"Por lo visto, es más fácil hacer una ley, aunque sea un Estatuto, capaz de satisfacer las aspiraciones de Cataluña, que arrancar la raíz psicológica del recelo, de la desconfianza, de las emulaciones viciosas y, sobre todo, la raíz de ese sentimiento deprimente de pueblo incomprendido y vejado, que ostentan algunos de ustedes"
Manuel
Azaña a Pi y Suñer (Memorias políticas y de guerra, tomo II, p. 296, Barcelona,
Crítica, 1978).
"Hasta allí (Collonges-sous-Salève, a un paso de la frontera suiza) le llegó noticia de lo que de él decían unos y otros, y hasta allí llegó también la propuesta de firmar, junto al presidente de Cataluña y al presidente de Euskadi, un mensaje que una asociación republicana de amigos de Francia, dividida en tres secciones, española, vasca y catalana, pensaba dirigir al Gobierno francés. Azaña se negó a firmar diciendo que si catalanes y vascos querían continuar en la emigración los costosísimos dislates que habían cometido durante la guerra, allá ellos, y que si pensaban “recobrar la República y hacer la burra nuevamente, sobre la base de las nacionalidades y dels pobles iberiques están lucidos”. Por hacer la burra se refería quizá a los sucesivos memorandos que habían presentado vascos y catalanes al Foreign Office y al Quai d’Orsay en abril, junio y octubre de 1938 con planes de mediación sobre la base de una división territorial de España en cuatro zonas, presentándose ellos como una tercera fuerza, un grupo moderado, “equidistante de los dos elementos extremistas ahora en guerra”. España dividida en cuatro: Cataluña, Euskadi, y los dos Spanish parties now fighting. ¿Un dislate? Sí, y también una continuada deslealtad a la República" (S. Juliá: "El último Azaña", El País, 3-XI-2015).
No hay comentarios:
Publicar un comentario