miércoles, 30 de septiembre de 2015

Soldevila. Restauración.


“El nuevo rey, aureolado por su juventud y su simpatía, así como por las esperanzas que suscitaba, eligió como lugar de llegada a su reino el puerto de Barcelona. La ciudad le ofreció un recibimiento entusiasta. <Madre mía –decía en su telegrama a la reina Isabel-, el recibimiento que me ha hecho Barcelona excede mis esperanzas y excedería a tus deseos…> Y, en la visita al Fomento del Trabajo Nacional, en respuesta al discurso del presidente Pedro Bosch y Labrús -discurso proteccionista-, Alfonso XII se limitó a decir discreta y halagadoramente: <Si lograse hacer de toda España una Barcelona, estoy seguro de que habría hecho de mi patria una gran nación> (…) Con las cualidades del joven rey y la dirección de Cánovas del Castillo, la Restauración pudo afirmarse. Cánovas, enemigo de la intervención del elemento militar en política, partidario de los dos partidos de turno, a la manera inglesa, puso fin a la era de los <pronunciamientos> y forjó una adaptación a la española, a base del falseamiento de los dos partidos de turno: el conservador, que dirigía él mismo, y el liberal dirigido por Sagasta. Con esto y la organización y arraigo del caciquismo, por ambos partidos, el Gobierno podía estar siempre seguro de obtener una fuerte mayoría que le permitiera gobernar (…) También arraigó en Cataluña, especialmente en la provincia de Lérida. En Barcelona, los máximos caciques fueron el canovista José María Planas y Casals y el sagastino José Comas y Masferrer. La mayoría de los diputados por Cataluña eran, como en el resto de España, del partido que ocupaba el Gobierno (…) En Cataluña, el caciquismo <dio oportunidad para que figurasen en la escena política los valores más acentuados del País> (Vicens Vives). Y en general, el caciquismo tuvo en Cataluña un nivel superior, que no alcanzó en el resto de España”


Ferrán Soldevila (1978): Síntesis de historia de Cataluña, Barcelona, Destino. 

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