miércoles, 31 de octubre de 2018

José Antonio

Respuesta a Isabel García Bejarano


José Antonio es una persona de su época. Un señorito idealista, que tuvo un impulso prometeico hacia las clases laboriosas, a las que quiso redimir del capitalismo y, a la vez, apartarlas del comunismo. Heredero del pesimismo del 98, hizo un proyecto regeneracionista para sacar a España del lugar subalterno en que la percibía, mediante un esfuerzo colectivo de reconstrucción que uniera a las personas por encima de clases y partidos –“Urge rehacer España sobre bases nuevas, fuertes y justas (…) No hay más que un camino: nada de derechas ni de izquierdas; nada de más partidos: un gran movimiento nacional, esperanzado y enérgico, que se proponga como meta la realización de una España grande, libre y unida. De una España para todos los españoles, ni mediatizada por poderes extranjeros, ni dominada por el partido o la clase más fuerte” escribe en 1935.
Pero al mismo tiempo, por familia (militar), por religión (católica), por el ambiente político de la época (fascismo) y por las teorías de las élites que estaban de moda entonces (Mosca, Pareto, Michels, Ortega), concebía esa tarea de modo autoritario, jerárquico: todo el país marchando detrás de los jefes, que eran los mejores, pues se percibe en sus escritos un espíritu de autoperfección que es  muy de Ortega, en el sentido de que el país debe estar gobernado por una minoría selecta, producto de su esfuerzo constante por perfeccionarse; una aristocracia no de casta ni de sangre, sino de individuos autorrealizados por su esfuerzo en alcanzar la perfección.
Pero como tú dices, una cosa es J. A. y otra la Falange, en particular la Falange de retaguardia durante la guerra civil y la que, en 1939, llega al poder de modo subsidiario con los vencedores.   

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