domingo, 16 de noviembre de 2014

Omisiones y tabúes.

Good morning, Spain, que es different
Llegados hasta aquí en la suma de casos de corrupción que afectan al partido del Gobierno, es difícil no recordar la obra de Sigmund Freud "Totem y tabú" o la investigación, hace cien años, del antropólogo Bronislav Malinovski sobre las creencias en los habitantes de las islas Trobriand, porque hallamos en el Partido Popular conductas “mágicas” similares, aunque sólo en apariencia, porque carecen de las sinceras emociones, como la primitiva ingenuidad y el sentido comunitario, que animaban el culto de aquellos isleños.
En la tribu de los “genoveses” impera un desmesurado culto al poder y al dinero, que definen el tótem del Partido (que no es España, sino la "pasta"), pero al mismo tiempo existe la palabra prohibida que alude a uno de sus rituales: la corrupción es un tabú. Pero como realmente existe, pues está jerárquicamente instalada y geográficamente extendida, y los partidos de la oposición, apoyándose en la acumulación de casos, exigen explicaciones, es preciso referirse a ella aunque sin reconocer su existencia o sin admitir responsabilidad alguna, en caso de existir.
Así, aquello que no se quiere citar expresamente pasa a ser “un asunto”. El caso Bárcenas es “un asunto”, y el apellido del tesorero -un tabú- es una palabra que Rajoy se niega a pronunciar -una ausencia-, aunque en privado le envíe mensajes telefónicos llamándole por su nombre de pila -Sé fuerte, Luis-.
El caso de las tarjetas de Bankia es otro “asunto”, y el apellido Rato otro tabú, la corrupción es “esas cosas que publican los periódicos” o “tal y tal”, “asuntos”; los imputados en casos de corrupción “son personas referidas”, personas sin nombres ni apellidos, entes anónimos, que vagaban por el Partido interviniendo en sus finanzas, sin que nadie se diera cuenta de sus intenciones; el tesorero del Partido era sólo tesorero de sí mismo (y curandero de su honra), la contabilidad B, no es del Partido Popular sino la contabilidad de “una persona que ya no está en el Partido”, a la que se indemnizó con la “simulación de un finiquito en diferido”, que en realidad era un sueldo en nómina con todas las de la ley. Una auténtica joya del lenguaje elusivo. Un tabú con caradura.
La palabra “asunto” es un cómodo comodín que se utiliza para aludir de modo indirecto a los temas engorrosos, por ejemplo, la molesta Ley Gallardón contenía otro “asunto”: el aborto.
Y es de temer que sigamos conociendo nuevos "asuntos" y nuevos tabúes, derivados de la fanática y persistente adoración del totem.

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