Good morning, Spain, que es different
Este gobierno inmisericorde no da tregua ni en
Navidad. En estos días de fiesta, no se aminoran las medidas de austeridad, no
se suavizan las leyes, no se devuelven los empleos, ni se suspenden los
despidos ni los embargos ni los desahucios, ni se restauran los sueldos y las
pensiones; ni se recuperan, siquiera temporalmente, los bienes y servicios
públicos privatizados y externalizados. Ni siquiera la justicia es más justa y
actúa con más diligencia y rigor contra corruptos y expoliadores de la riqueza
nacional.
En estos días de fiesta, los bancos seguirán sus
procedimientos habituales en el impago de hipotecas, los que han perdido su
casa seguirán en la calle o acogidos por familiares y amigos o por
asociaciones solidarias, no se detendrán los EREs, los que han perdido la
tarjeta sanitaria seguirán sin ella, los inmigrantes seguirán igual de
perseguidos, y los pobres, igual de pobres, o quizá más; quienes pasan frío
porque no se pueden permitir el lujo de pagar la calefacción y el agua
caliente, seguirán así, porque este Gobierno cristiano pero inmisericorde, ha
rechazado una petición de la oposición para declarar “la tregua del frío”, que
permita posponer el pago de los recibos del consumo de energía durante los
meses de invierno, como ocurre en otros países que también son capitalistas.
Mientras tanto, la Comisión Nacional de los Mercados y de la Competencia prevé un
superávit en la tarifa eléctrica de 52 millones de euros, y ENDESA anuncia que
piensa repartir a sus accionistas un dividendo extraordinario por importe de
14.600 millones de euros.
En estas fiestas, bastantes políticos corruptos
seguirán impunes y pasarán las fiestas en sus casas, gastando a mansalva y
brindando con cava o champagne francés por el régimen político que les permite llenar
la “buchaca” burlarse de los ciudadanos año tras año.
Por encima de las buenas palabras, de los falsos
deseos de amor y concordia, el Gobierno no cesa en sus objetivos. En la lucha
sin cuartel para defender los intereses de la banca, de los monopolios, de las grandes
empresas y las mayores fortunas, de los defraudadores fiscales y de los
corruptos de toda laya, el Gobierno no da tregua ni en Navidad.
No se la concedamos tampoco los trabajadores, los
asiduos contribuyentes, los ciudadanos honrados, o mejor dicho, empecemos a
salir de esta fatal pasividad y compliquemos un poco la vida a quienes insisten
en defender este régimen político autoritario y corrompido a pesar de su
agonía.
Que 2015 sea el año en que la resignación se
convierta en indignación, en exigencia de responsabilidades a quienes no han
asumido ninguna y, sobre todo, en poder ciudadano, y empecemos a transformar,
de verdad y profundamente, un estado de cosas tan injusto para la
mayor parte de la población.
Por
eso, en este desdichado año 2014, que ahora concluye, la salutación navideña no
puede ser otra que la frase con que, en 1834, George Büchner comenzaba un
famoso manifiesto: "Paz a las cabañas, guerra a los palacios"
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