A propósito de la noticia: ICV, EuiA y Podemos apoyan la insumisión fiscal de la diputación de Barcelona propuesta por CDC, ERC y CUP.
Crédulos
insurrectos. Parten de un axioma, que es falso: el dinero que hay en Cataluña
es para los catalanes, luego, infieren, el dinero que hay en Barcelona es para
los barceloneses y se debe administrar en Barcelona.
Pero, ¿el
dinero que hay en Barcelona está realmente generado en Barcelona y no en
Cataluña o en el resto de España (o de Europa)? ¿y reside en Barcelona? ¿O
reside también en Suiza, Andorra, o más lejos?- y ¿de quién es, de dónde
procede ese dinero que hay que administrar? ¿Quiénes contribuyen fiscalmente y
en qué proporción? ¿Van a corregir, los insurrectos, la desproporción fiscal
actual entre lo que aportan los salarios, un promedio del 22%, lo que aportan
los autónomos, un promedio del 24%, lo que aportan las grandes empresas, un
promedio del 6%, y lo que no aportan los que lo evaden? De lo cual resulta que
quienes gritan "España nos roba" hacen tabla rasa de lo anterior.
Lo que en
realidad sucede es una solidaridad entre asalariados de toda España, porque el
sistema está montado así: la mayor parte de los impuestos recaudados por el
Estado procede de las rentas del trabajo y de los impuestos indirectos, del
consumo diario de la población, de la cual los asalariados son la parte mayor;
las rentas altas están mimadas por Hacienda, que les da un trato de favor y
tolera, además, el fraude fiscal, como un alivio adicional para los
empresarios. Del dinero recaudado, el Estado destina una parte a las grandes
empresas, a sanear bancos y a conceder subvenciones, por ejemplo el Plan PIVE,
que beneficia, entre otras, a la SEAT, o a permitir subidas abusivas de tarifa,
que benefician a las compañías eléctricas o energéticas (catalanas también).
Resumo: las
empresas catalanas se benefician, igual que todas las demás, de la legislación
vigente, que prima los intereses privados sobre los intereses públicos, el
interés del capital sobre los intereses del trabajo, y en especial los
intereses de los grandes capitales, que compiten a escala regional, nacional y
mundial.
Lo siento, muchachos, el capitalismo es así:
el capital no conoce fronteras ni otro objetivo que no sea multiplicarse. Los
nacionalistas, y los locos que les siguen, podrán adoptar decisiones como la
que nos ocupa, intentando controlar el aire, pero la conclusión es la
siguiente: respecto al capital, en la nueva Cataluña independiente quedarán los
tenderos, los talleres, los negocios familiares, las pequeñas empresas, el
comercio local o regional y se marcharán las grandes empresas y todos aquellos
profesionales y trabajadores que aspiren a competir en marcos más amplios, en
España, en Europa o en el mundo.
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