lunes, 29 de febrero de 2016

Lenin y el Estado

Voy a explicar más las razones que me han llevado a enviar los "curricula" de las ministras de Sanidad de Francia y Portugal y el de su homólogo italiano para compararlos con el exiguo currículo profesional de Leire Pajín, nuestra flamante ministra del ramo.  

A). Respuesta teórica para marxistas. Lenin cabalga de nuevo.
El asunto del Estado es peliagudo para la izquierda marxista, porque presenta uno de los flancos más débiles del corpus teórico marxiano.
Como es sabido, Marx, después de El Capital, tenía pensado acometer un estudio del Estado, pero no llegó a hacerlo, y lo que se encuentra disperso en su obra son críticas, desde diversos puntos de vista, al Estado burgués y algunas intuiciones sobre el futuro Estado socialista, que, más bien creo que le interesaba poco, porque él pensaba sobre todo en el comunismo, que, como todos sabemos, es la ausencia de Estado. 
Los mx, al menos sus corrientes militantes, han sido muy críticos con el Estado (absolutista, liberal o democrático burgués), que ha sido visto sobre todo como aparato de represión, como la violencia organizada por una clase social para oprimir a otra, como un instrumento del capital, y hasta Gramsci, cuando habla de hegemonía (el poder blando), el Estado es, sobre todo, un administrador de la violencia (de la violencia legítima, según Weber). Los partidos mx han formulado diversas teorías (y prácticas) para derribar el Estado burgués, pero han carecido de una teoría, de un conjunto de propuestas positivas, sobre el Estado socialista que debía reemplazarlo.
La falta de teoría positiva sobre el Estado, creo que ha sido una de las causas de la degeneración burocrática de los regímenes socialistas, de la perversión de la dictadura del proletariado, que ni de lejos ha encarnado la idea de ser la más amplia libertad para los trabajadores y la más estricta dictadura para el capital (como han sentenciado todos los catecismos para militantes), y, al final, de la imposibilidad de consolidar las conquistas de las revoluciones de un modo favorable a los intereses y aspiraciones de las masas, no de las vanguardias reales o supuestas, ni de las burocracias. Pero bueno, ese es otro asunto.
Y cito a Lenin, porque compruebo que Lenin cabalga de nuevo, pero es el Lenin anterior al Smolny, previo al Estado soviético, el Lenin que, en El Estado y la revolución (escrito en vísperas del evento de Octubre), entabla un diálogo con Marx y Engels, y de paso critica a todo bicho viviente a propósito el Estado. 
La obra, por una parte, es una toma de posición -una actitud, como dice en el prefacio- ante el Estado, con la cual retrata a toda la izquierda del momento; por otra parte es una revisión y comparación de las distintas ideas sobre el Estado, en diálogo con Marx, Engels, Proudhon, etc-, y finalmente, es una obra utópica en lo referido a las funciones del nuevo Estado en ciernes y en cómo se deberán realizar. Salvo el efímero gobierno de la Comuna parisina (1871), entonces (verano de 1917) no había otra experiencia de poder obrero, y en ella se apoya Lenin para proponer las tareas que hagan posible la dictadura del proletariado, que, en ese momento y por la situación de Rusia, concibe emanada, sobre todo, de la fuerza del proletariado armado. 
El proletariado armado podía ser la garantía necesaria para asegurar la revolución (empezada en febrero), pero no la garantía (y no lo fue) de la construcción del socialismo. Así, escribe: En estas palabras (tomadas de Marx, sobre la Comuna): “romper la máquina burocrático militar del Estado”, se encierra la enseñanza fundamental del marxismo en cuanto a las tareas del proletariado respecto al Estado durante la revolución (VIL, OO.EE., II, 325). Y añade más adelante: Merece especial atención la profundísima observación de Marx de que la demolición de la máquina burocrático-militar del Estado es “condición previa de toda verdadera revolución popular”.
Ante el nuevo Estado (soviético), Lenin señala: El capitalismo simplifica las funciones de la administración del Estado, permite desterrar la administración jerárquica y reducir todo a una organización de los proletarios (como clase dominante) que toma a su servicio, en nombre de toda la sociedad, a obreros, inspectores y contables (…) La administración jerárquica del Estado se debe comenzar a sustituir inmediatamente por las simples funciones de inspectores y contables, funciones que ya hoy son accesibles al nivel de desarrollo de los habitantes de las ciudades y que pueden ser desempeñadas por el salario de un obrero. Organicemos la gran producción nosotros mismos, los obreros, partiendo de lo que ha sido creado ya por el capitalismo, basándonos en nuestra experiencia de trabajo, estableciendo una disciplina rigurosísima, férrea, mantenida por el poder estatal de los obreros armados; reduzcamos a los funcionarios públicos al simple papel de ejecutores de nuestras directrices, al papel de inspectores y contables responsables, amovibles y modestamente retribuidos (en unión de los técnicos de todos los géneros, tipos y grados): esa es nuestra tarea proletaria, por ahí se puede y debe empezar (…) Este comienzo, sobre la base de la gran producción, conduce por sí mismo a la extinción gradual de la burocracia, a la creación gradual de un orden en que las funciones de inspección y contabilidad, cada vez más simplificadas, se ejecutarán por todos siguiendo un turno, se convertirán luego en costumbre y, por último, desaparecerán como funciones especiales de un sector de la sociedad.
Termino; tranquilos. Y sigue Lenin: No hay más que derrocar a los capitalistas, destruir, con la mano férrea de los obreros armados, la resistencia de los explotadores, romper la máquina burocrática del Estado moderno, y tendremos ante nosotros un mecanismo de alta perfección técnica, libre del “parásito” y perfectamente susceptible de ser puesto en marcha por los obreros unidos, contratando técnicos, inspectores y contables y retribuyendo el trabajo de todos estos con el salario de un obrero (…) El capitalismo crea las premisas para que todos realmente puedan intervenir en la gobernación del Estado. Entre estas premisas se encuentran la liquidación del analfabetismo, la instrucción y la educación de la disciplina de millones de obreros por el amplio aparato socializado de Correos, de los ferrocarriles, de las grandes fábricas, del gran comercio, de los bancos, etc, etc (…) El capitalismo ha simplificado hasta el extremo la contabilidad y el control de estos, reduciéndolos a operaciones extraordinariamente simples de inspección y anotación, accesibles a cualquiera que sepa leer y escribir, conozca las cuatro reglas aritméticas y sepa extender los recibos correspondientes.
Existiendo estas premisas económicas, después de derrocar a los capitalistas y a los burócratas, es posible sustituirlos por los obreros armados en la obra de controlar la producción y la distribución, en la de computar el trabajo y los productos. No hay que confundir la cuestión del control y de la contabilidad con la cuestión del personal con instrucción científica de ingenieros, agrónomos, etc, etc; esos señores trabajan hoy subordinados a los capitalistas y trabajarán mañana todavía mejor mañana, subordinados a los obreros armados.  
  
Ha transcurrido mucho tiempo desde que esas palabras fueron dichas, y hoy estas opiniones parecen de una enorme candidez.
Y termino por ahora: ¿Acaso Zp es leninista?


Al Colectivo Red Verde, 12 de noviembre de 2010

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