Good morning, Spain,
que es different
Francamente,
no me ha sorprendido la noticia de que una de las enfermeras que atendieron a
los sacerdotes afectados por ébola
haya resultada infectada por el virus.
Cuando
las autoridades sanitario-confesionales o epíscopo-sanitarias, desestimando el más elemental principio de
precaución, decidieron repatriar a los dos sacerdotes, pensé que despreciaban
el riesgo de trasladar el virus desde África a la península, y que, teniendo en
cuenta la acreditada mediocridad de los dirigentes del Partido Popular para hacer
frente a situaciones imprevistas, esa posibilidad se convertía en una
probabilidad. Si puede suceder, pensé, sucederá. Y ha sucedido. No soy profeta,
pero desconfío lo indecible de la derecha cuando gobierna (y cuando no lo hace).
Tampoco
soy especialmente pesimista, pero tengo memoria y reconozco, a pesar de la
propaganda, los rasgos de lo que es gobernar de modo autoritario, opaco y
chapucero, y conozco el resultado que esta práctica, guiada además por criterios
neoliberales, tiene sobre lo público, que es reducirlo a escombros, porque, al
final, se acaba alcanzando lo que se persigue con ahínco.
Sin
hacer mucho esfuerzo, me vienen a la mente decisiones tomadas de forma precipitada
por altos cargos del PP, como en el caso del naufragio del petrolero “Prestige”
o la epidemia de encefalopatía espongiforme en el ganado (vacas locas) y el
accidente del Yakolev-42 en Turquía (62 militares muertos) o no adoptadas de
ninguna forma, como en el caso del “Tireless”, el submarino nuclear británico
averiado en uno de sus reactores y atracado en Gibraltar. Y recuerdo el caso más
reciente y dramático acaecido en Madrid, en el estadio Madrid Arena, donde las
malas prácticas administrativas, y quién sabe si algo más, seguidas de una
cadena de errores, tuvieron el resultado de cinco jóvenes muertas, sacrificadas
en el altar de la codicia de un emprendedor cercano al partido gobernante.
Tampoco
tengo que hacer un gran esfuerzo mental para recordar la habilidad del Partido
Popular en escurrir el bulto mediante aluviones de mentiras, pues tiene a gala
no reconocer errores -que respondan otros, es la consigna que sus dirigentes
siguen a rajatabla- y, por supuesto, boicotear comisiones de investigación para
no tener que asumir responsabilidades posteriormente. Impunes hasta el fin.
Así que, ante la improvisación
y la cadena de errores que han concurrido en el contagio del virus africano a
una persona sana en territorio español, espero poco de las declaraciones de las
autoridades sanitarias de Madrid y de la propia ministra del ramo.
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