viernes, 16 de mayo de 2014

El diablo en Ponferrada



La posibilidad de arrebatar la alcaldía de Ponferrada al Partido Popular a través de una moción de censura contra Carlos López Riesco, contando con el apoyo del antiguo alcalde "pepero" Ismael Álvarez, obnubiló a los miembros del grupo socialista local, pero debería de haber disparado la alarma de quienes lo consintieron, porque el asunto tiene una historia poco edificante.
Ismael Álvarez fue conocido en 2002, por el mal llamado caso Nevenka Fernández, concejala de Hacienda, que fue víctima del acoso -amoroso o libidinoso- de Álvarez, a la sazón alcalde de Ponferrada y compañero de partido, en un caso claro de machismo y abuso de poder. Nevenka se ganó la antipatía de sus compañeros cuando sacó a la luz el asunto. Desde el momento en que expuso su condición de víctima -Tengo 26 años y dignidad- y solicitó el amparo de la justicia, se convirtió en culpable para los suyos.
Hay que recordar, porque es ilustrativa, la actitud del fiscal, José Luis García Ancos, que fue apartado del caso por tratar a Nevenka más como acusada que como víctima. El fiscal le dirigió esta pregunta: ¿Por qué, usted, que no es una empleada de Hipercor, que le tocan el trasero y tiene que aguantar por el pan de sus hijos, por qué usted aguantó?
Álvarez fue declarado culpable por el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León y condenado a pagar una multa de 2.160 euros y una indemnización de 12.000 euros a Nevenka. En noviembre de 2003, el Tribunal Supremo confirmó la sentencia, pero le rebajó la multa porque estimó que entre un alcalde y un concejal no existe relación jerárquica y, por lo tanto, no había existido abuso de autoridad. Una opinión, como poco, discutible, que equipara el poder, pues de eso se trata, de la primera autoridad municipal con los concejales, a los que puede desposeer de su cargo a discreción.
Pero ni aún entonces recibió Nevenka apoyo del Partido Popular, cuya organización local preparó una manifestación en desagravio del machista, a la que acudieron todos los alcaldes de la zona. A Ana Botella la abusiva actitud del alcalde le pareció impecable y al resto del partido le debió merecer la misma consideración, pues poco tiempo después se quiso poner el nombre del edil acosador a un centro cívico-cultural de la comarca. Puestos a desagraviar es mejor hacerlo a lo grande.
Ahora, perpetrada con éxito la maniobra, Samuel Folgueral, el nuevo alcalde socialista, ha sido colocado por Rubalcaba entre la espada y la pared, al exigirle que renuncie al cargo recién conquistado o que deje el partido. Y Folgueral, entre la poltrona asegurada y un partido a la deriva, ha elegido “lo mejor para Ponferrada”: se ha quedado con la poltrona y ha dejado el PSOE junto con los concejales socialistas, alegando que la dirección federal conocía con antelación los pormenores de la operación. 
La maniobra ha sido un despropósito por contar con la ayuda de Ismael Álvarez, hoy tránsfuga del PP, además de acosador, pues rompe, otra vez, el pacto contra los tránsfugas. 
En el PSOE, poniendo el cálculo político antes que los principios -por cierto, ¿los tiene?-, han querido conquistar la alcaldía de Ponferrada y han perdido toda la representación socialista en el concejo. Brillante operación, que además, ahonda la crisis interna.

Trasversales, 10 de marzo de 2013.

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