Reflexiones que hoy día están fuera del discurso político.
“El proletariado en reposo, como ser objetivo, es
pluralidad, dispersión conflicto internos, esclavización de las praxis libres
no sólo ante el empresariado, sino ante el conjunto práctico-inerte en el que
se insertan inevitablemente los innumerables individuos que lo componen. ¿Cómo podría ser de otro modo? Cada
proletario nace en una condición que no ha escogido y se hace a sí mismo
proletario, asume su condición objetiva; no ya porque haya perdido su ser libre
sino porque no puede ejercer de otro modo su libertad.
Mientras permanecen dentro de las estructuras existentes,
los proletarios tienen parcialmente un ser común pero están divididos, por las
mismas divisiones de la sociedad entre las ramas de la industria o entre las
unidades de producción.
Sólo en una empresa común las acciones individuales
consiguen superar su aislamiento, sus rivalidades, su esclavización entre sí
misma y ante el conjunto de lo práctico inerte. La empresa común es el proyecto
colectivo, el fin único al que tienden las conciencias unidas en una misma
voluntad. La cola de viajeros en una estación de autobuses simboliza los tipos
de colectivos seriales, la muchedumbre que toma la Bastilla, los grupos. De un
solo golpe cambia el sentido de los significados: el número, que en los
colectivos provocaba dispersión, soledad, servidumbre, se torna factor de
confianza, dinamismo de acción La muchedumbre que toma la Bastilla no tiene
sino un alma, una fe y, por así decirlo, una conciencia (…) Así, la fusión de los
individuos en una muchedumbre revolucionaria se convierte en el símbolo de una
liberación colectiva”.
Raymond Aron, en su crítica a J. P. Sartre: “La lectura existencialista
de Marx” en Los marxismos imaginarios,
Caracas, Monte Ávila, 1969, pp. 33-34.
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