No
existe un discurso antinacionalista desde una actitud no nacionalista; es un
absurdo parecido al de un agnóstico pretendiendo convencer al ateo o al
creyente de que crea o deje de creer. El no nacionalista, caso de existir, que
lo dudo, será indiferente respecto a los razonamientos del nacionalista, pero
no puede negar el derecho de los demás a serlo. Carece de sentido, pues, que
los nacionalistas españoles, entre los cuales me cuento (si bien sólo entre los
comedidos y ocasionalmente descomedidos), pretenden ser no nacionalistas con el
único fin de obstaculizar el nacionalismo ajeno.
R. Cotarelo (2006): La
izquierda en el siglo XXI, Bogotá, Universidad Externado de Colombia, p. 148.
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