Good morming, Spain, que es
different
Hoy,
con el comunicado de ETA sobre la entrega de las armas, debe acabar, en teoría, la última guerra carlista. La quinta, si no me equivoco, ya que la cuarta formó
parte de la cruzada de Franco.
El
balance de estos casi 60 años de existencia (1959-2017) y más de 40 de
terrorismo (1968-2011) es negativo respecto al objetivo original, no respecto al
sucedáneo que intentan ofrecer sus socorristas para edulcorar la derrota.
ETA
ha sido una organización muy pertinaz. Carente de mecanismos internos para corregir
la estrategia, por exigir una adhesión acrítica e inquebrantable a sus adherentes, ETA ha sido incapaz de percibir los profundos cambios producidos en la sociedad
española en general y en la vasca, a los que ha respondido sólo con cambios
tácticos.
Su
propósito inicial era fundar un Estado vasco independiente, Euskal Herría,
formado por tres provincias vascas españolas (Euskadi Sur), Álava, Guipúzcoa y
Vizcaya, con la anexión de Navarra, más tres provincias francesas (Euskadi
Norte), Baja Navarra, Lapurdi y Zuberoa.
Tras
una etapa de justificación teórica de la violencia y de intentar sacar al pueblo
vasco de su letargo mediante propaganda y actividades simbólicas, la siguiente táctica
fue animarle a entablar una guerra popular (como en Argelia) contra dos estados
opresores -España y Francia (en realidad contra uno sólo, ya que el otro servía de retaguardia y santuario)- en la que ETA se reservaba el papel de vanguardia armada.
Fracasado
el intento de vencer a la dictadura con una guerra popular teorizada en la “Insurrección
en Euskadi” (1964), ETA, que no percibió cambio alguno con la Transición, puso
en marcha una táctica no para vencer militarmente sino para obligar al Estado español
a negociar mediante una guerra de desgaste, en la que el Gobierno se viera obligado
a ceder a causa de la presión ejercida por la opinión pública para que cesaran los
atentados. La llamada “Alternativa KAS” era la base para sentarse a negociar y la
baza de ETA para lograrlo era poner “cien muertos sobre la mesa de
negociaciones”, como dijo en una ocasión la etarra “Carmen” (Belén González); KAS por muertos.
Aunque
no les guste, tendrán que ir a una negociación tarde o temprano y nosotros
siempre hemos dicho que estamos dispuestos a sentarnos en una mesa y buscar una
salida negociada en el sentido de la alternativa KAS. (Txomin Iturbe Abasolo, noviembre, 1986).
Fracasadas
las negociaciones, ETA declaró una tregua para facilitar un frente nacionalista
que abarcara desde sus organizaciones anejas (HB, Jarrai, etc) hasta el PNV,
que se formalizó en 1998 en el Pacto de Estella. La consecuencia fue el Plan
Ibarretxe, el proyecto de un nuevo Estatuto de Autonomía, que contemplaba el
derecho de autodeterminación y la anexión de Navarra, que fue rechazado por el
Congreso y por el Tribunal Constitucional.
En
1999, se fraguó una nueva negociación del Gobierno con ETA, que se saldó
con otro fracaso, por la persistencia de ETA en mantener sus objetivos, a pesar de las
concesiones de Aznar. En consecuencia, al igual que hace cuarenta años,
mientras Euskal Herria carezca de instituciones estables y legítimas que le
aseguren su supervivencia, seguiremos luchando contra los que actualmente
oprimen a Euskal Herría (Comunicado
de ETA, septiembre, 2002).
La
progresiva eficacia de la policía y de la guardia civil, sobre todo desde la caída de Bidart (1992), y la acción de la justicia fueron derribando uno tras otro los "mantras" recitados devotamente por los aberzales y por el PNV (que el fin del
terrorismo no era policial, que la salida era política y negociada, que no era
posible vincular a ETA con HB, que no era recomendable ilegalizar HB), al mismo
tiempo que la sociedad vasca empezaba a reaccionar en la calle y de forma abierta
no sólo contra los terroristas, sino contra sus seguidores.
Los
brutales atentados del fanatismo islamista, que multiplicaban en crueldad el
terrorismo de ETA, vinieron a poner en solfa la negociación sobre la base de
poner muertos sobre la mesa, y mostraron que el rechazo social a todo tipo de
terrorismo alcanzaba también al País Vasco y hacía mella en sus propias bases.
En noviembre de 2004, ocho meses después del atentado del 11-M en Madrid, cuatro dirigentes etarras encarcelados, reconocían la irreversible situación en que ETA se encontraba, en una carta a la Dirección: Nuestra estrategia político-militar ha sido superada por la represión del enemigo contra nosotros (...) Esta lucha armada que desarrollamos hoy en día no sirve. Esto es morir a fuego lento (...) No se puede desarrollar la lucha armada cuando se es tan vulnerable a la represión. (Pakito, Makario, Pedrito, Iñaki de Lemona).
En noviembre de 2004, ocho meses después del atentado del 11-M en Madrid, cuatro dirigentes etarras encarcelados, reconocían la irreversible situación en que ETA se encontraba, en una carta a la Dirección: Nuestra estrategia político-militar ha sido superada por la represión del enemigo contra nosotros (...) Esta lucha armada que desarrollamos hoy en día no sirve. Esto es morir a fuego lento (...) No se puede desarrollar la lucha armada cuando se es tan vulnerable a la represión. (Pakito, Makario, Pedrito, Iñaki de Lemona).
Pero ETA,
ciega y sorda, se seguía creyendo invulnerable: Todos los mandatarios españoles han quedado en el camino y la lucha del
pueblo vasco siempre ha sido la piedra angular que ha contribuido a su propio
fracaso y a mantener abierta permanentemente una profunda crisis política en el
Estado español (…) Es evidente, también, que el proyecto español basado en la
negación y el sometimiento de los pueblos ha fracasado. (Comunicado, junio
de 2006). Y en consecuencia, dinamitó, con el atentado de la terminal T-4 de
Barajas, las conversaciones que mantenía con el Gobierno de Zapatero. Antes de
tres meses de perpetrado el atentado, fueron detenidos los autores (Comando “Elurra”).
Los
atentados siguieron, si bien con menor intensidad, mientras ETA era
sistemáticamente descabezada y tenía a la inmensa mayoría de sus militantes en
las cárceles.
La
última víctima de ETA fue un gendarme francés, muerto en un tiroteo, en marzo
de 2010. El 20 de octubre de 2011, ETA anunció el cese definitivo de sus
actividades armadas. Hoy se espera la entrega de las armas.
Es la crónica de una derrota
anunciada, aunque, largamente demorada. Los hay que, además de ser indiferentes al
sufrimiento ajeno provocado por sus acciones, son muy duros de mollera.
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