina no ha impedido al Gabinete tomar decisiones que tendrán vigor durante más de medio siglo. Aducen que, careciendo de la confianza de la cámara, el Gobierno no debe someterse a ella, cuando esa debe ser la razón más poderosa del Congreso para someterlo a su control y evitar que se exceda en las funciones que le competen. Es una interpretación tan interesada como paradójica argüir que un gobierno en funciones (ordinariamente provisional) puede estar menos sometido a control parlamentario que otro que goza de la confianza de la cámara, pero delata el ideal autoritario de gobernar sin límites, sin testigos ni controles.
La Vicepresidenta recurre a la separación de poderes como argumento de autoridad, pero la utiliza de modo torticero para justificar la total independencia del Gobierno respecto a las Cortes. Según esta nueva teoría de la democracia, de la que los ciudadanos han tenido sobradas muestras de su aplicación en los últimos cuatro años, las urnas sirven para elegir a los diputados, pero después de nombrado el gobierno la ciudadanía se disipa, desaparece la soberanía nacional y sólo queda el Ejecutivo, que manda y dispone a su antojo sin rendir cuentas de sus actos. El hecho de que el Gobierno esté en funciones no altera la sustancia de la teoría, pues continúa investido de todos los poderes del Estado, debido a que todavía controla la cúpula de las instituciones que ha “okupado” durante la legislatura ya periclitada. El Ejecutivo subsume al Estado, al Partido y también a la Nación, que deja de ser soberana, para ser una colectividad dependiente de lo que decide un gobierno investido de poderes extraordinarios. Lo cual, como afirma Carl Schmitt, lo convierte en el verdadero soberano porque decide sobre lo excepcional, sobre lo que no está legislado o está por encima de lo legislado, en este caso, su forma de actuar al margen del Congreso y de la propia Constitución, que, por otra parte, ha sido abolida concienzudamente durante la legislatura, en lo que atañe a los derechos civiles y sociales de la ciudadanía.    
En cuanto tiene ocasión, Rajoy solicita que se deje gobernar a quien ganó las elecciones, como si alguien hubiera querido impedirlo, y repite que el Partido Popular fue el partido más votado el 20 de diciembre, como si el Gobierno únicamente debiera tener en cuenta a sus votantes, que, recordémoslo, sólo suponen el 29% de los votos emitidos y el 20% del censo.
De este modo tenemos (padecemos) un gobierno que representa a una minoría, colocado por encima de la soberanía de los ciudadanos, que reside en Cortes, y que no rinde cuentas ante nadie (tampoco ante sus seguidores), a no ser que lo haga ante Merkel, Juncker, el FMI o ante Dios y ante la Historia, como hacía Franco.
Tenemos un gobierno con fecha de caducidad, pero encastillado y desafiante, y tenemos un partido gobernante voluntariamente marginado de los intentos de concertar la investidura de un nuevo presidente del gobierno, como si quisiera prolongar lo más posible esta situación tan insólita como favorable para sus intereses.
En realidad, nada de lo que sucede es sorprendente, si se tiene en cuenta la trayectoria del Partido Popular desde hace décadas y cuál es su habitual forma de gobernar, tan llena de resabios franquistas. Es más, este anómalo estado de gobierno de excepción, no contemplado en la Constitución, parece el colofón más adecuado a un mandato cuajado de desplantes al Congreso y a la opinión pública, y pródigo en actos atrabiliarios para justificar unas medidas que han hecho retroceder el país a situaciones que creíamos ya superadas y para entorpecer la investigación de los cientos de casos de corrupción que anegan al partido gobernante. 

viernes, 11 de marzo de 2016

¿Conspiración?

A propósito de un post del Luki

Quizá haya una conspiración para destruir Podemos, quizá; quizá esté organizada por El País, quizá; quizá lo esté por la patronal financiera, quizá; lo que es seguro es que Podemos molesta, pero ¿un partido con 40 diputados es tan peligroso? ¿Un hipotético gobierno con izquierdas de todos los tamaños y colores y el apoyo tácito o explícito de las burguesías nacionalistas es tan peligroso? Porque la aritmética no da para más y eso, con ser mucho, es bastante poco; entiendo que no es una amenaza seria ni para PRISA ni para el Ibex... En este asunto yo sigo siendo maoísta y creo que las contradicciones externas actúan a través de las contradicciones internas, que en el caso de Podemos me parece muchas, y algunas, muy agudas, como para que no puedan ser fácilmente aprovechadas por sus adversarios. Podemos tiene que demostrar muchas cosas, y una de ellas es tan importante, que puede afectar a su propia existencia, y es ver si sus dirigentes son capaces de construir un partido político desde la ocasional confluencia de una heterogénea serie de grupos, grupitos y personas para ganar unas elecciones, que no se han ganado. Creo que su innegable vocación de ganar y llegar al gobierno reposa, por el momento, en una base política y organizativa bastante feble.

miércoles, 9 de marzo de 2016

Todo es divisible


A propósito de un texto de Luis Roca Jusmet.

Referéndum: quiénes votan ¿los ciudadanos o los territorios? ¿Son los territorios los que se adaptan a los ciudadanos o es al revés? Como los territorios no pueden votar, la pugna siempre es entre ciudadanos que prefieren sentirse de un territorio o de otro. Por tanto la consulta para ser auténticamente democrática deberá permitir que todos los ciudadanos decidan sobre el territorio, no sólo los partidarios de una determinada configuración del territorio, aunque los nacionalistas se erigen como los únicos representantes legítimos para representar a un territorio. 
Lo cual supone admitir que, en una hipotética consulta, puede haber decisiones contradictorias sobre el mismo territorio, por tanto, lo democrático sería que el territorio se repartiera según unas u otras preferencias, siguiendo un principio de aplicación general: todos los territorios son divisibles, según decisión de sus habitantes. 
Por tanto si España es divisible, Cataluña (o el País Vasco) también deberían serlo. Y de la misma manera que los habitantes de una región deciden separarse de su antiguo país, los habitantes de una provincia deberían poder hacer lo mismo respecto al país nuevo al que se les quiere vincular.

lunes, 7 de marzo de 2016

Leyenda del beso

Good morning, Spain, que es different

Permitan los lectores que hoy me ponga lírico, zarzuelero y hasta rumbero, pues la ocasión lo merece. Ahí es nada, en la España católica y pudibunda, asistir al primer ósculo entre hombres en el Congreso, perpetrado delante de otros dos hombres, los ministros de Economía y Sanidad, y de las cámaras de televisión. Pero, ¿qué digo hombres?, digo auténticos machos alfa de la misma manada y con ganas de gresca, dándose el morro…

"Ay, amor de hombre 
que estás llegando y ya te vas, una vez más 
juego de azar, que me obliga a perder o a ganar 
que se mete en mi sueño 
gigante pequeño 
de besos extraños 
Ay, amor de hombre 
que estás haciéndome reír una vez más 
nube de gas, que me empuja a subir más y más 
que me aleja del suelo 
me clava en el cielo 
con una palabra" (pacto, sin Ciudadanos).

Cuando pensábamos que nada podía superar la visión de Carolina Bescansa enseñando la teta para nutrir a su infante en el escaño, llega el contacto bucal de Iglesias y Domenech, como una metáfora de la confluencia entre políticos de las naciones castellana y catalana.
Verdaderamente, la gente de Podemos se supera día a día en proporcionar espectáculo, en conseguir que la atención no decaiga y que el foco no se aparte de la pista central donde ellos actúan. Ya tienes la pista central, le decía el Gran Sebastián (Cornel Wilde), convertido en un tullido ex trapecista, a la bella y ambiciosa Holly (Betty Hutton), en “El mayor espectáculo del mundo”.
Sin ayuda de Cecil B. DeMille, los de Podemos ya tienen la centralidad del tablero y no la piensan soltar, aunque sea a base de números cada día más arriesgados para llegar a un acuerdo de gobierno con Pedro Sánchez. Y uno de ellos, un recurso digno de un peletero, es zurrarle la badana de modo inmisericorde y después ofrecer la mano tendida para llegar a un pacto de gobierno. El acuerdo del beso, lo llamó.
Pero no está clara la intención de Iglesias, pues Sánchez tiene dudas por el comportamiento ciclotímico de su interlocutor, primero borde y zafio, y acto seguido cariñoso; ¡lagarto, lagarto! Sánchez no sabe si el Coleta cuando besa, es que besa de verdad, y en su honor no le interesa besar con frivolidad (siguiendo una copla de Manolo Escobar), o si le va a dejar tirado a las primeras de cambio con un beso digno de Judas.
En España, con los besos no se juega, porque Pedro Sánchez podría contestar al besucón con lo que cantaba el gran Peret, genial a la par que charnego: “Me pediste un beso y como no te lo daba, te pusiste a llorar… Y una lágrima cayó en la arena…  

sábado, 5 de marzo de 2016

Maniobras olvidadas

Good morning, Spain, que es different

Maniobras olvidadas del catalanismo

Ante la lucha ofensiva de las clases subalternas, la derecha catalana, incluso la catalanista, no ha dudado en apoyar al poder central por brutal que haya sido (Proceso de Montjuic, Martínez Anido, Primo de Rivera, Franco). El que ahora se sienta capaz de volar sola y prescindir de ese apoyo indica el estado de confusión de la población trabajadora en Cataluña y el bajo nivel de lucha por un programa social, lo cual, desde el punto de vista político, revela la práctica desaparición de las izquierdas con planteamientos de clase.

“Francesc Cambó respetaba al rey Alfonso XIII pero, con el tiempo, acabó teniendo la sensación de que el monarca no acababa de comulgar ni con su persona ni con sus propuestas y que intentaba utilizarle para sus maniobras. Ahora bien, hay que subrayar que Alfonso XIII nunca le opuso grandes dificultades políticas. Había sido el propio monarca quien le había facilitado el acceso al gobierno. Fue el monarca, y no los políticos dinásticos, quien forzó la formación de los gobiernos de concentración y la presencia de los catalanistas de la Lliga en el gobierno a partir de octubre de 1917.
De hecho, ambos personajes intentaron, con métodos de la vieja política, solucionar problemas que ya eran fruto de la nueva situación social y económica y exigían actitudes, procedimientos e instrumentos muy diferentes. Ni Francesc Cambó se avino nunca a ser el líder de una nueva derecha reformista y auténticamente democrática, como le reprochó Gaziel  (Agustí Calvet) en 1931, ni tampoco Alfonso XIII fue un jefe de Estado que actuara por encima de los partidos políticos y que facilitara el libre tránsito a la participación ciudadana, como estaban haciendo por entonces los monarcas de los países nórdicos, de Gran Bretaña, de los Países Bajos o de Bélgica. Jesús Pabón sostiene que Francesc Cambó apoyó siempre a la monarquía porque la consideraba un órgano de estabilidad política, frente a la república, a la que identificaba con la revolución social. El mismo político catalanista reconocía, ya en plena guerra civil, que él era un pragmático: “Yo no soy monárquico de sentimiento, pero la reflexión me ha hecho ver que en España no puede haber orden y paz sin monarquía”.

Borja de Riquer: “Alfonso XIII y Cambó. La monarquía y el catalanismo político”, Barcelona, RBA, 2013, p. 185-186.

viernes, 4 de marzo de 2016

El concierto vasco

"El País Vasco y Navarra, gracias a los términos en que está fijado su sistema concertado de financiación, obtienen una financiación excepcionalmente favorable sin justificación correlativa suficiente. Su sistema concertado les permite no contribuir en absoluto al esfuerzo de nivelación interterritorial de los servicios público que lleva a cabo el Estado, de manera que (medido en relación a otras CC.AA. de renta similar) se ahorran anualmente la aportación de cantidades que equivalen a algo entre el 5 y el 7% de su PIB. Por citar el último estudio ("Un sistema de cuentas públicas territorializadas para España", De la Fuente, Barberán, Uriel, Madrid, 2014), la financiación observada a competencias homogéneas es de 3.868 euros anuales por habitante para el País Vasco, mientras que la media de las CC.AA. de régimen común es de 2.077 euros por habitante y año". 

J. M. Ruíz Soroa: "Encantada de haberse conocido", Claves de razón práctica nº 245, marzo, 2016.

martes, 1 de marzo de 2016

Franquistas en CiU

A propósito de una noticia colgada por Félix Ovejero sobre la opinión del jefe de informativos de TV3: "España tiene esencia franquista y autoritaria".

Este memo; jefe de los servicios desinformativos, por no decir algo peor, debería indagar sobre el origen ideológico de las personas que llenaron las listas de candidatos CiU en las primeras elecciones de la etapa democrática, porque estaban llenas de franquistas, pero no de franquistas de a pié, de los muchos que había en Cataluña, sino de personas que habían tenido cargos públicos durante la dictadura. 
En Cataluña, como en otras partes, en 1979, cuando llegaron las segundas elecciones generales y las primeras municipales, desde el punto de vista político estaba "todo el pescado vendido", con una clara hegemonía de la izquierda, tras unos años de gran movilización obrera, estudiantil y vecinal (el PSUC, las distintas corrientes socialistas, los sindicatos, las extremas izquierdas, los nacionalistas de izquierdas (ERC, PSAN, Tll), anarquistas), así que lo que quedaba era la derecha que había sido franquista, que se repartió entre CD (Alianza Popular de Fraga y grupos de notables bajo denominaciones liberales), y CiU, que recogía el voto del catalanismo católico, autoritario, anticomunista y tradicionalista, de modo que de la noche a la mañana muchos que se habían acostado como cargos municipales franquistas se levantaron como cargos electos del nuevo poder democrático. Fenómeno bien conocido en el resto de España, donde una vez muerto el dictador salieron de debajo de las piedras demócratas de toda la vida. 
En esto, Cataluña no fue ni es diferente del resto del país. Cataluña no es el oasis antifranquista o antifascista, que desde hace 30 años están "vendiendo" los nacionalistas, que los que tenemos cierta edad y bastante memoria nos negamos a aceptar. Entonces, yo sí estaba allí; yo sí conocí la dictadura y la Transición.