viernes, 19 de diciembre de 2014

¿Qué está pasando?


Good morning, Spain, que es different 

¿Qué está pasando en este país? En apariencia, nada; que la crisis es cosa del pasado, que se acerca la primera Navidad de la recuperación -ande, ande, ande la Marimorena-, que España, “asombro del mundo” según el ministro de Hacienda, se ha colocado a la cabeza de la Unión Europea en crecimiento del PIB y que todo lo demás son frivolidades, ocurrencias o populismo bolivariano.
Rajoy sigue soñando despierto. Sueña que es Don Tancredo, encaramando en un corcho que le mantiene flotando sobre la realidad, sin mojarse ni mancharse; negando las evidencias, los avisos de organizaciones poco dadas al extremismo, las cifras alarmantes que advierten de los pavorosos efectos sociales que las medidas de austeridad están produciendo.
Rajoy sólo escucha a Merkel, a Juncker, a Lagarde, a Weindmann, a Schauble y no percibe las señales de alarma que brotan en su mismo país, lleno de niños gordos, como dice el presidente de la Comunidad de Madrid (el del ático). El Gobierno sigue a lo suyo, que es darse jabón y premiar a los suyos, aunque sean incompetentes, o quizá por eso.     
Premia a una ex ministra inane y mediocre, que disfrutaba de los frutos de la corrupción de su marido, con un nuevo momio, uno de esos cargos que son recompensas. Ana Mato, como vicepresidenta de la Comisión de Cooperación y Desarrollo del Congreso, cobrará un plus de 1.046 euros al mes, por ejercer un cargo sin contenido, porque apenas hay cooperación, pero ahora, lo poco que hay, en vez de enviarse al Tercer Mundo se lo gastará Ana Mato, que redondeará su sueldo de diputada hasta completar 4.730 euros al mes, que no está nada más para los tiempos que corren. Y eso se hace público al tiempo que los 426 euros que se darán por tiempo limitado a una pequeña parte de los parados.
Es el gobierno de España, contra España, así de claro; es el Gobierno de la minoría de privilegiados y de los corrompidos; de la casta y del hampa con traje de Armani y corbata de Hermés, que hace negocios al amparo del poder político en este Patio de Monipodio con fragancias neocon. El Partido está podrido y el Gobierno está podrido y entregado.
Dos hechos, separados por pocas horas, protagonizados por personas de muy distinta condición, situación y funciones, vienen a dar fe de cuál es la temperatura del país.
Desde el punto de vista institucional, el más grave es la dimisión del Fiscal General del Estado, harto de las injerencias del Gobierno y del Partido, pues, cuando sus dirigentes hablan de dejar trabajar a la justicia, omiten la parte sustancial del mensaje, que es: siempre que el trabajo de los jueces lleve a donde nosotros queremos.
El otro suceso tiene menos resonancia política. Un hombre ha empotrado su coche, cargado con dos bombonas de butano, contra la sede el PP en la calle de Génova. Es un espontáneo; él dice que es un empresario arruinado por el PP. No parece miembro de una organización terrorista, sino que el acto responde a la desesperación individual.   
No sabemos si en el PP sacarán las debidas lecciones de estos dos hechos que obedecen a motivos particulares, a decisiones personales, cuya coincidencia es fortuita, pero expresan los extremos de la lógica perversa en la que el Gobierno ha colocado al país.

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