Extraigo unos párrafos del artículo de Jesús Maraña:
"Que la irrupción de Podemos provoca la fragmentación en la izquierda es algo que podría haber deducido Kiko Rivera, Paquirrín,
sin dejar de pinchar discos, que es lo suyo. Podría detenerse Cebrián
en analizar las causas que han facilitado el enorme espacio que parece
ocupar Podemos en la izquierda. Podría haber citado, por ejemplo, el
hecho de que la mayor catástrofe electoral del PSOE en su historia no
dio paso desde 2011 a una renovación profunda imprescindible que buscara
la recuperación del electorado perdido, sino a dos años largos de caída en picado mientras Cebrián defendía a capa y espada a Alfredo Pérez Rubalcaba
como guardián de las esencias del “régimen” frente a esos “infantiles”
experimentos de primarias abiertas o cualquier otra propuesta que
pusiera en riesgo los sillones de tantos amigos o compañeros de viaje.
Según Cebrián, la irrupción de Podemos se debe a una confabulación
estelar entre los asesores del PP, los italianos (unos romanos, otros
venecianos) que controlan las dos grandes cadenas privadas de televisión
(gracias también a la 'inmejorable' gestión especulativa del propio Cebrián
al frente de Prisa) y los méritos de una corrupción “sistémica” que por
supuesto no tiene nada que ver con “el periodo de mayor libertad,
estabilidad…" y blablablablablá de la historia de España".
"Cebrián acaba de
cumplir 70 años y ya hace casi dos que explicó a su plantilla que los
periodistas de más de 50 años no encajaban en la nueva etapa del
periódico. Pero en este párrafo está la conclusión de la página y la
solución a ‘Las corrupciones’. El autor hace una reivindicación
explícita de “la democracia representativa y del bipartidismo mitigado
[sic] como mejores métodos de garantizar la alternancia en el poder y…”
Aquí
puede haber tenido un lapsus. ¿No debería ser al revés en todo caso?
Cebrián concluye su página con el mensaje que quiere lanzar: la defensa
del bipartidismo (no cita pero se entiende la necesidad probable de una
Gran Coalición PP-PSOE que “mitigue” la fragmentación de la izquierda)
como única garantía de la democracia frente al “populismo”, el
“nacionalismo irredento”, “los cuentos chinos de los tertulianos de la
tele”, etcétera. Pero lo que escribe es que el bipartidismo garantiza
“la alternancia del poder”. Que realmente es lo coherente con la
biografía de Juan Luis Cebrián. Lo esencial no es la política sino el
poder; lo importante no es tanto el periodismo como el negocio
periodístico; lo preocupante no es tanto que haya corrupción “sistémica”
sino que la podredumbre del sistema llegue a descuartizar los mimbres
del poder".
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