En Cataluña, la insólita operación conocida
como el “procés” ha generado un hecho muy insólito, en una cadena de sucesos ya insólitos: Mas, Puigdemont, Junqueras, Forcadell y compañía, que representan a
la derecha nacional catalana, han robado a las izquierdas en general y a Podemos
y En Común, en particular, su bien más preciado, que era el movimiento de
protesta social surgido del 15-M, pues han frenado la indignación popular, dirigida
al principio contra los recortes, la austeridad, la privatización de bienes públicos
y la corrupción del Govern, y han logrado reorientarla como protesta nacional y
conducirla contra el Gobierno central, identificado falazmente con el Estado
español y aun con España.
Pero no acaba ahí el mérito de los
nacionalistas, pues han conseguido algo más difícil todavía, como es implicar en
sus maniobras para lograr la independencia a los partidos a los que han desposeído
de su capital político.
Debería
mover a reflexión, la (presunta) utilidad de unas izquierdas a las que les roban
la cartera y se solidarizan, encima, con los ladrones.
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