jueves, 4 de enero de 2018

Nuevas cabalgatas

Vivimos en un país pendular, que va de bandazo en bandazo respecto a las tradiciones. Y con unas autoridades que no saben muy bien qué hacer. 
En el caso de Madrid, ayuntamiento, juntas municipales y entidades anexas están impulsadas por una gavilla de activistas movidos por el afán de transgredir hábitos y costumbres de una sociedad que les parece conservadora. No son rebeldes ni revolucionarios, sino transgresores en cosas pequeñas y simbólicas. 
Las instituciones públicas, por principio, no debería apoyar tradiciones que son religiosas, ni quitar belenes ni de promover procesiones de Semana Santa como hacía Álvarez del Manzano. Las tradiciones son eso, tradiciones, y carece de sentido reformarlas desde fuera, desde el ámbito político. Si son tolerables, se toleran y si no lo son, como el caso de algunas fiestas con malos tratos a animales, se prohíben y listo, pero carece de sentido tratar de modificarlas con aditamentos extraños. 
En el caso de los Reyes Magos, la tradición dice que fueron tres, que viajaban sin sus esposas o parejas, es decir sin el 50% obligado de cuota femenina, y sin la correspondiente cuota de razas y colores. ¿Por qué dos eran blancos y sólo uno era negro? Qué afrenta para los negros, pero ¿y los chinos, y los indonesios, y los quéchuas y los mapuches, los aleutinos y los maoríes? ¿Habían algún gay entre los reyes? ¿Les gustaban las corridas de toros? ¿Alguno de los magos era vegano? ¿Y por qué le regalaron oro al niño Jesús, que es el símbolo de la riqueza y excita la codicia humana? El oro está en Fort Knox y representa el imperialismo americano. ¿No era mejor haberle regalado un juguete educativo?¿Y por qué tres reyes y no tres presidentes de república o tres comisarios políticos? ¿Y por qué no reemplazarlos por tres reinas, como señal de empoderamiento femenino? 
La tradición dice que eran tres reyes magos que venían de Oriente, si es que se quiere mantener la tradición. Una cabalgata de hoy día, según el pensamiento políticamente correcto no llevaría menos de 300 figurantes, si se quisiera representar toda la diversidad social para que nadie, por su género, sexo, condición, profesión, afición o religión pudiera sentirse marginado. Pero eso sería otra cosa, un desfile para sociólogos, etnólogos o antropólogos, no la cabalgata de los Reyes Magos para los niños.

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