Good morning, Spain, que es different
En el cochambroso asunto de las remuneraciones opacas de los consejeros de Bankia, por medio de tarjetas de crédito con etiqueta negra y carta blanca, se echan de menos algunas voces críticas, que otras veces se han expresado con rapidez.
Algunas
reprobaciones no llegarán. No se esperan las de Cospedal, Floriano, González Pons o la del belicoso Pujalte, como zafio
refuerzo de los anteriores. Pero falta, sobre todo, conocer la opinión del mejor avalista del
Partido Popular, la Conferencia Episcopal.
Se
echa en falta la voz autorizada de la Curia; la misma que no perdía ocasión de
zaherir al anterior Gobierno y al propio Zapatero. ¿Dónde está el severo verbo
de Martínez Camino sobre las tarjetas “in black”? ¿Dónde quedó la áspera voz de
Rouco Varela sobre el “error informático” como parábola del gasto sin control? ¿Por
qué callan sus ilustrísimas? ¿Por qué lo hacen sus eminencias reverendísimas? ¡Señor,
Señor, ayúdanos que zozobramos! Envíanos una certera señal de tu parecer por
medio de tus vicarios.
¡Qué
menos que una amonestación o una carta pastoral, pues alguna hubo contra Zapatero! ¡Qué menos que una excomunión, por
lo menos una, pues “il peccato é grossisimo”!
En
fin, los católicos necesitan conocer pronto una docta opinión de la Santa Madre;
alguna prueba de que la Conferencia Episcopal no aprueba el delictivo proceder
de estos católicos, porque son católicos, ¿verdad? Aunque me asalta la duda, pues
algún consejero de los llamados de “izquierda”, por su adscripción ideológica
no debería serlo, pero en su inmensa mayoría, y empezando por los cargos más
altos, son gente de misa; o son miembros del Partido Popular, un partido
criptoconfesional, o deben su nombramiento a este partido, y además forman
parte del órgano directivo de una organización benéfica fundada por el padre
Piquer. Bueno, lo que queda de ella después de pasar por las poco piadosas manos
de Miguel Blesa y de Rodrigo Rato, que son, presuntamente, católicos pero
entienden la labor benéfica de otra manera.
Es de esperar que la Curia opine pronto sobre este
asunto, con la misma rapidez y contundencia con que lo ha hecho sobre el
aborto, el divorcio o el matrimonio homosexual. Los católicos deberían exigirlo
a sus pastores. Y estos se lo deben a su grey.
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