Apunta, nene:
... y no sé a qué
vengo.
Rajoy lleva unos días,
zarzuelero. Su arte, de expresión más bien estática, es el sainete, donde
desempeña papeles de galán silencioso teniendo como pareja a la vice o a
Cospedal, que suelen llevar la voz cantante, mientras él hace mutis en escena y
huye por el foro en cuanto huele a los periodistas, porque tiene mucho que
callar, aunque los periodistas tienen mucho que preguntar sobre lo que acontece
en las taifas a la hora de hacer arqueo.
El papel de protagonista parco
de verbo y de gesto -impasible el ademán-, largo tiempo ensayado como Don
Tancredo, ha supuesto una auténtica renovación en la escena española, porque ha
creado la figura del protagonista silente o galán plasma, duro papel de escaso
lucimiento, que con frecuencia confunde al
personaje con los decorados, lo cual redunda en beneficio del segundo galán, el
galán cómico, con que Floriano alcanza las cumbres más altas del poderío
escénico.
En el Partido Popular tocan
todo los palos, y manteniendo el astracán fallero en Valencia, es decir el
exceso con mascletá, Rajoy abandona el sainete para acometer la representación
de su vida, quizá su última aparición en público en el papel de galán, en una
zarzuela crepuscular como las que montaría Sam Peckimpah si se hubiera dedicado
a tales menesteres. Pero esta es, al mismo tiempo, una zarzuela sicológica, con
un toque de Bergman, que revela, entre gritos y susurros de los suyos, la
angustia existencial del protagonista escindido entre el hacer y el decidir, el
no hacer o el hacer y el impedir que otros hagan lo que él no hace. En fin, un
lío, porque la situación de no ser capaz de formar gobierno ni dejar que Pedro
Sánchez lo intente, que estaría cercana al Lope de “El perro del hortelano”,
Rajoy la resuelve asumiendo el papel de “Joaquín” en “La del manojo de rosas”,
de Sorozábal.
“Hace tiempo que vengo al
taller, y no sé a qué vengo…” exclama Rajoy, porque cantar, lo que se dice
cantar, no canta, salvo el gooool, de Cristiano Ronaldo. “Eso es muy alarmante.
Eso no lo comprendo”, contestaría “Ascensión”, expresando el sentir de millones
de ciudadanos, incluyendo muchos votantes del PP.
Rajoy no tiene programa ni
candidato (es dudoso que pueda ser él), aunque tiene prisa: “España necesita un
gobierno y lo necesita ya”, dice, apremiante, después de haber renunciado dos
veces ante el Rey a formarlo, y de ahorrarse el esfuerzo de intentarlo: “Cuando
tengo una cosa que hacer, no sé lo que hago.”
La respuesta la tiene
“Ascensión”: “Pues le veo cesante, por tumbón y por vago”.
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