jueves, 14 de enero de 2016

Ave, people

Apunta, nene:
Ave, people, los que van a legislar te saludan.

Jornada memorable, la de ayer en el Congreso, que tuvo mucho de teatral y de cinematográfica, con la presentación de los diputados y la constitución de la Mesa. Con ella arranca la XI Legislatura, que no sabemos si será larga o corta, pero seguro que será distinta por la renovación política y generacional.
La cámara se renueva el 62% y pierde diputados históricos (Llamazares, Alfonso Guerra, que poca guerra ya daba), y deja de ser el coto en el que dos grandes partidos (PP y PSOE) partían y repartían el bacalao a su gusto; ya se han acabado las mayorías mecánicas y se espera una legislatura con acuerdos más difíciles de conseguir y, por tanto, con negociación y más debates.
Tras largos forcejeos, la Mesa del Congreso quedó constituida según el modelo señalado por Raoul Walsh, en 1956, en “Un rey para cuatro reinas”, con Patxi López en el papel de Clark Gable, y Celia Villalobos, Micaela Navarro, Gloria Elizo y Rosa Romero, en las vicepresidencias, y que cada una elija con quien se identifica (Eleanor Parker, Bárbara Nichols, Jean Willes y Sara Shane). En todo caso, es una Mesa que deberá hacer encaje de bolillos con lo que tiene por delante.
Junto con antiguos diputados, veteranos de varias legislaturas, algunos de ellos individuos coriáceos, con más conchas que un galápago, receptores de sobres marrones y de comisiones clandestinas, individuos con la mano larga, el bolsillo grande y el corazón de piedra, entró en el Congreso otra generación de políticos, que conoce de oídas la Transición y llega con claro afán reformista e incluso con la pretensión asaltar los cielos, pero pasando por el escaño, como hoy haría el malogrado Rudi Dutschke; nueva legislatura, nuevo Congreso y también nuevos tiempos. Así es o va siendo el país.
Los neófitos y los veteranos se han de conocer en el futuro, pero de entrada quedaron retratados por las formas, pues los primeros asombraron a los segundos por su moderada audacia, tampoco hay que exagerar. Los viejunos vieron cómo los “nuevos” se saltaron algún protocolo, hicieron gala de cierto desenfado y tuvieron que contemplar como entraba un bebé en el Congreso en brazos de su madre, diputada, naturalmente; un hecho tan inusual como ver un bebé en un acorazado de la Royal Navy, como en aquella comedia de Jay Lewis (1956), con unos agitados y entonces jóvenes marineros Richard Attenborough, John Mills y Lionel Jeffries.
Siguiendo con el símil cinematográfico, la llegada de Pablo Iglesias y los diputados de Podemos y huestes afines parecía la entrada de Demetrius y sus gladiadores en el Coliseo romano -¡Ave, people!- con ganas de dar guerra o por lo menos dar la nota y, desde luego la vara, que a veces son muy cansinos, por lo que protestan.
Para los diputados de la derechona, con ellos llegó el escándalo (pero sin Robert Mitchum): juramentos imaginativos, puños en alto, prendas informales, mochilas, chupas y camisetas (pero, ¡hombre, si Carmena se llama el sastre!), diputados en bicicleta como si fueran pobres, otro con pelos de rastafari, como si fuera Bob Marley, y el sempiterno Coleta, una madre se acomoda en el escaño con su retoño, al que le enchufa la teta. ¡Esto es el fin del imperio…! Que diría Phileas Fogg, si fuera español y tuviéramos imperio.
Y eso era lo que pensaron muchos diputados de la derecha, los hombres del traje gris y la corbata de color pastel para intentar suavizar su ideología chillona y extrema. Señoras y caballeros que añoraban el poder perdido y la uniformidad de la pasada legislatura, cuando el Congreso de los Diputados se asemejó a las Cortes franquistas por la lealtad inquebrantable mostrada al plúmbeo Jefe del Gobierno, tan plúmbeo en sus explicaderas como los discursos del Caudillo. Sólo faltó, en esos años aciagos, la presencia de algunos obispos en el hemiciclo para que en vez de diputados parecieran procuradores; incluso sin la presencia de obispos, lo parecían, pues varios diputados del PP llevan un obispo bajo el traje, y alguno incluso un Papa. Así que no es de extrañar que ayer se asombraran de lo que sus ojos veían.

Terminada la jornada, Podemos y PSOE presentaron dos proposiciones de ley que deberían ser atendidas con urgencia. Sus señorías tienen que ponerse a trabajar, pero también tendrán que ponerse de acuerdo, que en eso también irá el sueldazo que perciban. 

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