Good morning, Spain,
and Catalonia, que también es different.
La
confesión de los pecados financieros del exmolt
honorable President de la Generalitat
catalana y actual presidente honorífico de CiU deja en la sombra aspectos fundamentales
de lo ocurrido. En primer lugar, el origen y la cuantía de esa herencia familiar
repentinamente emergida; después, dónde estaba depositada por el padre, el
empresario Florenci Pujol, antes de que Jordi Pujol fuera el molt honorable President y, más
importante aún, dónde este la depositó después, tras la muerte de su
predecesor, y a qué misteriosa persona confió su gestión, si es que hubo tal
persona. Tampoco es ocioso preguntar cuáles fueron las razones, además de eludir
el pago de impuestos, para posponer su regularización durante 34 años, a no ser
que esperase a que se produjese la secesión de Cataluña para contribuir con su
blanqueo a la recaudación fiscal del nuevo Estado, con lo cual la prolongada evasión
ya no sería un delito fiscal sino un patriótico ardid para burlar al fisco
español que desangra a Cataluña (“España nos roba”, a todos menos a los Pujol).
Siendo
maliciosos, que es como se hacen las cosas en la política, al menos en este
país, vamos a pensar lo peor: que la aparentemente espontánea confesión del ex molt honorable más que un
arrepentimiento espontáneo parece deberse al deseo de arreglar las cuentas familiares
con Hacienda, atribuyéndose toda la responsabilidad, antes de que se acerque la
fecha fatídica del 9 de noviembre, en que, según los planes de Mas et alii, debe celebrarse la consulta sobre
la independencia de Cataluña.
La
prisa por regularizar el patrimonio evadido -le quatorze juillet, precisamente- viene dada por lo que viene publicando
la prensa, que Pujol siempre había negado y tomado como un ataque a Cataluña, y
por las pesquisas del juez Ruz sobre las finanzas de su esposa, Marta Ferrusola,
y de sus hijos, implicados en actividades económicas poco claras con la
Generalitat y en frecuentes excursiones a Andorra llevando en la mochila billetes
de 500 euros en vez de pa amb botifarra, pebrots
fregits i pomes
de Lleida, que es
más adecuado para comer en el Pirineo.
De momento, lo que está
saliendo a la luz es la utilización de las instituciones públicas catalanas,
que también son españolas, y en concreto del cargo que ostenta la máxima
representación, que es la Presidencia de la Generalitat, en beneficio del lucro
privado de un clan familiar, generado mediante actividades ilícitas y la consiguiente
burla de las obligaciones fiscales con la Hacienda española y con la catalana. Así
que lecciones patriotismo, pocas.
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