Good morning, Spain (que es different)
Ya
tenemos nuevo Rey. Gaudeamus. Un rey
nuevo para un reino viejo. Un reino muy distinto del que hallaron los Borbones,
en 1701, cuando llegaron desde Francia, y en el que se asentaron después de
librar una guerra de dimensiones casi continentales, en la que Felipe de
Anjou, nieto de Luis XIV, rey de Francia, y el archiduque Carlos de Austria,
hijo del emperador Leopoldo I, se disputaron el trono de España y de sus
posesiones. Entonces había un imperio, ya no lo hay.
Entre
1701, en realidad, entre 1714, y 2014, es decir, entre el comienzo del reinado
ya en paz de Felipe V y la proclamación de Felipe VI median 300 años de
monarquía borbónica llenos de altibajos, con tensiones dinásticas y tres guerras civiles (carlistas), tres restauraciones
borbónicas, que corresponden a una fuga (Fernando VI) y dos abdicaciones
(Isabel II, Alfonso XIII), el breve reinado de un rey italiano (Amadeo), dos
efímeras repúblicas, algunos intentos revolucionarios, varios pronunciamientos
militares, una guerra civil, una larga dictadura y, finalmente, la tercera
restauración borbónica y un largo período de estabilidad y, a pesar del
desigual reparto de riqueza y oportunidades, de prosperidad y modernización.
Hoy,
el reino está erosionado en sus instituciones políticas, desde las más altas y
simbólicas -monarquía, judicatura, Iglesia-, hasta las bajas y representativas
-gobierno, parlamento, clase política- y sociales -patronales, sindicatos-.
El
reino está empobrecido por la crisis económica y por las medidas aplicadas por
el gobierno para salir -¿salir?- de ella, amenaza cuartearse territorialmente,
cuando ya está cuarteado por la religión -España laica, España católica-, por
la ideología -izquierda, derecha- y sobre todo por la renta -ricos más ricos y
pobres más pobres- y empieza a estarlo por el tipo de Estado -monarquía,
república-.
Dependiendo de lo que el
nuevo rey, dentro de su limitado campo de actuación, se plantee hacer ante la
difícil situación del reino, su proclamación se podrá entender como el inicio
de un nuevo tiempo o sólo como la agónica continuación del viejo.
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