sábado, 9 de enero de 2016

Provincianos y cosmopolitas


Respuesta a Luki, a propósito de un artículo de R. Argullol: "Provincianos y cosmopolitas" 

Que va; al contrario, el artículo tiene interés, pero mi punto de vista, que no sé si quedó claro, es opuesto, creo, al del autor. Una cosa son las tendencias del mercado, que llegan hasta donde llegan, pues creo que la globalización es un fenómeno incipiente, pero, en buena parte, un discurso, una profecía que precede a los intentos de que se cumpla (y que en cierta parte de la izquierda se ha tomado ya como un hecho). Y otra la realidad de las sociedades, todavía llenas de novedades y sorpresas, de cosas poco entendibles para los occidentales y de costumbres exóticas y también bárbaras. Algunas de las cuales estaría bien que desaparecieran y fueran reemplazadas por la defensa de los derechos humanos. Sí, ya sé que eso forma parte de la influencia occidental, pero, hasta ahora, me parece que no han sido superados como propósito universal por ninguno de los discursos sobre las bondades de la multiculturalidad y la sobre equivalencia entre unas y otras culturas.  
El autor refleja el temor ante una globalización que haga homogéneas las sociedades y borre las diferencias entre unas culturas y otras. No hay que preocuparse por eso, pues también asistimos al fenómeno contrario, a la expansión de culturas adversarias (ahí tenemos la expansión del Islám, al indigenismo) o la exaltación de las pequeñas culturas, de las variedades lingüísticas y culturales locales, comarcales, de tradiciones que no merecen conservarse, cuando no son lamentables o han sido directamente inventadas en nombre de unos valores identitarios, presuntamente ancestrales, para hacer sociedades también homogéneas pero a pequeña escala.        
Por otra parte, el autor destaca las bondades del viajero, que puede solazarse en solitario, con tiempo y dinero a su disposición, para conocer con cierta profundidad las tierras que visita, frente al turista, al visitante rápido, acogotado por un tiempo y un dinero limitados, sometido a los usos laborales y comerciales del capitalismo. Pero a mí me parece bien que la gente viaje, aunque sea en grupo y poco tiempo, y que conozca, aunque sea superficialmente otros países, otras ciudades, que abra los ojos a otras costumbres. Sí, ya sé que es no es lo ideal, pero para la inmensa mayoría de quienes viajan, que son una minoría respecto a quienes no se mueven, es lo posible. La diferencia entre la vida de las élites, aunque sean culturales, y las masas, que también mueven el mundo.  

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