Good
morning, Spain, que es different
La ceremonia organizada por ETA para
entregar las armas y los explosivos a las autoridades francesas, concluyó el
sábado con la indicación de los “zulos” donde se hallaban. Punto final. ¿Final?
No.
Hay que hablar todavía de algunas cosas
antes de dar por acabado este episodio y cederlo a los historiadores, porque
está por medio la inmediata elaboración de un relato sobre lo sucedido desde
que se fundó, en agosto de 1959, a partir del grupo Ekin (jóvenes del PNV),
hasta el día en que su última rama (ETAm), ya simplemente ETA, entrega las
armas el 8 de abril de 2017.
En primer lugar hay que apuntar algunos
factores que explican la persistencia de los rasgos originarios de una ETA fiel
a sí misma a lo largo de casi sesenta años.
Uno de ellos es el vascocentrismo. Es
decir, que, a la actitud narcisista de todo nacionalismo, se añade la
complacencia abertzale de creerse el centro de todo lo que ocurre: España gira
alrededor de Euskadi y Euskadi gira alrededor de ETA. Actitud que han
traslucido sus ambiciosos objetivos y su lenguaje, en el que una retórica
ampulosa y prepotente denotaba unas pretensiones que estaban lejos de lo ETA
decía representar -ETA es Euskal
Herria- y de lo que sus recursos humanos y materiales le permitían alcanzar. De
ahí venían los triunfales comunicados, creídos a pies juntillas por sus
seguidores, para dar la impresión de ir ganando, cuando realmente iban
perdiendo.
Otro factor es la fidelidad a los
principios doctrinales originarios y la estimación de que el programa político
está hecho de una vez y para siempre. El dictamen sobre la situación de Euskadi
formulado durante la dictadura franquista, que tuvo como resultado un programa
cuyo núcleo era utilizar la lucha armada para fundar un País Vasco
independiente y euskaldún, se ha seguido considerando válido muchos años
después, como si la situación de Euskadi, de España, de Europa y del mundo
siguiera siendo la misma... hasta que la democracia llegara al País Vasco de la mano de una ETA triunfante.
La estrategia para aplicar este programa
y las tácticas de coyuntura han ido cambiando pero siguen sin ser revisados los
efectos de aquel dictamen fruto del dogmatismo y la impaciencia, que describía
la relación entre el País Vasco y España como la de una nación subyugada colonialmente por
otra y prefiguraba una acción política de tipo tercermundista, en función de un
supuesto antagonismo entre España y Euskal Herria; entre la dictadura española
y la (primigenia) democracia vasca; entre la colonia y la metrópoli; entre el capitalismo español y el
socialismo euskaldún.
Lo que se vio favorecido por el modelo
organizativo adoptado y por la actividad clandestina, que han dificultado la
perspectiva analítica, la reflexión interna y la renovación doctrinal, en una
organización encerrada en una estructura sectaria y volcada en la acción, en particular, la acción armada, y en la cual la formación teórica y política de
los militantes ha ocupado un lugar marginal y catequístico respecto a la
instrucción técnica requerida por las actividades violentas.
ETA reveló su insolvencia teórica a
medida que la consolidación de la reforma surgida de los pactos de la
Transición cuestionaba la existencia de la nación imaginada, histórica,
culturalmente euskalduna y políticamente homogénea, y permitía la emergencia de
una sociedad vasca diversa y políticamente plural (la más plural de España),
ante la cual el antagonismo armado derivado de un esquema bipolar carecía de
sentido. La muerte de Franco y la Transición dejaron a ETA sin referentes.
Así, en vez de un enemigo exterior,
simbolizado por el general Franco, cuyas fuerzas armadas (de ocupación)
representaban un capitalismo explotador y el centralismo español, aparecieron
múltiples adversarios, adversarios políticos en el mismo País Vasco y dentro
del propio campo nacionalista. Con ello la lucha se diversificaba, se atomizaba
y la postulada rebelión armada de la nación vasca, la guerra popular contra el
ejército español, quedaba reemplazada por la pugna entre partidos; la lucha se
desplazaba desde el terreno bipolar y militar hasta el terreno civil y
multipolar, desde el enfrentamiento armado a la competición electoral para ocupar mayores cuotas de poder en las instituciones.
ETA quedó sorprendida por los cambios y
no supo actuar en consecuencia; al contrario, pretendió seguir combatiendo
de la misma forma contra el mismo enemigo, que apenas había cambiado, tratando
de mantener mediante el terror y la propaganda las mismas condiciones de la
dictadura.
El mayor esfuerzo de ETA ha ido destinado a prolongar el franquismo, a tratar de convencer a los suyos de que la situación no había cambiado, de que la dictadura persistía; es decir, a justificar su pereza teórica o su incapacidad para reconocer los cambios y llevar a sus adherentes a luchar contra un fantasma. Y, como paradoja, a ocupar, para los vascos no nacionalistas, el lugar dejado por la dictadura franquista al decretar una dictadura abertzale, que tenía como objeto sofocar la disidencia respecto a los objetivos finales de su programa: instaurar un país independiente, para formar una sociedad racial, política e ideológicamente homogénea, gobernada desde un Estado totalitario.
El mayor esfuerzo de ETA ha ido destinado a prolongar el franquismo, a tratar de convencer a los suyos de que la situación no había cambiado, de que la dictadura persistía; es decir, a justificar su pereza teórica o su incapacidad para reconocer los cambios y llevar a sus adherentes a luchar contra un fantasma. Y, como paradoja, a ocupar, para los vascos no nacionalistas, el lugar dejado por la dictadura franquista al decretar una dictadura abertzale, que tenía como objeto sofocar la disidencia respecto a los objetivos finales de su programa: instaurar un país independiente, para formar una sociedad racial, política e ideológicamente homogénea, gobernada desde un Estado totalitario.
La incapacidad de ETA se ha revelado
clamorosa en los últimos veinte años, cuando las circunstancias se han hecho en
España, en Europa y en el mundo, mucho más complejas.
Hoy, con muchos años de retraso, sus
dirigentes están haciéndose a la idea de que tienen que cambiar, pero, fieles a
sus tradiciones, intentan hacer cambiar a todos los demás y además imponer las
condiciones, los plazos y los fines de este cambio, aunque dadas sus escasas
fuerzas, sólo como simulación. Pero algo tienen que “vender” a sus cofrades.
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