domingo, 21 de diciembre de 2014

Piel de vaca 3

Good morning, Spain que es different
El cambio de centuria trae un relevo en los escenarios, pero pocos cambios políticos, en un país cuyos gobiernos no se resignan a administrar una potencia menguante en el concierto o desconcierto colonial de fin de siglo.
Unas guerras acaban, con importantes pérdidas humanas, morales y territoriales, pero otras siguen su curso. Los héroes de Cuba, Puerto Rico y Filipinas dejan paso a los héroes de Marruecos. Nuevas levas de hombres jóvenes, obligados a ser valientes en guerras insensatas, son héroes a su pesar en tierra extraña; sobre sus cadáveres anónimos -el soldado de leva o de quinta es siempre el soldado desconocido- los militares profesionales escriben, con sangre, sudor y pólvora ajenos, el glorioso expediente personal que les hará medrar en su carrera; las menciones en el orden del día, las condecoraciones, las estrellas en la bocamanga, el hondear de banderas y los vistosos desfiles con banda de música serán la parte honorable y ostensible del reverso siniestro de muertos y heridos, de bajas propias y ajenas, de amigos y enemigos, o de subordinados y enemigos, cosechados en hazañas insensatas o siguiendo órdenes estúpidas de un estamento que nunca yerra, que habrán servido a los ambiciosos planes de los militares africanistas para ascender en el escalafón que conduce al generalato. Menos mal que hay una guerra.
Dentro del país surge otro tipo de héroe, que da nuevas pruebas de bravura obligado por la necesidad, porque expresa el difícil acomodo del capitalismo a una estructura social que guarda muchas vivencias del antiguo régimen.
Los nuevos héroes y heroínas son contrarios a la guerra entre pueblos, pero partidarios de la lucha de clases al reclamar una parte de la riqueza producida, obtener plenos derechos civiles y participar con sus decisiones en el devenir nacional. Las tensiones entre el capital y el trabajo, el conservadurismo y la modernidad, el moderantismo y la democracia, el catolicismo y el laicismo, la monarquía y la república, se agudizan y expresan por medio del sindicalismo, de las agitaciones campesinas, de las huelgas obreras y el intento de acabar con el sistema mediante una triunfante huelga general, según unos, o de un decisivo levantamiento insurreccional, según otros. Y, claro está, las tensiones también se expresan con la contundente y frecuentemente desproporcionada respuesta del Estado y de las organizaciones patronales.
Los nuevos héroes y heroínas son defensores del sueño igualitario de la emancipación obrera y de la liberación de la mujer, y portadores del mensaje de un mundo fraternal, donde la riqueza se comparta en un paraíso colectivista o en una república federal, en el utópico horizonte de acabar simultáneamente con el capitalismo y con la monarquía, sueño que el imparable declive del régimen de la segunda restauración parecía poner al alcance de la mano en los albores de los años treinta.

(Continuará)

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