Respuesta a Luki, a propósito de un artículo de R. Argullol: "Provincianos y cosmopolitas"
Que va; al
contrario, el artículo tiene interés, pero mi punto de vista, que no sé si
quedó claro, es opuesto, creo, al del autor. Una cosa son las tendencias del
mercado, que llegan hasta donde llegan, pues creo que la globalización es un
fenómeno incipiente, pero, en buena parte, un discurso, una profecía que
precede a los intentos de que se cumpla (y que en cierta parte de la izquierda se
ha tomado ya como un hecho). Y otra la realidad de las sociedades, todavía
llenas de novedades y sorpresas, de cosas poco entendibles para los
occidentales y de costumbres exóticas y también bárbaras. Algunas de las cuales
estaría bien que desaparecieran y fueran reemplazadas por la defensa de los
derechos humanos. Sí, ya sé que eso forma parte de la influencia occidental,
pero, hasta ahora, me parece que no han sido superados como propósito universal
por ninguno de los discursos sobre las bondades de la multiculturalidad y la sobre
equivalencia entre unas y otras culturas.
El autor refleja
el temor ante una globalización que haga homogéneas las sociedades y borre las
diferencias entre unas culturas y otras. No hay que preocuparse por eso, pues
también asistimos al fenómeno contrario, a la expansión de culturas adversarias
(ahí tenemos la expansión del Islám, al indigenismo) o la exaltación de las
pequeñas culturas, de las variedades lingüísticas y culturales locales,
comarcales, de tradiciones que no merecen conservarse, cuando no son lamentables
o han sido directamente inventadas en nombre de unos valores identitarios,
presuntamente ancestrales, para hacer sociedades también homogéneas pero a
pequeña escala.
Por otra parte,
el autor destaca las bondades del viajero, que puede solazarse en solitario,
con tiempo y dinero a su disposición, para conocer con cierta profundidad las
tierras que visita, frente al turista, al visitante rápido, acogotado por un
tiempo y un dinero limitados, sometido a los usos laborales y comerciales del
capitalismo. Pero a mí me parece bien que la gente viaje, aunque sea en grupo y
poco tiempo, y que conozca, aunque sea superficialmente otros países, otras
ciudades, que abra los ojos a otras costumbres. Sí, ya sé que es no es lo
ideal, pero para la inmensa mayoría de quienes viajan, que son una minoría
respecto a quienes no se mueven, es lo posible. La diferencia entre la vida de
las élites, aunque sean culturales, y las masas, que también mueven el mundo.
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