En los años finales de la dictadura, cuando la
quebrantada salud de Franco ponía a los prebostes de su Régimen en la difícil
coyuntura de tener que pensar sobre el futuro de una España sin Franco, pero
quizá con franquismo, y en las fuerzas de la oposición -la reformista y la revolucionaria-
se elucubraba sobre el porvenir del país después de la dictadura, las preguntas
-¿Qué es España? ¿Es una nación o sólo es un Estado? ¿Es una nación o varias
naciones? ¿Cuántas naciones? Y, sobre todo, ¿cuántos posibles estados?- se
volvieron a plantear, y de forma más apremiante durante la etapa de la
Transición y, sobre todo, durante el período constituyente.
A tales preguntas, los partidos de la izquierda,
primero casi todos y después los de la izquierda radical, ofrecieron respuestas
tan diferentes, que, en realidad, las preguntas o la pregunta esencial -¿Qué es
España?- quedaron sin contestar de modo concluyente, aunque el problema
político quedó aparentemente resuelto con el desarrollo del Estado autonómico,
contemplado en el Título VIII de la Constitución de 1978, referido a la
organización territorial del Estado.
La llamada transición política -la Transición- consistió en el intento
de desmontar el tinglado político erigido por el franquismo a lo largo de
cuarenta años. Las consideraciones sobre lo que se hizo y lo que se tenía que
haber hecho, el balance entre lo intentado y lo conseguido, entre lo reformado
y lo conservado; el dictamen, en suma, sobre la correlación de fuerzas en
aquella difícil coyuntura y sobre el resultado del conflicto, concentrado en
muy poco tiempo, entre fuerzas sociales y políticas muy dispares en entidades y
objetivos, que actuaban, por lo tanto, en muy diferentes sentidos sobre la
sociedad, suscitan cuarenta años después opiniones enfrentadas.
Visto de modo rápido y superficial, nos hemos
alejado bastante de aquel sistema, aunque parece que no todo lo necesario, pues
vuelven a plantearse algunas de las viejas preguntas, ahora inducidas por la
agónica interrogación sobre el ser y el destino de Cataluña, que los partidos
nacionalistas han planteado como cuestión esencial a la ciudadanía catalana y
de rebote al resto del país, pues detrás de preguntas como ¿Qué es Cataluña?
¿Qué ha sido Cataluña? ¿Qué debe ser Cataluña? ¿Qué puede ser Cataluña? ¿Cuándo
volverá a ser “rica y plena”? ¿Cuándo podrá ser una nación independiente y
“triunfante”?-, hay otras preguntas y, claro, otras respuestas.
Son preguntas que aluden a la otra parte del
problema, a la que, según los nacionalistas, es su verdadera causa; es decir,
que remiten a España, a la cuestión de la unidad y la diversidad nacional, a la
vinculación de sus regiones (o naciones) y a qué cosa o entidad es España.
¿Qué es España? ¿Es una nación o sólo es un
Estado? ¿Es un imperio reducido a su mínima dimensión? ¿Es un Estado moderno o
conserva reminiscencias feudales? ¿Es un Estado consolidado o es un Estado
fallido?, como aseguran algunas voces. ¿Es una nación o varias naciones? En
todo caso, ¿qué tipo de naciones? ¿Cuáles naciones? ¿Cuántas naciones? Y, sobre
todo, ¿cuántos posibles estados? Ahí lo dejo.
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