jueves, 3 de septiembre de 2015

Hay que hacer algo

¡Hay que hacer algo!
Esa fue la respuesta de Rajoy ante el problema planteado por los miles de personas que buscan asilo en Europa huyendo de la barbarie y el fanatismo. 
Refugiados sin refugio; refugiados expoliados por las mafias que trafican con seres humanos, refugiados rechazados, refugiados castigados, refugiados tratados como delincuentes, que se unen a los que desde el África subsahariana huyen del hambre. 
Hay que hacer algo, dijo alguien que no es un impotente ciudadano cualquiera sino un jefe de gobierno que puede hacer mucho, si quiere, por resolver, o por lo menos por paliar, este problema. De momento, podría aceptar la exigua cuota de refugiados que ha adjudicado a España la Unión Europea, y después, preparar estructuras para acoger a muchos más.
La España interior se está despoblando de manera acelerada, hay cientos de pueblos habitados sólo por viejos, pueblos abandonados, aldeas en venta, campos improductivos y tierras yermas.
Una colonización del interior, además de ofrecer, en primer lugar, asilo y una forma de vivir a miles de personas, podría dinamizar los mercados locales, aumentar el crecimiento del PIB (¡atento, Guindos!) e incluso aumentar la recaudación fiscal (¡atento, Montoro!), si es que estos argumentos pesan más en la agenda de nuestros gobernantes que los sentimientos verdaderamente humanos, de los cuales hay poca constancia. Incluso esta podría ser una ocasión para mostrar que los tienen, aunque sea en pequeñas dosis.
Pero hay otra cosa que podría hacer Rajoy, o mejor dicho que debería hacer como sucesor de José María Aznar, y es tratar de reparar parte del daño que su mentor provocó como miembro del trío de las Azores, que, en un alarde de irresponsabilidad y de superioridad colonial, decidió acabar con el régimen de Sadam Hussein, abriendo el camino a los fanáticos islamistas del Daesh, que, en su intento de hacer realidad la utopía totalitaria de un Estado teocrático fundado sobre nociones políticas de hace 1.300 años, son la verdadera causa de esta desesperada diáspora.

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