jueves, 25 de diciembre de 2014

Real discurso sobre irreal país

Good morning, Spain, que es different

El primer discurso del nuevo rey de España aportó pocas novedades: hizo un discurso tecnocrático en el que dijo lo que se esperaba que dijera "en estas fechas tan entrañables que propician el encuentro de las familias", aunque me parece que esta frase es de su señor padre (se la hemos oído tantas veces...). Poco hubo de nuevo en el regio mensaje navideño.
Siguiendo las encuestas de opinión, Felipe VI dio un rápido repaso a la actualidad del país aplicando el método DAFO (debilidades, amenazas, fortalezas y oportunidades) para señalar los principales problemas y las soluciones, los retos que tenemos que afrontar y los muchos valores y capacidades que tenemos para hacerlo bien. Nada nuevo. Describió un país ideal, lleno potencialidades democráticas, con la crisis económica superada y con una corrupción en vías de corregirse, como lo demostraba la acción de la justicia.
Eso mismo lo podría haber dicho cualquiera y con los mismos efectos, es decir, con ninguno, porque ese es el llamado papel simbólico de la monarquía, contar cosas, apelar a unidad, al diálogo, a los valores reales o presuntos, a superar los retos, etc, etc, pero poco más, y dejar que se interprete su mensaje y que luego cada cual haga de su capa un sayo.
Después de la intervención del rey sobre la corrupción no es de esperar que la infanta Cristina renuncie a sus derechos dinásticos y acepte su responsabilidad en el caso Noos, ni que los Pujoles, Narcís Serra, Todó, Rato, Blesa, Castedo, Costa, Cospedal, Baltar, Mato y toda la recua de perceptores de sobres, sobornos, comisiones, trajes, confetti, relojes, automóviles y mamandurrias se encamine, en fila india y con el carnet de identidad en la boca, hacia los juzgados para poner en claro sus actividades. Ayer el Rey cumplió con las tareas de su oficio y a partir de hoy la vida sigue igual, como cantaba otro gran patriota español, que reside en Miami para demostrarlo.        
Sin embargo, hubo algo que sí me gustó, aunque pueda sonar a frase retórica: que “la economía debe de estar al servicio de las personas”. Una vez dicha, inmediatamente pensé que esa frase perdida entre otras era un subrepticio mensaje enviado a alguien, pero ¿a quién? ¿Quizá a los de “Podemos”? ¿O quizá a los superpatronos del Ibex 35?
A lo mejor recomendaba a los más selectos representantes del gran capital que corrigieran algo su “modus operandi” como Scrooges de la economía, para que aflojaran un poco el dogal con el que tienen cogido al país. Pero me temo, que como los otros, no le harán ni pizca de caso.

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