Good morning, Spain, que es different. Bon matí.
Sobre la utilización política
del nacionalismo, (Companys) me digo algo muy singular: Había que exaltar el
ideal patriótico de Cataluña, como fuerza unificadora de los catalanes, para
contrarrestar la escisión de las clases. Pudiera creerse que Companys se
hallaba en las menguadas posiciones de quienes se imaginan que un problema de
carácter general, permanente, cambia de carácter y de valor con estrechar los
límites geográficos dentro de los que se plantea. Sobre todo, si en el área así
marcada vive un pueblo a quien se le hace creer en su condición privilegiada,
excepcional. Por ese camino parecía echar Companys.
Lo
mismo de su país piensan los nacionalistas vascos. De creerlos, allí no hay
lucha de clases; ni existe motivo para que la haya, de tan <patriarcales>
que son. Naturalmente, los empresarios salen ganando. No podía ser esa la intención
de Companys, que, personalmente y por su partido, ha procurado dejar siempre
muy borrosas las fronteras políticas con el proletariado. Es preciso estar
habituado al ejercicio de traducir, al lenguaje común y claro, las
tergiversaciones y sobreentendidos de la política barcelonesa. Detrás de
aquella exaltación del patriotismo catalán, para contener las escisiones de
clase, había la necesidad y la dificultad de imbuir el catalanismo en la
porción más numerosa del proletariado de Cataluña. Otros han dicho más
claramente: <Hay que catalanizar el campo>. Es decir, que tanto el
campesino como el obrero industrial fuesen, antes que marxistas o
sindicalistas, nacionalistas. Antes que Marx o Sorel o Bakunin, Ramón Berenguer
IV o Maciá…
Manuel Azaña: “Cuaderno de La Pobleta (1937)”, Memorias políticas y de guerra (II), Barcelona,
Crítica, 1978, p. 132.
No hay comentarios:
Publicar un comentario