lunes, 2 de junio de 2014

El informe de un grupo de lingüistas publicado por The Guardian (el confidencial, 2-6--2014) indica que la globalización ha favorecido la influencia de idiomas como el árabe, el español, el ruso y el chino, además de la del inglés, lengua tecnológica y económica por excelencia. Y que, debido a la abolición de barreras legales y de fronteras, varias lenguas europeas están condenadas a desaparecer.
Y es que por mucho que los políticos micronacionalistas quieran, las lenguas, como sistemas abiertos, no pueden escapar a una de las leyes de la termodinámica, cual es la de mantener un intercambio de masa y energía con el entorno. Por tanto, el intento de establecer reservas para mantener la pureza y la conservación de un idioma mediante la reclusión lingüística, además de ser caro y socialmente injusto, está condenado al fracaso en sociedades abiertas y dinámicas.
Claro, que para evitar su extinción, existe la tentación de cambiar el carácter de esas sociedades y de cerrarlas a las influencias culturales externas, metiendo a sus habitantes en una especie de burbuja cultural y lingüística, de grado o por la fuerza.    

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