“Como religión civil, la catalana resulta harto
interesante. Se fraguó, como tantas otras, en la época romántica de la
afirmación nacionalista europea. Se fue formando al socaire de la elaboración
doctrinal de los primeros catalanistas. Estos no limitaron sus desvelos a
reconstruir a su manera la historia de Cataluña -y a enmendar con ello la de
España-, sino que muy particularmente se esforzaron por resaltar aquello que
después vendría en llamarse “fet diferencial” del país, como clave
interpretativa de la identidad catalana y legitimación de su autonomía.
Los
ingredientes de la doctrina constituyente de la primeriza religión civil
catalana soslayaban cuidadosamente la pujante Cataluña empresarial e industrial
que se abría paso, y más aún la contracultura obrera y libertaria que empezaba
a florecer. Se confinaban al ruralismo, a un mundo preindustrial imaginado, al
catolicismo, al derecho consuetudinario, a ese localismo y conservadurismo que
queda resumido bajo el nombre de pairal” (solariego)
Salvador Giner: “La religión civil catalana”, El País, 10
de mayo de 1988.
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