Good morning, Spain que es different
El
cambio de centuria trae un relevo en los escenarios, pero pocos cambios políticos,
en un país cuyos gobiernos no se resignan a administrar una potencia menguante
en el concierto o desconcierto colonial de fin de siglo.
Unas
guerras acaban, con importantes pérdidas humanas, morales y territoriales, pero otras
siguen su curso. Los héroes de Cuba, Puerto Rico y Filipinas dejan paso a los héroes
de Marruecos. Nuevas levas de hombres jóvenes, obligados a ser valientes en guerras
insensatas, son héroes a su pesar en tierra extraña; sobre sus cadáveres anónimos
-el soldado de leva o de quinta es siempre el soldado desconocido- los militares
profesionales escriben, con sangre, sudor y pólvora ajenos, el glorioso expediente personal
que les hará medrar en su carrera; las menciones en el orden del día, las
condecoraciones, las estrellas en la bocamanga, el hondear de banderas y los vistosos
desfiles con banda de música serán la parte honorable y ostensible del reverso
siniestro de muertos y heridos, de bajas propias y ajenas, de amigos y
enemigos, o de subordinados y enemigos, cosechados en hazañas insensatas o
siguiendo órdenes estúpidas de un estamento que nunca yerra, que habrán servido
a los ambiciosos planes de los militares africanistas para ascender en el
escalafón que conduce al generalato. Menos mal que hay una guerra.
Dentro
del país surge otro tipo de héroe, que da nuevas pruebas de bravura obligado
por la necesidad, porque expresa el difícil acomodo del capitalismo a una
estructura social que guarda muchas vivencias del antiguo régimen.
Los
nuevos héroes y heroínas son contrarios a la guerra entre pueblos, pero
partidarios de la lucha de clases al reclamar una parte de la riqueza producida,
obtener plenos derechos civiles y participar con sus decisiones en el devenir
nacional. Las tensiones entre el capital y el trabajo, el conservadurismo y la
modernidad, el moderantismo y la democracia, el catolicismo y el laicismo, la monarquía
y la república, se agudizan y expresan por medio del sindicalismo, de las
agitaciones campesinas, de las huelgas obreras y el intento de acabar con el
sistema mediante una triunfante huelga general, según unos, o de un decisivo levantamiento
insurreccional, según otros. Y, claro está, las tensiones también se expresan con
la contundente y frecuentemente desproporcionada respuesta del Estado y de las
organizaciones patronales.
Los
nuevos héroes y heroínas son defensores del sueño igualitario de la emancipación
obrera y de la liberación de la mujer, y portadores del mensaje de un mundo fraternal,
donde la riqueza se comparta en un paraíso colectivista o en una república
federal, en el utópico horizonte de acabar simultáneamente con el capitalismo y
con la monarquía, sueño que el imparable declive del régimen de la segunda restauración
parecía poner al alcance de la mano en los albores de los años treinta.
(Continuará)
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