Hace un par de días, con referencia a una
alusión a Dionisio Ridruejo en un artículo de Santos Juliá ("Corrupción
española", El País, 19-X-2018), adjunté la cita del último en la que
hablaba del tema. Ahora adjunto, como complemento, unos párrafos sobre el
contexto económico, procedentes del artículo de José Luis García Delgado
“Estancamiento industrial e intervencionismo económico durante el primer
franquismo”, en Josep Fontana (ed.): España bajo el franquismo, Barcelona,
Crítica, 1986.
Ahí
van, por si son de interés, porque, a la vista de lo que sale en la prensa y de
cómo están de ocupados los juzgados en los casos de corrupción, tengo la
impresión de que no nos hemos desprendido del todo de aquellos malos hábitos.
“De Autarquía <con mayúscula, como señaló Estapé, entendida como medio para alcanzar la independencia económica, pero también como sublimación del aislamiento político y de una <desconfianza casi alérgica hacia cualquier relación exterior> (según Navarro Rubio). Énfasis retórico que se corresponde con el afán ordenancista de una administración que hereda hábitos militares (de la etapa de Primo de Rivera) en la dirección de la economía y, también, por qué no, con los hábitos cuarteleros del propio Franco y de sus más estrechos colaboradores. El rasgo exclusivo de la economía en esos años -ha podido por eso escribirse- <no consistía en el racionamiento de los artículos que escaseaban, ni en el control de precios, sino en la torpeza del aparato que administraba los controles y en el hecho de considerar el dirigismo y la autarquía no como expediente temporal, sino como la política correcta y permanente para un Estado imperial militar> (Carr: “España. 1808-1975”)”.
“Dominio asfixiante de la
burocracia y múltiples irregularidades administrativas serán, en esas
condiciones, una secuela ineludible, componiendo otro rasgo definitorio del
régimen intervencionista aludido. Que no sólo deriva del carácter preventivo y
general de la intervención; también de la multiplicidad de órganos con
funciones ejecutivas o asesoras de regulación económica, que desemboca en <la
desorganización y en el caos producido por la suma de actuaciones públicas
parciales o sectoriales incoherentes> (Fuentes Quintana: “El Plan de Estabilización
económica, 25 años después”, ICE). (García Delgado, p. 185).
“Pero el principal motivo de
ineficacia tiene su raíz en las características mismas del sistema de
intervención que además, y no debe pasarse por alto, establecido con carácter
provisional y extraordinario, va a prolongar su vigencia durante largo tiempo,
en particular, como ya se ha repetido, durante los años cuarenta. De ineficacia
y también de corrupción que se refleja en la profusa ramificación de
actuaciones irregulares que eluden o burlan las normas interventores. En
algunos casos, dichas prácticas pueden dar lugar a la formación y desarrollo de
mercados clandestinos paralelos (“negros”) a los intervenidos; en otros a la aparición
de una suerte de precoz <economía subterránea>, en sectores donde la
pequeña empresa y el trabajo doméstico conservan todavía amplias posibilidades
de mantenimiento; y en los más, finalmente, a prácticas de corrupción sin
paliativos” (García Delgado, p. 186).
“Con los testimonios
fragmentarios de que por ahora se dispone, lo que sí puede sostenerse es la
generación de “rentas de situación” que derivan de una intervención tan
drástica como transgredible, cuando el tráfico con divisas, con licencias de
información, con cupos y cualesquiera otros expedientes arbitrados para sortear
la penuria (Fontana y Nadal: “España 1914-1970”), se convierten en actuaciones
particularmente lucrativas; y cuando, por decirlo de otra forma, los “negocios”
y las prácticas especulativas fraudulentas -el afán de ganancias inmediatas-
sustituyen a la actividad empresarial convencional. Y se podrán hacer distintas
valoraciones de la acumulación de capital generada a través de unos u otros
procedimientos -en una situación en la que los salarios se rezagan ampliamente
respecto de las alzas de precios-, pero no admite discusión el hecho mismo de
la redistribución de la renta durante esta etapa a favor de quienes se pudieron
aprovechar de las situaciones mencionadas. Como tampoco podrá ponerse en duda
que, en esas circunstancias, la corrupción es un cultivo espontáneo, la
inevitable consecuencia del <ejercicio arbitrario de un poder discrecional>
(Fuentes Quintana, ibid). (García Delgado, p. 188).
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