martes, 28 de octubre de 2014

Sigue el debate suscitado por el texto de L.Roca Jusmet. 
Vuelvo a Lenin y a su defensa teórica del derecho de autodeterminación, pero imposible de llevar a la práctica en la URSS. Pero aparte de eso, no me encaja por ningún lado eso de que Cataluña es una nación oprimida por España, y que por tanto la izquierda debe apoyar su independencia. 
El 80% de las sucursales de la Caixa está fuera de Cataluña, por tanto debe de haber una proporción similar con el número de hipotecas concedidas y el número de viviendas desahuciadas, cuyos propietarios han sido víctimas del capitalismo catalán. Y otro tanto ocurre con los clientes de otras compañías catalanas que operan fuera de Cataluña. El grupo Gas Natural-FENOSA, asociación de una empresa catalana con una eléctrica gallega (FENOSA, a cuyo presidente, el oligarca propietario de media Galicia Pedro Barrié de la Maza, Franco hizo conde de Fenosa) se ha beneficiado a la vez del monopolio del gas y de la subida del 65% del precio de la luz en diez años (las tarifas más caras de Europa, autorizadas por los gobiernos españoles del PSOE y del PP). Sus dueños, accionistas, directivos ¿están oprimidos por España? ¿O son ellos los opresores de los millones de clientes que tienen por todo el país? Y así podríamos seguir con SEAT, Cataluña Banc, Abertis, Acciona, Nissan, Nestlé, Nutrexpa, Banco Sabadell, Caprabo, Puig, FCC, Planeta, FCC, Volkswagen, Roca Sanitarios, Torras Papel, Schneider Eléctrica, Tarradellas, Mediaplanning, Ercross, Almirall Laboratorios, Esteve, Ferrer, BASF, Freixenet, Borges, Bimbo, Panrico y así hasta 5.000 de las empresas más grandes, que son compañías que operan en Cataluña y sobre todo fuera de Cataluña. ¿Por quienes están oprimidos los propietarios y directivos de estas empresas? ¿Y por quiénes están oprimidos sus trabajadores? 
Me parece que es al contrario de lo que afirman los nacionalistas, que estas empresas son parte del capitalismo español, que se benefician de la protección del Estado (económica, financiera, fiscal) y que tienen responsabilidades compartidas con el resto de las empresas españolas (y extranjeras) en todo lo que está pasando. Lo que sucede es que los nacionalistas no hablan de estas cosas y prefieren creer y hacer creer que en Cataluña hay una comunidad de intereses y de sufrimiento entre los propietarios de capital y el resto de la población. Lo cual sería un caso insólito en todo el mundo de capitalismo fraterno o solidario. 
Lo curioso es que al frente de todo este cuento está un capitalista catalán, acompañado de una familia de rufianes, de los que roban de verdad, y que mucha gente le cree, entre otras cosas, porque la izquierda no hace lo que tiene que hacer.

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