viernes, 5 de octubre de 2018

Apresados por los presos


El gobierno de Quim Torra está, otra vez, al borde de la ruptura –y del ataque de nervios- por las diferencias entre JuntsxCat y ERC sobre cómo sustituir a los diputados suspendidos en sus funciones por el juez Llarena.
Después de tres meses de arbitraria suspensión por la sola voluntad de los nacionalistas, ayer, Roger Torrent volvió a suspender las sesiones del Parlament hasta la semana que viene, en la que los nacionalistas esperan haber encontrado una fórmula para ponerse de acuerdo sobre qué hacer con Puigdemont y otros 5 diputados independentistas.
Sabido es que el President Torra, en su calidad de servicial vicario en tierra catalana del “legítimo” President Puigdemont, fugado y residente en tierra extraña y sin embargo amiga, no ejerce su cargo para ocuparse de los problemas de la ciudadanía catalana sino para llevar adelante el insensato proyecto de la república independiente. República, cuyo futuro depende sobre todo de las decisiones del Estado español, pero como proyecto verosímil para sus seguidores depende de la feble alianza de sus promotores -JunsxCat, ERC y la CUP-, cada día más deteriorada. Que, aparte de las tareas ordinarias de agitación y propaganda, gran parte de la actividad de la Generalitat y del Parlament se reduzca a tener en cuenta las opiniones de los políticos presos y de los políticos fugados, obliga a pensar que el proyecto está embarrancado y que la Generalitat y los diputados independentistas están cautivos de los presos.
Afortunadamente, esto sucede antes de que Cataluña pudiera ser imaginada como una república independiente. Imagínense lo que sucedería a partir del día siguiente de haber alcanzado esa meta y los promotores tuvieran que repartirse el botín.           

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