lunes, 21 de diciembre de 2015

Cambio a medias

Good morning, Spain, que es different 
Los resultados electorales indican que nos hallamos a medio camino de la renovación completa, estamos entre la conservación y la alternativa: PP, 123 escaños, 7.211.000 votos (28,72%); PSOE, 90, 5.528.000 (22,02%); Podemos, 69, 5.187.000 (20,66%); C’S, 40, 3.498.000 (13,93%); ERC, 9, 599.000 (2,39%); DiLl (CDC), 8, 565.000 (2,25%); PNV, 6, 301.000 (1,20%); UP (IU), 2, 922.000 (3,67%); EH-Bildu, 2, 218.000 (0,87%); CC, 1, 81.000 (0,335). El PP pierde 63 escaños, el PSOE pierde 20, Podemos gana 69, C’S gana 40, ERC gana 6, DiLl (CDC) pierde 8 (CiU), PNV gana 1, UP-IU pierde 9, Bildu pierde 5, CC pierde 1.
Según sus expectativas, los cuatro partidos con mayores resultados, los ganadores, son, en cierta medida, también partidos derrotados, pues ninguno alcanza la meta perseguida: el PP es la lista más votada, aunque muy por debajo de sus aspiraciones, resiste en el Senado pero tiene muy difícil formar un gobierno estable, que es lo que Rajoy perseguía, tanto por los resultados de C’S, como por su mala relación con los partidos nacionalistas de derechas.  
El caso del PSOE es aún más dramático, pues, teniendo en cuenta los desmanes del PP en la legislatura, debería haber sido el principal beneficiario del descontento popular, pero no ha sabido o no ha querido ejercer la función crítica que le correspondía como primer partido de la oposición. Aunque resiste bien en Extremadura y Andalucía, se hunde en Madrid y en Cataluña. Ha descendido 20 escaños desde los malos resultados de 2011, lo cual le sitúa en el peor resultado de la historia reciente. Ojalá le sirva para abordar la profunda reforma que viene posponiendo desde hace años con sucesivas faenas de aliño.
A pesar de sus ambigüedades, o quizá por ellas, Podemos ha obtenido un buen resultado, teniendo en cuenta que es un partido recién formado, pero no ha logrado superar al PSOE y acometer, bajo su dirección, un cambio de época, pues el bipartidismo, aún menguado, persiste. Podemos ha sabido establecer varias alianzas a escala regional pero ha fracasado en el entendimiento con IU, que era la tercera fuerza nacional en número de electores, lo cual podría haber proporcionado una docena más de escaños.
Unidad Popular, un nombre demasiado sonoro para el resultado obtenido, es otra marca de resonancias históricas con la que Izquierda Unida muestra de manera fehaciente cómo una coalición ficticia esconde un partido conservador y reacio a los cambios internos. Ni la feroz ofensiva antipopular de una derecha que cabe calificar de neofranquista, ha sido capaz de sacar a los aparatchiks de su sopor. Todos los intentos de renovación se han saldado con escisiones, y en este año electoral por excelencia, no podía ser menos. El PCE, el alma mater de IU, vive en el pasado; es el partido de las efemérides, de los recuerdos y quiere seguir siéndolo. A sus dirigentes les basta con eso, no quieren gobernar, sino tener un cómodo lugar bajo el sol de la democracia burguesa.
Ciudadanos ha sido víctima de su propio éxito, pronosticado en la campaña como seguro, y de la percepción de los votantes como un partido de derechas, competidor, pero, a la postre, probable aliado del PP, al que no ha logrado desbancar para situar a Rivera en la Moncloa y dirigir el cambio. A pesar de todo, es meritorio haber obtenido 40 diputados en el primer salto desde la política regional a la palestra nacional.
A gran distancia de “los cuatro grandes” o del grande y los tres medianos, se colocan los resultados de los partidos nacionalistas, con algunas conmociones. Como en Cataluña donde En Comú Podem se sitúa a la cabeza con 12 escaños, seguida de ERC con 9 (gana 6), que junto con C’S, con 5 escaños, son las únicas fuerzas que ascienden, pues el PSC baja de 14 escaños a 8, el PP de 11 a 5, y, sobre todo, DiLl, que pasa de 16 los escaños de CiU a 8, y Unió Democrática desaparece del Congreso. En Cataluña pueden hacerse dos lecturas: la suma de independentistas declarados, ERC y DiLl, 17 escaños frente a 18 unionistas (PSC, PP, C’S), más la postura de En común Podem, no independentista pero sí partidaria de un referéndum. O bien la lectura de 29 escaños de fuerzas de izquierda frente a las derechas de todos los pelajes y banderas.
En el País Vasco, el PNV tiene la mayor representación, con 6 escaños (24,75% de los votos), pero la fuerza más votada es Podemos, con 5 escaños (25,97%), el PSE conserva 3 diputados (pierde 1 en Vizcaya), el PP tiene 2, y Bildu obtiene dos (15,07%), pero pierde 5 escaños. El nacionalismo queda en minoría con 8 escaños frente a 10 no nacionalistas. 
Así pues, el bipartidismo persiste, con dos fuerzas declinantes y dos emergentes, que reproducen también el esquema izquierda y derecha; el sistema electoral está tocado pero no hundido.

     

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