Mi comentario:
En Cataluña, sobre 30 años de persistente
llovizna nacionalista en materia de enseñanza y de cultura, en los últimos años
ha habido un fuerte chaparrón identitario, que, de manera pertinaz e
indiscriminada, ha educado en muy poco tiempo a una población, con
conocimientos y preocupaciones políticas superficiales, a base de contar
simples, rotundas e incuestionables verdades fáciles de entender. La propaganda
gubernamental y de la oposición (y la rendición de la izquierda política y
sindical), sin hallar casi resistencia social, ha difundido un discurso
victimista, tejido con una lista de agravios, datos económicos amañados, mitos
históricos, esbozos étnicos y culturales (mucho folklore), y ha ofrecido un
proyecto político sobre un futuro mejor, alcanzable a corto plazo, al margen de
España. Discurso que la crisis económica, la austeridad, la corrupción, la
ausencia de un proyecto de izquierda y la falta de un proyecto nacional, que no
sea seguir igual, han hecho creer a muchos catalanes que es la única salida
verosímil.
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