Good morning, Spain, que es different
El primer discurso del nuevo
rey de España aportó pocas novedades: hizo un discurso tecnocrático en el que
dijo lo que se esperaba que dijera "en estas fechas tan entrañables que
propician el encuentro de las familias", aunque me parece que esta frase
es de su señor padre (se la hemos oído tantas veces...). Poco hubo de nuevo en
el regio mensaje navideño.
Siguiendo las encuestas de
opinión, Felipe VI dio un rápido repaso a la actualidad del país aplicando el
método DAFO (debilidades, amenazas, fortalezas y oportunidades) para señalar
los principales problemas y las soluciones, los retos que tenemos que afrontar
y los muchos valores y capacidades que tenemos para hacerlo bien. Nada nuevo.
Describió un país ideal, lleno potencialidades democráticas, con la crisis económica
superada y con una corrupción en vías de corregirse, como lo demostraba la
acción de la justicia.
Eso mismo lo podría haber
dicho cualquiera y con los mismos efectos, es decir, con ninguno, porque ese es
el llamado papel simbólico de la monarquía, contar cosas, apelar a unidad, al
diálogo, a los valores reales o presuntos, a superar los retos, etc, etc, pero poco
más, y dejar que se interprete su mensaje y que luego cada cual haga de su capa
un sayo.
Después de la intervención del
rey sobre la corrupción no es de esperar que la infanta Cristina renuncie a sus
derechos dinásticos y acepte su responsabilidad en el caso Noos, ni que los
Pujoles, Narcís Serra, Todó, Rato, Blesa, Castedo, Costa, Cospedal, Baltar,
Mato y toda la recua de perceptores de sobres, sobornos, comisiones, trajes, confetti,
relojes, automóviles y mamandurrias se encamine, en fila india y con el carnet
de identidad en la boca, hacia los juzgados para poner en claro sus actividades.
Ayer el Rey cumplió con las tareas de su oficio y a partir de hoy la vida sigue
igual, como cantaba otro gran patriota español, que reside en Miami para demostrarlo.
Sin embargo, hubo algo que sí
me gustó, aunque pueda sonar a frase retórica: que “la economía debe de estar
al servicio de las personas”. Una vez dicha, inmediatamente pensé que esa frase
perdida entre otras era un subrepticio mensaje enviado a alguien, pero ¿a
quién? ¿Quizá a los de “Podemos”? ¿O quizá a los superpatronos del Ibex 35?
A lo mejor recomendaba a
los más selectos representantes del gran capital que corrigieran algo su “modus
operandi” como Scrooges de la economía, para que aflojaran un poco el dogal con
el que tienen cogido al país. Pero me temo, que como los otros, no le harán ni
pizca de caso.
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