Apunta, nene:
Ave,
people, los que van a legislar te saludan.
Jornada
memorable, la de ayer en el Congreso, que tuvo mucho de teatral y de
cinematográfica, con la presentación de los diputados y la constitución de la
Mesa. Con ella arranca la XI Legislatura, que no sabemos si será larga o corta,
pero seguro que será distinta por la renovación política y generacional.
La cámara se renueva el 62% y
pierde diputados históricos (Llamazares, Alfonso Guerra, que poca guerra ya
daba), y deja de ser el coto en el que dos grandes partidos (PP y PSOE) partían
y repartían el bacalao a su gusto; ya se han acabado las mayorías mecánicas y se
espera una legislatura con acuerdos más difíciles de conseguir y, por tanto, con
negociación y más debates.
Tras largos forcejeos, la Mesa
del Congreso quedó constituida según el modelo señalado por Raoul Walsh, en
1956, en “Un rey para cuatro reinas”, con Patxi López en el papel de Clark
Gable, y Celia Villalobos, Micaela Navarro, Gloria Elizo y Rosa Romero, en las vicepresidencias,
y que cada una elija con quien se identifica (Eleanor Parker, Bárbara Nichols,
Jean Willes y Sara Shane). En todo caso, es una Mesa que deberá hacer encaje de
bolillos con lo que tiene por delante.
Junto con antiguos diputados, veteranos
de varias legislaturas, algunos de ellos individuos coriáceos, con más conchas que
un galápago, receptores de sobres marrones y de comisiones clandestinas, individuos
con la mano larga, el bolsillo grande y el corazón de piedra, entró en el
Congreso otra generación de políticos, que conoce de oídas la Transición y
llega con claro afán reformista e incluso con la pretensión asaltar los cielos,
pero pasando por el escaño, como hoy haría el malogrado Rudi Dutschke; nueva
legislatura, nuevo Congreso y también nuevos tiempos. Así es o va siendo el
país.
Los neófitos y los veteranos se
han de conocer en el futuro, pero de entrada quedaron retratados por las
formas, pues los primeros asombraron a los segundos por su moderada audacia, tampoco
hay que exagerar. Los viejunos vieron cómo los “nuevos” se saltaron algún
protocolo, hicieron gala de cierto desenfado y tuvieron que contemplar como
entraba un bebé en el Congreso en brazos de su madre, diputada, naturalmente; un
hecho tan inusual como ver un bebé en un acorazado de la Royal Navy, como en aquella
comedia de Jay Lewis (1956), con unos agitados y entonces jóvenes marineros Richard
Attenborough, John Mills y Lionel Jeffries.
Siguiendo con el símil
cinematográfico, la llegada de Pablo Iglesias y los diputados de Podemos y huestes
afines parecía la entrada de Demetrius y sus gladiadores en el Coliseo romano -¡Ave, people!- con ganas de dar guerra o por
lo menos dar la nota y, desde luego la vara, que a veces son muy cansinos, por lo
que protestan.
Para los diputados de la
derechona, con ellos llegó el escándalo (pero sin Robert Mitchum): juramentos imaginativos,
puños en alto, prendas informales, mochilas, chupas y camisetas (pero, ¡hombre,
si Carmena se llama el sastre!), diputados en bicicleta como si fueran pobres,
otro con pelos de rastafari, como si fuera Bob Marley, y el sempiterno Coleta, una
madre se acomoda en el escaño con su retoño, al que le enchufa la teta. ¡Esto
es el fin del imperio…! Que diría Phileas Fogg, si fuera español y tuviéramos
imperio.
Y eso era lo que pensaron
muchos diputados de la derecha, los hombres del traje gris y la corbata de
color pastel para intentar suavizar su ideología chillona y extrema. Señoras y
caballeros que añoraban el poder perdido y la uniformidad de la pasada
legislatura, cuando el Congreso de los Diputados se asemejó a las Cortes
franquistas por la lealtad inquebrantable mostrada al plúmbeo Jefe del
Gobierno, tan plúmbeo en sus explicaderas como los discursos del Caudillo. Sólo
faltó, en esos años aciagos, la presencia de algunos obispos en el hemiciclo para
que en vez de diputados parecieran procuradores; incluso sin la presencia de
obispos, lo parecían, pues varios diputados del PP llevan un obispo bajo el
traje, y alguno incluso un Papa. Así que no es de extrañar que ayer se
asombraran de lo que sus ojos veían.
Terminada la jornada, Podemos
y PSOE presentaron dos proposiciones de ley que deberían ser atendidas con
urgencia. Sus señorías tienen que ponerse a trabajar, pero también tendrán que
ponerse de acuerdo, que en eso también irá el sueldazo que perciban.
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