Good morning, Spain, que es different
Los resultados electorales
indican que nos hallamos a medio camino de la renovación completa, estamos entre
la conservación y la alternativa: PP, 123 escaños, 7.211.000 votos (28,72%);
PSOE, 90, 5.528.000 (22,02%); Podemos, 69, 5.187.000 (20,66%); C’S, 40,
3.498.000 (13,93%); ERC, 9, 599.000 (2,39%); DiLl (CDC), 8, 565.000 (2,25%);
PNV, 6, 301.000 (1,20%); UP (IU), 2, 922.000 (3,67%); EH-Bildu, 2, 218.000 (0,87%);
CC, 1, 81.000 (0,335). El PP pierde 63 escaños, el PSOE pierde 20, Podemos gana
69, C’S gana 40, ERC gana 6, DiLl (CDC) pierde 8 (CiU), PNV gana 1, UP-IU
pierde 9, Bildu pierde 5, CC pierde 1.
Según sus expectativas, los
cuatro partidos con mayores resultados, los ganadores, son, en cierta medida, también
partidos derrotados, pues ninguno alcanza la meta perseguida: el PP es la lista
más votada, aunque muy por debajo de sus aspiraciones, resiste en el Senado pero tiene muy difícil formar
un gobierno estable, que es lo que Rajoy perseguía, tanto por los resultados de
C’S, como por su mala relación con los partidos nacionalistas de derechas.
El caso del PSOE es aún más
dramático, pues, teniendo en cuenta los desmanes del PP en la legislatura,
debería haber sido el principal beneficiario del descontento popular, pero no
ha sabido o no ha querido ejercer la función crítica que le correspondía como primer
partido de la oposición. Aunque resiste bien en Extremadura y Andalucía, se
hunde en Madrid y en Cataluña. Ha descendido 20 escaños desde los malos
resultados de 2011, lo cual le sitúa en el peor resultado de la historia
reciente. Ojalá le sirva para abordar la profunda reforma que viene posponiendo
desde hace años con sucesivas faenas de aliño.
A pesar de sus ambigüedades, o
quizá por ellas, Podemos ha obtenido un buen resultado, teniendo en cuenta que
es un partido recién formado, pero no ha logrado superar al PSOE y acometer,
bajo su dirección, un cambio de época, pues el bipartidismo, aún menguado,
persiste. Podemos ha sabido establecer varias alianzas a escala regional pero
ha fracasado en el entendimiento con IU, que era la tercera fuerza nacional en
número de electores, lo cual podría haber proporcionado una docena más de escaños.
Unidad Popular, un nombre demasiado
sonoro para el resultado obtenido, es otra marca de resonancias históricas con
la que Izquierda Unida muestra de manera fehaciente cómo una coalición ficticia
esconde un partido conservador y reacio a los cambios internos. Ni la feroz
ofensiva antipopular de una derecha que cabe calificar de neofranquista, ha
sido capaz de sacar a los aparatchiks
de su sopor. Todos los intentos de renovación se han saldado con escisiones, y
en este año electoral por excelencia, no podía ser menos. El PCE, el alma mater
de IU, vive en el pasado; es el partido de las efemérides, de los recuerdos y quiere
seguir siéndolo. A sus dirigentes les basta con eso, no quieren gobernar, sino
tener un cómodo lugar bajo el sol de la democracia burguesa.
Ciudadanos ha sido víctima de
su propio éxito, pronosticado en la campaña como seguro, y de la percepción de
los votantes como un partido de derechas, competidor, pero, a la postre, probable
aliado del PP, al que no ha logrado desbancar para situar a Rivera en la
Moncloa y dirigir el cambio. A pesar de todo, es meritorio haber obtenido 40
diputados en el primer salto desde la política regional a la palestra nacional.
A gran distancia de “los
cuatro grandes” o del grande y los tres medianos, se colocan los resultados de
los partidos nacionalistas, con algunas conmociones. Como en Cataluña donde En
Comú Podem se sitúa a la cabeza con 12 escaños, seguida de ERC con 9 (gana 6),
que junto con C’S, con 5 escaños, son las únicas fuerzas que ascienden, pues el
PSC baja de 14 escaños a 8, el PP de 11 a 5, y, sobre todo, DiLl, que pasa de
16 los escaños de CiU a 8, y Unió Democrática desaparece del Congreso. En
Cataluña pueden hacerse dos lecturas: la suma de independentistas declarados,
ERC y DiLl, 17 escaños frente a 18 unionistas (PSC, PP, C’S), más la postura de
En común Podem, no independentista pero sí partidaria de un referéndum. O bien
la lectura de 29 escaños de fuerzas de izquierda frente a las derechas de todos
los pelajes y banderas.
En el País Vasco, el PNV tiene
la mayor representación, con 6 escaños (24,75% de los votos), pero la fuerza
más votada es Podemos, con 5 escaños (25,97%), el PSE conserva 3 diputados
(pierde 1 en Vizcaya), el PP tiene 2, y Bildu obtiene dos (15,07%), pero pierde
5 escaños. El nacionalismo queda en minoría con 8 escaños frente a 10 no nacionalistas.
Así pues, el bipartidismo
persiste, con dos fuerzas declinantes y dos emergentes, que reproducen también
el esquema izquierda y derecha; el sistema electoral está tocado pero no
hundido.
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